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El Telégrafo
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Cuando nuestra mascota se sube al avión

Cuando nuestra mascota se sube al avión
26 de octubre de 2014 - 00:00

Toda compañía aérea exige ciertos requisitos para acoger a las mascotas en sus aviones. Las normativas varían de una compañía a otra, pero la mayoría coincide en solicitar una jaula para su transporte. Se trata de cajas especiales con agujeros de respiración y, en algunos casos, fondo impermeable. Las compañías aéreas nunca olvidan que se trata de un ser vivo de incalculable valor, cuya transportación no puede sufrir errores.

La primera diferenciación para una aerolínea es si el animal viajará en la cabina de pasajeros o en la bodega del avión. En realidad, casi la totalidad de las aeronaves disponen de una bodega presurizada que ofrece las mismas condiciones de temperatura que la cabina de pasajeros y donde las jaulas pueden ser aseguradas para que no sufran desplazamientos durante el vuelo. El transporte de animales en estas bodegas es seguro, sin embargo, hay que tomar en cuenta que durante el vuelo, los animales no siempre son supervisados. Las compañías han pensado en todo.

De hecho, establecen un peso máximo para que el animal pueda viajar en cabina y también cuenta con un listado de especies permitidas. Estos avisos son importantes porque hay algunos pasajeros que tienen fobias a ciertas mascotas y no soportan tenerlas cerca. Ecuador no es la excepción en este tema. La compañía aérea Tame, por ejemplo, exige ciertas condiciones para este servicio como certificados sanitarios emitidos por un veterinario en los 10 días anteriores al vuelo. Este documento es fundamental para demostrar la buena salud de la mascota. Además, los animales deben tener al menos 2 meses de vida.

Uno de los aspectos en los que suelen poner hincapié es en las características de la jaula. Estas deben permitir que el animal permanezca parado con su cabeza bien erguida y, además, facilitar su movimiento en el interior.

Como cualquier pasajero, los animales también pueden sufrir el jet lag (descompensación horaria) que funciona de la misma manera que en los seres humanos. Los trayectos prolongados a bordo de una aeronave, de más de 3 horas, pueden provocar en los animales síntomas como fatiga, problemas digestivos y alteración del sueño.

Según la revista Consumer, si el can está enfermo, tiene afecciones cardíacas o es muy nervioso, no son recomendables los viajes largos en avión. La forma de minimizar los efectos de los cambios en los horarios es adaptar al perro de manera paulatina.

Si cada día nos acercamos 15 minutos más al horario de nuestro punto de destino, el cambio será menos brusco para el perro.

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