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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Alertas

20 de febrero de 2015 - 00:00

Sí. No hay otra opción. Hay que permanecer alertas. Los gobiernos progresistas de América del Sur y del Caribe deben prepararse para varias ‘operaciones’ de la política exterior de Estados Unidos en la región.

Luego de dieciocho meses de negociaciones secretas con Cuba, el presidente Obama declaró: “Pondremos fin a una política anticuada que por décadas ha fallado en promover nuestros intereses, y en lugar de ella comenzaremos a normalizar las relaciones entre nuestros países”. Si se leen con atención estas palabras, se puede inferir que la nueva política hacia Cuba está direccionada a defender -desde el interior de la isla- los ‘intereses’ de Estados Unidos.

A mediados del siglo pasado, John Kenneth Galbraith sostenía que para acabar con el comunismo había que ‘bombardear’ a los países socialistas con electrodomésticos, automóviles, televisores y demás artículos de consumo masivo. El atroz bloqueo costó al pueblo cubano innumerables sacrificios. Sin embargo, le ahorró muchas tentaciones. Los casos de corrupción fueron escasos y ejemplarmente castigados. ¿Qué efectos podría tener sobre la población cubana la presencia de millones de turistas y de numerosos agentes infiltrados, con bolsillos llenos de dólares y maletas repletas de regalitos? ¿Qué incidencia sobre la economía interna tendrá la Zona Franca de Mariel, con incentivos tributarios y ventajas financieras para las transnacionales? ¿Qué consecuencias traerán el funcionamiento de empresas mixtas administradas por capital foráneo previstas en la Ley de Inversiones Extranjeras?

Lo que está muy claro es que la Revolución Cubana, además de sus enemigos externos, en adelante deberá combatir a otro enemigo -ahora interno- convertido en legal y que es propietario de cuantiosos recursos financieros. Esperamos -una vez más- que la sabiduría del pueblo y de sus dirigentes pueda bloquear acciones que apuntan, sin ninguna duda, a desestabilizar al régimen socialista ‘desde adentro’.

Una vez iniciada la nueva etapa entre Cuba y Estados Unidos, se advierte la ‘ofensiva’ del gobierno de Obama contra la Revolución Bolivariana. Operaciones de inteligencia pusieron al descubierto un complot que incluía bombardeos a puntos estratégicos del Gobierno en Caracas. El plan contemplaba la destrucción de medios como Telesur, que incomodan a la oposición. Hay varios detenidos y algunos prófugos. Los fascistas, al parecer, querían repetir las trágicas imágenes del Palacio de La Moneda, cuando fue bombardeado por la Fuerza Aérea de Chile. Esta vez -según las  investigaciones realizadas- el blanco era el Palacio de Miraflores.

En este contexto, cabe una reflexión adicional: luego de alcanzada la paz en Colombia, país que tiene siete bases militares operadas por Estados Unidos; medio millón de militares y policías; al presidente Santos alineado a las políticas de la OTAN, ¿hacia dónde se orientarán las nuevas agresiones? Las aventuras imperiales podrían dirigir sus ataques hacia los gobiernos progresistas de la región. Después de todo, ese sería el pretexto. Lo de fondo es que en América del Sur hay abundante petróleo y agua dulce.

Hay muchas razones para fortalecer la Alba, Unasur y Celac. Hay muchas razones para mantener la cooperación económica y militar con Rusia y China.

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