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El Telégrafo
Xavier Lasso

2018 lleno de crítica

02 de enero de 2018

Parece que nunca se terminará el juego para ellos. Volverán a sus andanzas, al ritmo de la vuelta a lo de antes. ¿Cuántas disculpas ofrecieron? Peor cuando no había ley que los obligara.

En tiempo de monigotes salieron a exhibir sus trofeos: las cabezas de personajes menores, pero que simbólicamente hoy, en el cambio de tendencia, tienen precio mayor. Ellos que jamás hicieron suya la palabra disculpa, hoy la exigen hasta como escarnio.

Van como estrechando el cerco y las voces tienden a ser de un solo color; ellos, que se dicen plurales, van dejando sin críticas al modelo, es tiempo de oportunismos y no dejarán de sacar el mejor de los provechos: peinar el escenario para que vaya quedando muy homogéneo, bonito, solo para ellos.

De esa estética hemos tenido suficiente, horrorosa indiferencia frente a las aspiraciones de la mayoría. Indolencia frente a las carencias, de todo tipo, pero si de información se trata nos acercamos, de vuelta, al discurso único, fofo, ese que nos considera receptores menores, sin las sutilezas suficientes como para apreciar todos los matices. En realidad nos creen tontos, uniformados hacia abajo, sin buena literatura, sin un cine que nos estremezca, solo con una música estridente, quizá buena para momentos, pero no siempre porque martilla nuestras sienes, como queriendo vaciar nuestras cabezas.

2017 fue un año difícil y me alegra haberlo quemado, se ha ido dejando una estela oscura. Ojalá las incertidumbres den paso a las certezas, que tanta camareta no sea solo alharaca. Ha sido golpe duro ese triunfalismo de los que perdiendo, en la arena electoral, hoy dan lecciones y nos hablan de esperanzas cuando lo de ellos fue, preferentemente, festín que casi todo se engulló en sus insaciables fauces.

No respetaron a las mujeres, no amaron a la naturaleza, estereotiparon lo distinto, lo afro, lo gay, su discurso correspondió a momentos superados, de esos siglos de bochorno, de vergüenza y aquí los tenemos, nos anuncian que su juego continúa, el game over (cómo les gusta el inglés, idioma del poder) será siempre para los otros. Constatar su cinismo que lo exhiben impúdicamente, da una sensación de amargo desamparo.

He deseado, en medio de todo, lo mejor a la gente buena, a los compañeros que casi por completo se entregaron, incansables en la lucha, que nunca han dejado de soñar en ese país de las inclusiones. Saludo a los juanes, sebastianes, jaimes, pedros, silvias y a tantos que quizá merecieron otra suerte. A ellos que, sin necesariamente compartir todas sus visiones, son referentes. Que 2018 traiga de vuelta la crítica que todo lo anima y que nos hace creer que el respeto no se proclama, se lo practica.

Mucha salud. (O)

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