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El Telégrafo
Óscar Montero

De la desgracia a la oportunidad

05 de febrero de 2018

Los acontecimientos que se produjeron en San Lorenzo la semana pasada, donde un coche bomba explosionó sin causar víctimas mortales, pero sí materiales, nos lleva a realizar algunas reflexiones sobre la situación de esta zona ubicada en la frontera con Colombia.

En los últimos años y desde el ámbito geoestratégico se ha dado una serie de circunstancias que hoy inciden en la seguridad de nuestro país, tales como el reacomodo criminal de las zonas dejadas por las FARC y el incremento de la producción de droga en Colombia, como dos elementos clave a tener en cuenta, ya que repercuten directamente en la frontera. Se han levantado muchas alertas desde diferentes sectores en relación a la implicación que estos eventos podían tener para Ecuador y pocas fueron las reacciones institucionales.

Curiosamente, Colombia, pocos días antes del atentado, movilizaba cerca de 2.000 soldados en su frontera sur, además de 7 aviones de la Fuerza Aérea que volaron durante más de 18 horas por la zona. Mientras tanto, Ecuador mantuvo una incomprensible calma y falta de presencia institucional en su frontera norte, una de las zonas desvinculadas del desarrollo nacional y, por tanto, vulnerable a la instalación de bandas organizadas y narcotráfico.

Ahora nuestras autoridades ya encontraron al culpable y resolvieron las incógnitas del atentado después de escuchar al fiscal colombiano y comprar rápidamente su tesis de que la autoría se atribuye a un ecuatoriano, alias ‘Guacho’, que habría pertenecido a las FARC y que fue empujado a delinquir en nuestro territorio, fruto del buen trabajo de las fuerzas militares colombianas. ¿Realmente podemos ser tan ingenuos?

Pero hagamos una lectura positiva de lo ocurrido. Se acordaron de San Lorenzo, se acordaron de Esmeraldas, se acordaron de las Fuerzas Armadas, se acordaron del Consejo de Seguridad Pública y del Estado, y por último, reapareció la Secretaría Nacional de Inteligencia. Y, en esta ocasión, no para perseguir a los opositores. (O)

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