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El Telégrafo
Erika Sylva Charvet

Discursos que corrompen

09 de agosto de 2016

“Un terremoto revela lo que ha estado encubierto y enterrado” decía el historiador Aldo Díaz al referirse a las injusticias que se volvieron intolerables ante el manejo del desastre natural que destruyó Managua en 1972 por la dictadura somocista. Nosotros(as) podríamos decir, en cambio, que el terremoto del 16-04-2016 en Ecuador reveló las políticas de justicia económica de la Revolución Ciudadana, frente a las intolerables injusticias de los gobiernos oligárquico-neoliberales.

Porque pese a que la derecha intentó construir una imagen fracasada de la gestión que comenzaría con sus sátiras en torno al “desastroso manejo informativo” a las pocas horas de desatada la catástrofe, ni siquiera los más acérrimos enemigos del Gobierno han podido cuestionar su manejo humano y técnico en las diversas áreas de intervención de las provincias afectadas, habiendo recibido, por el contrario, felicitaciones de organismos internacionales.  

¿Cuándo un gobierno oligárquico-neoliberal hubiera podido, a 28 días del sismo, disponer de una ley para financiar la reconstrucción y la reactivación económica? ¿Cuándo contar al mes y medio con una evaluación de los costos, según áreas, fuentes y responsables? ¿Cuándo presentar a los 100 días resultados del proceso paulatino de normalización familiar, de servicios o actividad económica? Nunca. Basta comparar con la casi nula respuesta estatal en el terremoto de 1987 o en el de 1949, que, de acuerdo a la historia oral, fue abandonada a unos cuantos ricos que se enriquecieron más, incluyendo una autoridad eclesiástica.

Pero, claro, ese es el estilo de la oligarquía. Referente de su lectura de gestión de desastres es, seguramente, el latrocinio de los Somoza. Por eso, frente a la gestión técnica por parte de la Revolución Ciudadana, ha buscado permanentemente generar dudas y sospechas, insinuando corrupción en torno al manejo de los recursos provenientes de la Ley de Solidaridad. Es el caso de ciertos legisladores derechistas orquestados por los medios de comunicación, cada cual con su versión inventada sobre el tema. Según uno, se “están utilizando…para fines ajenos a la reconstrucción de las zonas afectadas”; según otra, se han “tomado para saldar deudas anteriores del Estado”; un tercero fantasea que se ha utilizado “para generar liquidez pública”.

Esta manipulación del discurso sobre la corrupción no se orienta a transparentar la realidad, sino más bien a corromperla. Busca oscurecer lo logrado: la recuperación de lo público como instrumento de justicia económica, cuyos beneficios colectivos objetivamente se han transparentado en esta coyuntura del terremoto. ¿Cómo hacer para que no se aprecie esto? ¿Que se rechace su continuidad? ¿Que no se compare con el nefasto pasado? Justamente identificándolo con él, tornándolo intrascendente, endilgándole corrupción, debilitándolo simbólicamente en la proyección de destruirlo como continuidad de futuro. En suma, trastrocando el sentido de realidad. Tratando de convencernos de que son los pájaros los que disparan contra las escopetas. (O)

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