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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Bogotá paralizada, Colombia polarizada

23 de febrero de 2016

Lo viví en Colombia del 10 a 17 de febrero, con motivo de la conmemoración de 50 años de la muerte de Camilo Torres Restrepo, invitado por las universidades Nacional de Colombia en Bogotá, e Industrial de Santander en Bucaramanga, que incluyó homenajes a Camilo en Barrancabermeja, en el club de Ecopetrol y un concierto del cantautor santandereano Pablus Gallinazus, intérprete de la canción protesta, ante el monumento a Camilo, además de la peregrinación al corregimiento de Patio Cemento, municipio de San Vicente de Chucurí, donde murió Camilo el 15 de febrero de 1966 en su primer enfrentamiento con las fuerzas del Ejército colombiano.

Alojado al norte de Bogotá tuve que cambiarme a un hotel contiguo a la universidad, ante la lentitud estresante que paraliza la movilidad en la capital del país. Fue estimulante, sin embargo, participar en la semana que organizó el Centro de Pensamiento Camilo Torres Restrepo de la Universidad Nacional, donde Camilo fue capellán, renovador de la pastoral universitaria, y profesor de sociología. Junto con  el sociólogo Fals Borda fundaron la facultad de Sociología e innovaron la metodología, introduciendo la investigación-acción participativa, que se difundiría después por el mundo.

Una ceremonia ecuménica presidida por el arzobispo de Cali dio inicio a la semana, y académicos y conocedores de Camilo fueron analizando las varias facetas de Camilo y su influencia en la historia de Colombia y América Latina, destacando su  vigencia para el actual momento en que  se busca en el país una paz con justicia social.

En Bucaramanga, la universidad le ha dedicado un edificio a la memoria de Camilo. Un mural con su rostro recuerda que allí dijo: “Afortunadamente, mientras la intelectualidad revolucionaria se devana los sesos en los anaqueles de sus bibliotecas buscando la fórmula correcta para la revolución colombiana, el pueblo ya la ha encontrado en el sufrimiento de su conciencia de ser humillado, maltratado y explotado”.

La peregrinación pacífica a Patio Cemento, de unas  mil personas venidas de muchas regiones del país, fue hostilizada por los paramilitares que controlan la población del municipio de San Vicente. Le ganaron la partida al Ejército, que  ni siquiera pudo prevenir el arboricidio con el que se pretendió impedir la marcha en ocho tramos de la carretera donde habían derribado frondosos árboles. Y la Policía antidisturbios nos impidió avanzar cuando estábamos cerca del objetivo, a pesar de insistir que queríamos establecer un diálogo con los contramanifestantes lugareños.

Allí mismo, en la carretera se celebró la eucaristía, en cuya Liturgia de la Palabra se hizo resonar la voz de Camilo, extractos de sus mensajes, leídos por campesinos, sindicalistas, mujeres, estudiantes…, seguidos de  textos evangélicos que lo inspiraron a cumplir con la práctica del amor eficaz por el pueblo. Fue una ceremonia altamente motivadora, un reto a valorar y llevar a la práctica el legado humanista de quien fuera pionero de la Teología de la Liberación, hoy más necesaria que nunca. (O)

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