En primera línea de los acontecimientos globales, aparecen no sólo los sangrientos sucesos de Colombia, en Sudamérica, sino también el recrudecimiento del conflicto entre Israel y los judíos, enfrentados a los palestinos árabes, localizados en territorios compartidos y vecinos, situados en el próximo Medio Oriente, cerca del Mediterráneo, mar que circunda también África y Europa, elemento esencial de una geografía humana histórica. La virtual guerra ha dejado decenas de muertos en ambas partes, en su mayor parte palestinos. Israel opera una impresionante tecnología, que permite atacar objetivos específicos.
El conflicto suele interpretarse en el marco de las diferencias religiosas acompañadas con relatos de origen, que marcan distancia entre cristianos, judíos y musulmanes, tres tradiciones que comparten un mismo origen geo-histórico y son igualmente monoteísta, mesiánica y profética. El otro factor que suele utilizarse para comprender este desangre que se produce desde hace miles de años en la zona extendida del Cercano Oriente, es el del control del agua, en el contexto de una formación ecológica en la que predominan grandes desiertos, acuíferos localizados e inmensos ríos que cruzan las planicies trasnacionales. Diríase que allá, el agua es el poder. Jerusalén está en una de las pocas zonas elevadas y es un espacio sagrado para varias culturas.
Más allá del factor religioso e hídrico, en la coyuntura actual el detonante del conflicto tiene nuevas e inusitadas razones, una de ellas es el crecimiento y densidad demográfica en relación al territorio. La población palestina está concentrada en Cisjordania y la Franja de Gaza, que tiene apenas 365 kilómetros cuadrados. Cisjordania cuenta con 5860 km2. Israel cubre
22145. Ambas poblaciones -israelitas y palestinos-, han crecido significativamente en poco tiempo. Al parecer, el fenómeno demográfico constituiría una estrategia para incrementar la comunidad cultural y la comunidad de fuerza. A la vez, Israel ha incentivado una política de colonización de áreas de asentamientos palestinos, cuyas casas son sistemáticamente destruidas.
Siempre detrás de una guerra existe un pueblo que se mueve por creencias y responde a presiones hegemónicas, pero en casi en todos los casos, las causas finales son socio económicas relacionadas con intereses de dominación.
