Hace pocos días, Helmut Jeremías, un promotor de eventos rockeros en Guayaquil, había publicado en su muro de Facebook una foto de James Hetfield vestido con una sencilla camiseta, bermuda, zapatillas y una funda con ropa comprada en Armani.

Esa imagen la unió con otra del mismo Hetfield, pero más delgado, con melena rubia, sin chiva, jeans rotos y chompa de cuero. Era su look de los inicios de Metallica, ya hace 33 años.

La idea de Jeremías era comparar la apariencia del vocalista de la banda californiana, que este martes tocará por primera -y quizás única vez- en Ecuador. O más bien que mucha gente opinara.

Hubo muchas respuestas. Algunos extrañaban al antiguo Hetfield, otros defendían su look actual, el que también comparten sus compañeros de ruta: el baterista Lars Ulrich, el guitarrista Kirk Hammett y el bajista Robert Trujillo.

Y aquello de la imagen de los miembros de esta banda no es más que una adaptación a los nuevos tiempos, pero sin dejar la esencia de su música que los convirtió en íconos del thrash metal en la década del ochenta junto con Megadeth (la banda que fundó Dave Mustaine, un ex-Metallica), Slayer, Exodus o Testament.

Para muchos fue desde la muerte de Cliff Burton en 1986, su bajista insignia de los inicios de Metallica. Para otros fue el álbum simplemente llamado Metallica, conocido también como el disco negro, cuatro años después, porque había una transición en el estilo. El trhash se había convertido en un hard rock, en algo más comercial y digerible para la nueva generación de fans. De hecho, el mismo Ulrich había dicho que no le preocupa haber perdido a muchos fans que seguían a la banda original porque había ganado muchos más con los cambios. “Se han multiplicado”, afirma.

Y para él era necesaria una reinvención porque corrientes como el grunge se habían apoderado de la escena. Con eso muchas bandas metaleras corrían peligro de desaparecer, aunque realmente solo les fue mal a las de glam.

La historia empezó en 1981 en Los Ángeles, California. En aquella época, Urlich, un danés que alternaba su talento para jugar tenis y su afición por el heavy metal, conoció a James Hetfield.

El entonces futuro baterista de Metallica, hijo de Torben Ulrich, un tenista profesional, quiso ingresar a una de las bandas a las que perteneció Hetfield, pero no lo aceptó.

Ese mismo año, su amigo Brian Siegel montaba el sello discográfico Metal Blade Récords para impulsar a las nuevas bandas de heavy metal.

Ulrich aprovechó esa amistad para reservar un espacio en el disco y colocó un anuncio en los periódicos para buscar músicos.

Irónicamente, Hetfield acudió al llamado con el bajista Ron Mc Govney, con quien trabajaba en un proyecto llamado Phantom Lord. Pero McGovney fue reemplazado por Cliff Burton, quien le dio personalidad en el bajo a la banda, especialmente por sus solos en grabaciones y en vivo.

McGovney no tenía muchas intenciones de quedarse en el grupo. Él pertenecía a una familia acomodada en Los Ángeles y ni siquiera sabía tocar. Fue Hetfield quien le enseñó con la condición de que ayudara con los gastos. Antes de irse dejó como legado la creación del logotipo de Metallica que prevalece hasta ahora.

Lloyd Grant, el primer guitarrista, fue sustituido por Mustaine. A él lo echaron en 1983 por su carácter irascible, provocado por su adicción al alcohol, recordaba Hetfield hace diez años.

La gota que desbordó el vaso ocurrió ese año cuando debían reunirse en Nueva York con el productor Jon Zazula. Mustaine chocó con la furgoneta en la viajaba el resto de la banda. Ahí fue despedido y enviado de regreso a Los Ángeles.

Kirk Hammett, quien tocaba en Exodus, ocupó su lugar, y aún se mantiene.

Tras algunas salidas, la primera banda conocida por los fans quedó conformada por Hetfield, Ulrich, Hammett y Burton. Lo de Metallica surgió por el nombre que debía llevar una revista de Ron Quintana, amigo de Ulrich. La otra opción era Metal Mania, con la que finalmente se quedó Quintana.

‘Kill’em all’, el primer álbum que es considerado como el más rápido de la banda, apareció en 1983 con canciones como ‘Seek and destroy’, ‘Whiplash’, ‘Hit the lights’ (esta última había sido un aporte desde la época de Lloyd Grant como guitarrista). Le siguieron ‘Ride the lightning’ (1984) y ‘Master of Puppets’ (1986). Todo iba bien hasta que la desgracia “les tocó la puerta”.

Era el 26 de septiembre de 1986, en que un accidente casi trunca la carrera de Metallica cuando Burton murió aplastado por el bus en que viajaban. La banda iba por Ljungby, un pueblo en Suecia, y Burton dormía en la litera que debía ocupar Hammett, quien había perdido una apuesta para acostarse ahí. El bus chocó con un gran hielo y al darse vueltas cayó, mientras el bajista salía despedido por la ventana.

Metallica estuvo a punto de disolverse por el luto, pero la familia de Burton insistió en que continuaran y contrataron a Jason Newsted, que venía de Flotsam and Jestsam. Él debió soportar las bromas pesadas del resto del grupo e inicialmente lo tenían bloqueado de figurar en los créditos.

Con Newsted, quien permaneció 15 años y ahora lidera la banda que lleva su apellido, grabó discos como ‘Garage days’, ‘...And justice for all’ (1988, de donde surge la emblemática ‘One’ que generó el primer video de la banda), el disco negro (1991, el más vendido de su historia con 16 millones de copias), ‘Load’ (1996) y ‘Reload’ (1997).

Robert Trujillo llegó hace 11 años y con él han grabado ‘St. Anger’ (2003) y ‘Death Magnetic’ (2008).

El 10 de diciembre 2011, por el trigésimo aniversario de la banda, se reunieron Grant, McGovney y el mismísimo Mustaine (superando sus rencores con Metallica) en un mismo escenario, en San Francisco. Ahí tocaron ‘Hit the lights’.

Otro de sus sucesos destacados ocurrió el 8 de diciembre pasado, cuando actuaron en la Antártida, en la base argentina Carlini. Ahí no se usaron amplificadores, sino más bien auriculares.

Como fuere, más allá del look o de la transición de canciones, los fans -al menos en Ecuador- prefieren al Metallica clásico. Por eso ellos decidieron que las 17 canciones para el repertorio del show de este martes, en el estadio Atahualpa, sean en un 80% de la década del ochenta y el restante 20 % con las del famoso disco negro. Metallica se adaptó a ellos.