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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Dos aniversarios

22 de mayo de 2014

Este 24 de mayo se cumplen dos aniversarios de trascendental alcance nacional y latinoamericano. El más cercano y doloroso: 33 años del asesinato del presidente Jaime Roldós Aguilera y sus ocho acompañantes, incluida su esposa. 33 años de investigaciones accidentadas y engañosas, 33 años de impunidad y burlas a la justicia. El otro aniversario, heroico y luminoso: 192 años de la Batalla de Pichincha, que dio inicio a nuestra vida independiente, rompiéndole el espinazo a la bárbara dominación española sobre el actual territorio ecuatoriano.

En el primer caso, hoy se presentan nuevas expectativas de esclarecimiento del magnicidio, envuelto como fue desde el comienzo en una maraña de falsedades, encargada de ocultarlo y convencer a la opinión pública de que todo fue un trágico accidente a causa de las fallas del piloto de aquel ataúd volante, el avión presidencial. Esta esperanza nace de la decisión de reabrir la investigación dispuesta por el fiscal general, doctor Galo Chiriboga, en circunstancias en que el público viene sensibilizándose cada vez más acerca del tema, a partir de la proyección del documental La muerte del presidente Roldós, de mucho éxito nacional e internacional, a lo que también contribuirá la reedición del libro Quiénes mataron a Roldós, a presentarse esta tarde, desde las l8 horas, en Quito, en la Biblioteca de Flacso.

En cuanto al aniversario de la inmortal batalla, este se da cuando dentro del país y en todo su entorno continental está más vivo e impetuoso que nunca el anhelo de alcanzar la Segunda y Definitiva Independencia, ya que la lograda por los Libertadores se vio mediatizada por las oligarquías locales, aliadas al nuevo amo colonial: Estados Unidos. Además, Pichincha es el símbolo del más puro internacionalismo latinoamericano, necesario de actualizar y revivir en esta hora. Allí, en el sacrificio y la victoria fraternizaron ecuatorianos, venezolanos, colombianos, peruanos, bolivianos, argentinos, chilenos, en suma, nuestra América.

Claro que no faltan las voces y actitudes negativas frente a estos dos aniversarios históricos. Allí se emboscan los que dicen que no deben removerse las cenizas de Jaime Roldós, pues el caso es asunto concluido. Son los que temen la verdad y el castigo de la justicia, que debe imponerse sin contemplaciones para que la impunidad desaparezca para siempre.

En cuanto al aniversario de la Batalla de Pichincha, es vergonzoso que el Municipio Metropolitano, a esta altura del tiempo, esté debatiendo acerca de la letra del Himno de Quito, en que originalmente consta una referencia antihistórica, según la cual ‘España amó a Quito’, cuando en aquellos tiempos la Corona hispánica odiaba tanto a la capital de los shyris que primero asesinó a los patriotas durante la Revolución de las Alcabalas, y dos siglos después, el 2 de agosto de 1810, asesinó a los patriotas encarcelados en el Cuartel Real de Lima, a dos pasos de Carondelet, para salir luego a matar hombres, mujeres y niños en las calles y viviendas de la capital. Total, más de doscientas víctimas de la insania y ferocidad de los opresores españoles. Cifra descomunal, como si hoy se masacrara de golpe a más de dos mil quiteños y quiteñas. ¿Y el asesinato en la hoguera del valeroso defensor de Quito, general Rumiñahui?

Solo a mentalidades oscuras y colonizadas como la del obispo Bernardino Echeverría, ya fallecido, se les pudo ocurrir una letra donde se canta a los enemigos y masacradores de Quito. Y conste que este tipo de juicios no los ha formulado únicamente el pensamiento izquierdista del país, sino también emblemáticos católicos, como el arzobispo Federico González Suárez.

Mal hace, pues, el flamante alcalde metropolitano, Mauricio Rodas, ponerse bajo la capa de Sebastián de Benalcázar y no bajo la luz de los patriotas del 10 de Agosto, para entonar unas notas que constituyen una vergüenza para la capital.

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