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Ida Vitale: “Hay que ser honesto con uno mismo y con el lector”

Ida Vitale: “Hay que ser honesto con uno mismo y con el lector”
29 de octubre de 2013 - 00:00

La poeta uruguaya Ida Vitale conoció a Juan Ramón Jiménez y a Bergamín, trabajó con Octavio Paz y compartió generación -la del 45- con Benedetti o Idea Vilariño, quienes tenían como gurú a Juan Carlos Onetti. Hoy a sus 90 años, testigo de todo un siglo, dice que “el libro digital es un campo de propaganda”.

“Por la computadora llegas a nombres que no conoces y te brinda la posibilidad de interesarte por autores y poemas que ni hubieras imaginado. Tiene un poco el papel de aquellas revistas que hoy ya no están; ocupan su papel de propaganda, pero un libro te lo puedes llevar a la cama de una manera, que con la computadora o una tablet jamás podrás”, así lo explica a EFE esta poetisa y novelista, que leyó sus poemas en la Casa de América, en el festival de Poesía de Madrid, Poemad 2013.

Ida Vitale, quien también acaba de publicar en España una selección de su poesía en un bello volumen ilustrado (un objeto libro) por el artista Jaime Aledo, con el título “rea de comienzo”, editado por la Galeria Estampa, dentro del proyecto Biblioteca Americana, asegura sentirse “feliz” de estar en España para compartir tarde y espacio con otros poetas como Menchu Gutiérrez, Blanca Andreu, Joaquín Pérez Azaústre o Ernesto Pérez Zúñiga, entre otros más.

Elegante y lúcida, Ida Vital viene de pasar unos días por Montevideo, su ciudad de origen, y tras su participación en Poemad regresará a Texas-Estados Unidos, donde se exilió en 1989 luego del golpe militar en su país.

Tuvo un paréntesis de once años en México -”felicísimos once años”, dice-, en los que trabajó con Paz y formó parte de la mítica revista ‘Vuelta’.

Unos años en los que ser escritor, ser poeta, era una cosa muy diferente de lo que es ahora, sostiene la autora de títulos como “Palabra dada” o “Mella y criba”. “Había gente muy rica culturalmente hablando y había una sociedad que sostenía eso y era su reflejo. Existía otra educación, eran otros tiempos en donde no existía esa terrible acechanza del escritor que escribe el primer libro y se siente obligado a no salirse del horizonte visual que tiene cerca”, subraya esta mujer que fue profesora y crítica literaria.

Premio Internacional Octavio Paz, Vitale siempre ha sentido rechazo por la llamada poesía social o comprometida, porque dice que con ella nunca “ningún poeta ha conseguido el momento más decoroso de la poesía”, ni siquiera Pablo Neruda, “cuyos mejores libros -afirma- no son los políticos”.

Vitale, cuyo nombre siempre suena para el premio Cervantes o el de Poesía Iberoamericana Reina Sofía, defiende una poesía pura, íntima y honesta.

La clave “está en ser honesto con uno mismo y con el lector. Hay una parte de juego cuando uno escribe, que es necesario, pero eso no debe ser simultáneo con lo que le nace primero. Primero tiene que salir algo de verdad y después tiene que reposar para añadirle ese posible juego”, confiesa.

La autora cree que, a pesar de las dificultades por las que está atravesando el mundo hoy, las prisas, el poder o el protagonismo mortal del dinero, “la poesía perdurará y se leerá hoy y siempre”.

“Es como la música -asevera, uno no puede vivir sin ella y siempre tienes que escucharla, pues con la poesía es lo mismo, es eterna y necesaria, porque es la vida. Yo gracias a YouTube escucho música y cosas muy buenas, pero me da miedo porque eso que ahora nos lo dan como un regalo seguro que luego nos lo quitarán”, añade.

Ida Vital tiene entre manos dos poemarios en los que está trabajando y un libro de memorias, con su parte de los años en México, y señala que no para de leer. “Para un escritor hay dos cosas, o no leer nada, para que no te contamines, cosa que me parece mal porque entonces de qué te alimentas, o leer mucho, pues ese es mi caso”, explica.

Ida Vitale nació en Montevideo en 1923. Allí estudió Humanidades y tuvo como maestro a José Bergamín. Juan Ramón Jiménez la incluyó en una presentación de jóvenes poetas en Buenos Aires. Profesora de literatura hasta 1973.

Colaboradora del semanario Marcha, entre 1962 y 1964, Ida dirigió la página literaria del diario Época. Fue codirectora de la revista Clinamen e integró la dirección de la revista Maldoror.

Se exilió a México en 1974 y fue parte del comité asesor de la revista Vuelta, además de participar en la fundación del semanario Uno más Uno. La dictadura la forzó, como a otros intelectuales, al exilio. Vivió en México de 1974 a 1984.

Entre sus poemas más recordados constan: La luz de esta memoria,1949; Palabra dada, 1953; Cada uno en su noche, 1960; Oidor andante, 1972; Fieles (antología),1977; Jardín de sílice, 1978; Elegías en otoño, 1982; Fieles, 1982; Entresaca, 1984; Sueños de la constancia, 1988 (Antología); Procura lo imposible, 1988; Serie del sinsonte, 1992; Paz por dos, 1994 (en colaboración con Enrique Fierro); Donde vuela el camaleón, 1996; Reducción del infinito, 2002; Plantas y animales, 2003 y El ABC de Byobu, 2005, entre otros.

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