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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

De pérdidas y ganancias electorales

03 de marzo de 2014

Uno de los grandes derrotados de las recientes elecciones es el análisis político. Muchos por el ansia de ver derrotado al régimen se apresuraron a cantar victoria absoluta donde no la había. Las redes sociales fueron las primeras en convertirse en el escenario de sus sesudos comentarios a pesar de solo conocer los resultados preliminares; esto con el ánimo de celebrar una soñada revancha que a medida que pasaron los días se  diluyó. Un primer craso error fue comparar los resultados de esta elección con la de febrero de 2013.

 

Y por contraste afirmar que el régimen recibió una derrota dura en las grandes ciudades. Se afirmó y celebró que se había perdido Quito, pero al conocer los votos dados al movimiento del gobierno, una virtual mayoría en el concejo municipal, no han sabido qué decir. Entonces de la soñada derrota contundente, repetitivamente puesta por los actores mediáticos de oposición, se pasó al debate del sectarismo y el grado de alianzas entre partidos y movimientos afines al gobierno. Otros seudosanalistas ya conocidos  por sus aventuras intelectuales fallidas, han fracasado, nadie sabe de dónde, unas mayorías para partidos de la izquierda dogmática ubicados en el congelador político nacional. Y el argumento para su versión de la derrota está en hacer un punteo de temas conflictivos de meses pasados, tratando de conectarlos con la pérdida de la alcaldía de Quito y Cuenca: un acto fallido. Los más fantasiosos llegan a afirmar que los electores han puesto en jaque a la Revolución Ciudadana y alguno que otro llegó, incluso, a convocar a salir a las calles como el siguiente paso para la caída del régimen. Todo esto es digno de un análisis psiquiátrico. Lo que sí ha ocurrido, guste o no, es que el proyecto de la Revolución Ciudadana que no solo es Alianza PAIS, sino Avanza, el partido Socialista y otros, nuevamente consolidan al Proyecto Político como la primera fuerza a nivel nacional. Entonces, aquella izquierda fatua, adornada de un intelectualismo light, una vez más demuestra  incapacidad de análisis y de praxis revolucionaria. Incapacidad que pasa por no poder abandonar su cómoda trinchera seudovanguardista, alojada más en el envanecimiento personal que en el afán de salir de sus cubículos mentales y someterse a una militancia cotidiana, no de fin de semana o del muro de Facebook, sino de trabajo en las organizaciones como uno más en la lucha política; cosa que  no quieren hacer ya que están cómodos, sintiéndose la vanguardia solitaria de sus fantasías movilizadoras. Hay que recordarles una vez más que los electores por propia voluntad definieron en el 2013 que esto va, por ahora, hasta el 2017. Que hay una Constitución que enmarca la corresponsabilidad del quehacer del gobierno central y los gobiernos descentralizados.  Y por cierto, Alianza PAIS, en lo que haya fallado, es responsabilidad de sus más de un millón de afiliados; así que nadie se lave las manos.

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