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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Becas para el ser humano, becas para el mercado

25 de enero de 2016

Hace unos días a un analista “económico” de aquellos que nos tienen acostumbrados al apocalipsis semanal, se le ocurrió decir que la inversión en educación, específicamente los recursos invertidos en becas: ¡“No es un eficiente uso del dinero (…)”! A pesar de que entiende el valor social, económico y personal de esta gran inversión, llega a la conclusión de que como no responde estrictamente a la demanda del mercado, entonces, es plata mal usada.

Su conclusión es que es una “ironía” igual que hacer proyectos hidroeléctricos. Si no responden al mercado no sirven. Estas afirmaciones dan cuenta de la mentalidad de la clase elitista: quienes provienen de familias con recursos económicos están a salvo porque “pueden optar por trabajar en el exterior”. La pregunta es ¿cuál es ese exterior? ¿Acaso las economías en crisis como la de los Estados Unidos o de los países europeos? Mágicamente el mercado de estudios, el mercado de profesionales les garantiza a las familias pudientes un lugar de trabajo para sus hijos.  

Quienes no vienen de esas familias están jodidos, según ese argumento, porque como no tienen tradición familiar, de nada les serviría el haber estudiado porque no alcanzarán la movilidad social. Lo grave de las afirmaciones es el oportunismo analítico o seudo análisis.

Hay intención de encubrir el pasado del sistema educativo en el Ecuador al estilo del MPD. Defiende un mercado libre ilusorio que en el Ecuador se ha reproducido de los emparentamientos familiares, corporativos, patrimoniales, oligárquicos y oligopólicos.     

Solo ellos podían educarse en los mejores colegios y universidades. Y para ser buenas gentes de vez en cuando le dedicaban tiempo a gerenciar recursos a través de ONG, de fundaciones, con fines sociales y sin ánimo de lucro pero con buenos sueldos. ¿Dónde está el problema para ellos? Precisamente en que una sociedad que busca igualar las oportunidades, afecta el patrimonio de la distinción social.

Al cerrarse brechas sociales, la igualdad social, les afecta en su moral familiar. La igualdad y la equidad en principio la pueden compartir siempre y cuando el mercado sea el ganador; lo que en última instancia implica una ganancia de clase; la posibilidad de mantenerse distantes de las clases mayoritarias.

Su visión economicista de las posibilidades sociales para las mayorías se focaliza en tener mejores trabajadores, mejor calificados pero no la posibilidad de que estos sean propietarios. Que sean solo productores pero no propietarios. Para ellos la lógica de la gratuidad es un mal social  Todo tiene que ser pagado porque tiene un precio.

Que la educación es una mercancía y que se debe lucrar con ella. El analista y su análisis son un claro ejemplo de querer pasar ideología por ciencia: 10.000 becarios en un país de más de 16 millones “son demasiados”…

A eso se enfrenta el Ecuador. El rechazo que siente una élite por las mayorías. Que le incomoda que la clase media se ensanche. Si alguien pensaba que la lucha de clases era cosa del siglo pasado, bueno no, no es así, aunque ahora se llame lucha por el reconocimiento, al final es una lucha entre barbarie y socialismo. Es hora de escoger. (O)

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