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Dellepiane y su magia versátil
Para muchos la idea de hacer magia es un recurso de entretenimiento. El mago se muestra poderoso, captura la atención del público y, al terminar el acto, se marcha. La ilusión se desvanece en la tarima para el espectador, pero no para Maximiliano Antonio Dellepiane, uruguayo de 31 años, quien ha convertido este arte en su estilo de vida desde hace más de 16 años.
Cuando tenía 11 recibió su primera caja de magia por parte de sus padres, en su cumpleaños. Aquel regalo marcó el principio de una carrera en varios teatros del mundo como México, Colombia, Argentina, Brasil, entre otros, a los que ha llevado su espectáculo denominado ‘Nada x a_sha...a’.
A los 14 años ingresó al mundo de la televisión para animar varios concursos y shows para niños, sin embargo, esa pequeña pantalla de cristal no llenaba sus expectativas como artista.
Decidido a ser un gran ilusionista comenzó a ver los show televisados de David Copperfield y a leer fascículos de Juan Tamariz, mago madrileño a quien admira mucho.
Sus pinitos los empezó con el típico truco de hacer desaparecer las cartas, pero recuerda que en un principio todo le salía mal. “Hacía los trucos frente al espejo para ver cuáles eran mis errores. Así aprendí poco a poco”, señaló Dellepiane.
En sus shows combina escenas de clown, títeres, dibujos y fotografías, haciendo un acto infantil único que lo diferencia de otros.
Estudió arquitectura, cerca de dos años, en su país natal pero se retiró porque lo que en realidad le gustaba de la profesión solo era dibujar.
Sus presentaciones
Como si se tratase de un payasito, Dellepiane usa zapatos puntiagudos, corbata rosada, camisa y pantalones con remiendos coloridos e incluso en ciertos actos aparece con una nariz roja típica de los ‘clown’.
Se sienta con las piernas juntas y con el escenario a media luz, saca de su bolsillo un globo blanco el cual hace alusión al rostro de un personaje ficticio. Lo maneja como un títere y empieza a bailar, hablar e interactuar con el público.
Sus grandes ojos azules distraen la atención de los más pequeños, quienes con un ‘wooow’ se muestran asombrados del show. Continúa el acto y llama a alguien del público para que le sirva de asistente. “Damas y caballeros, para mi siguiente truco necesito alguien que saque un billete de 10 dólares”, gritaba en toda la sala de la Alianza Francesa.
Pongan en este pocillo de fuego el billete y luego lo entregaré nuevo, mencionaba el mago, diciendo ciertas palabras “mágicas” para seguir con el show.
El billete es consumado por el fuego y minutos más tarde lo hace aparecer dentro de una naranja, haciendo que los presenten se pongan de pie para ovacionarlo.
Actualmente continúa asistiendo a congresos de magia en Buenos Aires, reuniéndose con ilusionistas viejos que cuentan sus experiencias en este arte.