Unos dicen que la razón es la “enfermedad mental”. Otros dicen que es el fácil acceso a las armas. Y todo se vuelve algo así como el tema del huevo o la gallina. ¿Qué tanto daño podría hacer un “enfermo mental” sin un arma? ¿Si cuidáramos más nuestra salud mental seríamos todos capaces de portar armas sin dañar al resto?
Puede ser riesgoso entregarle un arma mortal a una persona que no tiene un equilibrio mental óptimo, pero ¿quién lo tiene? Es difícil saber quién estaría en condiciones de hacer uso correcto de un arma blanca o de fuego en un momento de crisis. Muchos pensamos que estamos sanos psicológicamente, pero no sabemos cómo podríamos reaccionar en un momento de terror, un ataque o bajo efectos de sustancias populares en el mundo, como el alcohol.
Por otro lado, es verdad que parecería que el mundo está envolviéndose en una crisis de salud mental. Las estadísticas de depresión y ansiedad suben. Y varios temas y diagnósticos se han vuelto más populares en las últimas décadas como el bullying, el déficit de atención, la hiperactividad y el autismo. Pero los expertos afirman que no existe una correlación entre la “enfermedad mental” y los tiroteos.
Exponen que algunos de los atacantes tienen historial de patologías psicológicas, pero muchos no; los que están involucrados en homicidios individuales, por ejemplo, no muestran signos de estar “enfermos mentalmente”. Así, por la frecuencia de tiroteos masivos y ataques terroristas, pero también por los índices de homicidios, abusos sexuales, suicidios y adicciones, es importante darle atención a la salud mental.
Me imagino que muchos nos estaremos preguntando: “¿pero cómo una persona ‘cuerda’ puede cometer tal atrocidad?”. Tal vez culpar a la salud mental sea una manera fácil de entender, pero no necesariamente lo es. Ojalá este tema sea resuelto desde la dignidad y la empatía, atendiendo la salud mental, pero también controlando cuidadosamente el acceso a herramientas que pueden acabar con la vida de seres humanos. (O)
