A no hacerse ilusiones. Si los gobiernos actuales de Bolivia, Ecuador o Venezuela dejan de existir, la izquierda pasa allí a las catacumbas. Hay que ver la Argentina, donde el experimento imperialista de qué hacer luego de esta clase de gobiernos está en despliegue. Allí, el ataque y la demonización hacia la izquierda que estuvo con el gobierno anterior son permanentes e incisivos. Pero el alud reaccionario no distingue: también persigue con denuedo a la izquierda que estuvo contra los Kirchner.
Por una parte, se acaba la protección mediática contra estas últimas agrupaciones. Los indios vuelven a ser indios hostigados y rechazados, las organizaciones sociales vuelven a considerarse como peligrosos conglomerados subversivos. Se termina la -un poco absurda y paradojal- popularidad mediática de esa izquierda que, en los países inicialmente mencionados, es funcional a la derecha. El día en que los gobiernos nacional/populares no están, la izquierda vuelve a ser considerada el demonio social, y toda la falsa simpatía que se le había otorgado desaparece súbita y sin memoria.
Comienza, además (o en todo caso, se agudiza), la criminalización y persecución de la protesta social. La represión crece de manera ostensible; en la Argentina se ha usado balas de goma por la Policía -lo cual por doce años fue inusual- ya en varias ocasiones (Cresta Roja, Municipalidad de La Plata). Por decreto y sin ley, se establece la Emergencia en Seguridad, que permite condiciones excepcionales al Gobierno para tomar medidas represivas. En la provincia de Mendoza se impide manifestar en la calle y se enjuicia y multa a los líderes de manifestaciones, orillando así la protesta a las veredas o las plazas, para limitar su visibilidad pública. Todas, situaciones que podemos ir imaginando en cualquier ‘post’ a los gobiernos actuales de Venezuela, Ecuador o Bolivia. O también los de Brasil y el Uruguay, ciertamente. Y, last but not least, sobreviene la fuerte reaparición de presos políticos del campo popular. En Argentina sigue detenida Milagro Sala, a pesar de las protestas locales y los pedidos internacionales por su libertad. El día martes han sido apresados tres dirigentes sindicales en la provincia de Río Negro. Ojalá no quepa lamentar más casos, pero estos se acumulan en apenas 45 días del nuevo gobierno; son un síntoma escabroso, y motivan enorme preocupación.
Que no sueñen, las izquierdas distraídas, que su efímera popularidad como furgones de cola de las derechas destituyentes ha de durar más allá de los gobiernos de raíz popular. Después, podrán advertir en su propia piel cuán grande es la distancia entre esos gobiernos, y la férrea mano del imperialismo en la región. (O)