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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Correísmo y anticorreísmo

07 de mayo de 2015

El reciente 1 de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, sirvió en nuestro país, amén de otras novedades, para poner frente a frente a las dos corrientes políticas que se perfilan como las más importantes en la actualidad: el correísmo y el anticorreísmo, para decirlo de modo simplificado y gráfico, como lo visualiza el común de la gente. Esto con motivo de las marchas que se dieron en las principales ciudades.

Como es obvio, el correísmo arranca de la figura del líder de la Revolución Ciudadana y de Alianza PAIS, el presidente Rafael Correa Delgado. Desde tal ángulo, las marchas de este sector se destacaron por una concurrencia masiva, superior a lo que todos esperaban, especialmente en Quito, donde, según  El Comercio -edición de 3 de mayo- la movilización congregó a 60 mil personas. Para que lo diga el mencionado diario de la oposición, no caben dudas sobre la magnitud de la presencia de los partidarios y simpatizantes del mencionado líder y el proceso que él encarna. Claro, la oposición inmediatamente aduce que la mayoría de los manifestantes eran empleados del Gobierno obligados a concurrir, so pena de sanciones, lo cual es ofenderlos al negarles un criterio propio de apoyo y simpatía hacia el líder, pero además cualquier observador imparcial pudo constatar una movilización espontánea de masas, ni siquiera articuladas por Alianza PAIS, cuya debilidad orgánica y escasa capacidad conductora se ha vuelto proverbial.

En la movilización de este sector pesó fundamentalmente el rol carismático de Correa, claro está, pero a ello se sumó el reconocimiento popular por la obra efectiva que su régimen realiza en cuanto a materia social, educativa, vial, energética, así como la desconfianza hacia el otro bando, el anticorreísmo, que se vio disminuido en volumen de concurrentes respecto del mes de marzo apenas. Es que cada vez se vuelve más evidente que este sector no tiene más bandera que el odio hacia Rafael Correa y el deseo de acabar con su presencia e influencia, del modo que sea. No hay propuestas ni programas de aliento popular, solo críticas despiadadas, las más de ellas sin fundamento, e incluso el empleo de viles maniobras, como la divulgación de mentiras descomunales, como aquella de que Correa iba a decretar un feriado bancario, como lo hiciera criminalmente Jamil Mahuad con el apoyo de la banca privada y la derecha.

El balance de las marchas es favorable para los postulados oficiales, lo que puede abrir la puerta a una seria consolidación del proceso, siempre y cuando dirigentes y dirigidos comprendan que deben ir más allá del correísmo, si quieren que la revolución sea verdadera, profunda y perdurable. Es decir, deberán imponerse medidas incisivas en dirección al cambio, como es el caso de la Revolución Agraria, “sin la cual no habrá Revolución Ciudadana”, según el propio Presidente.

En lo que corresponde al anticorreísmo, hoy fanesca política, mañana un saco de alacranes, donde la ponzoña se lanzarán unos contra otros por las diferencias ideológicas, las ambiciones de grupo, los resentimientos personales, las vanidades de quienes se creen predestinados a los altares de la política. Esto les conducirá al fracaso y, conforme cualquiera sabe, el fracaso es huérfano, nadie se hace cargo del guagua. (O)

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