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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

Cinco claves de cimarronismo político (I)

17 de diciembre de 2014

Y podrían ser más. Son los poetas y cantores quienes mejor enfocan, por momento, el cimarronismo en su esencia política que fue (y es) la resistencia contra la opresión social y racial. Antonio Preciado, economizando discurso e imágenes, narra nuestra andadura: “Vengo de andar de largo a largo, más de mis propios días, porque para llegar, si no me alcanzan, voy tomando prestadas las semanas”. Está en su poema ‘Dos solos de tambor de Kwame Bamba’. O Bob Marley en ‘Buffalo soldiers’, cuenta una intensa realidad y sus resultados variables: Fighting on arrival, fighting for survival (luchando al llegar, luchando por sobrevivir). En el poema y en el canto se retrata de cuerpo entero al cimarrón histórico, mujer u hombre. Hoy en las Américas somos 150 millones de afrodescendientes con grandes desventajas económicas y sociales; más como votantes y menos como ciudadanos. Si se quisieran graficar los resultados políticos favorables para la comunidad negra americana se mostrarían picos altos y líneas prolongadas de caídas.

Este ‘andar de largo a largo’ podría ser caminar inútil o viaje hacia ninguna parte, por la opacidad (no invisibilidad) de las comunidades negras en los países de América y en el escenario real de la política. Se sabe que es el uso apropiado de la palabra y su conexión con la inmediata realidad lo que da energía magnética a la organización partidista, por supuesto la conducta del liderazgo y ese “vivir como se piensa y se dice”. Después de todo el palabrerío, la diversidad étnico-cultural ni siquiera llega a expresión de deseos y sí a constatación discursiva del abigarrado mapa de gentes que somos, pero subordinada, en extremo, al pragmatismo de la organización partidista. Y la consecución de esos efectos prácticos, sin cuestionamientos morales, casi siempre responden a los ‘dueños’ del partido. Ocurre en las izquierdas y en las derechas, con las brillantes excepciones.

El movimiento cimarrón de las Américas comenzó un día cualquiera cuando un esclavizado, mujer u hombre, perdida la esperanza de volver con los suyos, se motivó a la resistencia personal. Hay nombres que solo significan comunidades en rebeldías. Comenzando por Gaspar Nyanga (o Yanga) en México, Bayano en Panamá, Benkos Biojó en Colombia, Alonso de Illescas en Ecuador o Carlota en Cuba. En principio debió ser la sobrevivencia en libertad, luego la abolición de la esclavitud y el reconocimiento pleno de la ciudadanía, más adelante (y hasta ahora) la demolición ideológica del racismo y por estos días la completa e igual participación política en estos tiempos de progresismo. Y en esa dinámica ‘vamos tomando prestadas semanas’.

“Yo soy un negro del campo”, es la definición de cimarronismo que hace Malcolm X en uno de sus memorables discursos; para algunas realidades americanas podría tener un valor práctico y para otras simbólico, este jazzman cree más bien que hay que asumir el Ubuntu como contenido filosófico del Buen Vivir.

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