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El Telégrafo

CCE de Imbabura: utopía y realidad cultural

07 de marzo de 2012

La Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión tiene en el plano nacional, como baluarte institucional, la valiosa existencia de sus núcleos provinciales. 

En cada rincón del Ecuador se genera desde sus identidades y marcadas particularidades espacios de divulgación artística y de valoración creativa, enalteciendo las raíces identitarias de una nación diversa, multiétnica y policultural.

De tal manera, la Casa de la Cultura de Imbabura, consciente de su rol histórico, cumple a cabalidad con los designios y anhelos de su patrono mayor, Manuel Benjamín Carrión Mora; propugnar las condiciones idóneas para fortalecer los valores culturales que caracterizan a la sociedad ecuatoriana. Eso supone estimular el talento y el alimento espiritual humano, en un proceso de apropiación de nuestros valores territoriales y étnico-culturales.

Esto implica definir líneas de trabajo y una adecuada planificación -políticas culturales- en donde prevalezca la imagen colectiva, para lo cual es indispensable el buen manejo de los recursos y el impulso autogestionario. Una de las virtudes de la Casona de Carrión en Imbabura en esta última etapa de vida gremial ha sido la consecución de un espacio físico de primer nivel: el complejo Pilanquí.

Con la implementación de amplias salas de exposición pictórica, escultórica, museográfica, cinematográfica, auditorio, teatro, biblioteca, y otros escenarios para la realización de talleres, cursos y actividades afines, esta entidad se ha convertido en un referente de propagación de las manifestaciones subjetivas que devienen de las cualidades de la mujer y del hombre embebido del embrujo de los lagos en cuyo espejo se refleja aquel monte añejo de presencia milenaria. Es decir, los actores culturales locales abren sus alas sensibles en plena analogía libertaria, como un homenaje al paisaje circundante de extremada admiración foránea.

En el plano de las letras, su línea editorial ha sido fecunda. Con la aparición permanente de colecciones como “Tahuando” y “Carangue”, que intentan resaltar la “imbabureñidad profunda”. A ello, se añaden los cuadernillos de la selección poética José Ignacio Burbano. Las revistas Imbabura y Palabra de Mujer. Y el periódico oficial. Un cúmulo del pensamiento literario, filosófico, investigativo, ensayístico, en donde se funde lo pretérito con lo moderno y se visibiliza la pasión por el terruño y la dimensión cosmopolita.

A esto hay que agregar eventos puntuales. Los martes culturales y los jueves académicos, cuya convocatoria demanda la presencia ciudadana, con voz crítica y estimulante.

El 5 de marzo de 1953 emergió el núcleo de Imbabura de la Casa de la Cultura, con la égida de prohombres visionarios que apuntalaron la concepción y estandarte de la provincialidad en el escenario patrio. Tras 59 años de meritoria permanencia, su perspectiva contemporánea plantea objetivos puntuales, en el marco de la democratización, pluralidad, inclusión, autonomía y rendición de cuentas.

Todo lo anotado bajo el liderazgo de su presidente, Marcelo Valdospinos Rubio, gestor de utopías realizables y trabajador obsesionado por el aroma del arte y la entelequia de la palabra imperecedera.

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