Dicen que los verdaderos amigos están en las buenas y en las malas; y cuando varios de ellos se reúnen para darle la mano a otro ‘pana’, se vuelve más especial la causa. Y eso fue precisamente lo que pasó en la ‘Maratón Ñacancera: arte, amor y música para Ñaca Ñaca’, que se realizó la noche del jueves en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro.

En esta maratón musical se dieron cita varios músicos y amigos de Juan Antonio Flor ‘Ñaca Ñaca’, quien es uno de los pocos artistas de Guayaquil en tocar el ‘tres cubano’ (instrumento cordófono parecido a la guitarra que se utiliza en el oriente de Cuba) y que acompañó a varias agrupaciones en diferentes noches de bohemia, alegría y ‘parcería’, especialmente con los chicos de La Sonora Ñacancera, anteriormente conocida como La Humilde Orquesta.

Fue así como destacados artistas subieron al tablado del teatro para mostrar su solidaridad y, sobre todo, amor por este intérprete instrumentista y cantante. Pese a que no lo hicieron con el rigor que un espectáculo requiere, puesto que la velada fue informal, sí hubo espacio para contar aquellas anécdotas que no pueden faltar entre los panas, especialmente las vividas al lado de Juan Antonio Flor, quien en julio pasado sufrió un accidente que paralizó una parte de su cuerpo y hoy requiere de un intenso tratamiento de rehabilitación física y de lenguaje.

Juan Carlos Coronel fue el primero en subir al escenario para deleitar al público con los pasillos ‘Tú y yo’ y ‘El aguacate’, los que le dedicó a Ñaca Ñaca por ser un ‘gran pana’ y también a su padre, Juan Coronel Hernández, fallecido hace poco.

Y aunque el teatro no estuvo del todo lleno, los aplausos retumbaron por las plateas sin cesar y fue la apertura perfecta para una noche en la que poco a poco se fueron sumando más artistas que colmaron al músico con mensajes como “Ánimo Ñaca que tú puedes” o “Fuerzañaca”, entre otros.

Un poco más emotiva y al mismo tiempo romántica se tornó la maratón cuando subió al escenario Juan Carlos Guzmán, primo de Ñaca Ñaca, quien se mostró emocionado al ver la respuesta del público a favor de su primo. El joven artista interpretó temas del colombiano Andrés Cepeda, acompañado de su guitarra. “Qué bello ver a tanta gente que te quiere y te apoya. Dale primo pa’lante que puedes salir de esto”, dijo.

El comediante Michy Zelaya ‘mató de risa’ a los asistentes con sus ocurrencias, con apenas balbucear, mientras interactuaba con varios de los presentes. Subió a una asistente al escenario y la trasladó en su carro imaginario por un camino lleno de baches que los hacía zangolotearse. Él intentó propasarse con ella, pero se detuvo por la presencia de los espectadores. Entre risas y carcajadas del público, el clown la llevó hasta el altar y le dio un sí frente a un Cristo que también salió de entre los asistentes.

Las ocurrencias no terminaron ahí. Otro ‘voluntario’ (casi forzado) se sumó al espectáculo de Zelaya, quien convertido en una balletista con tutú lo invitó como compañero de un clásico baile francés que terminó siendo un ‘desastre’ por las interrupciones continuas del audio con otros géneros como el rock, el reguetón, electropop y quién sabe cuántos más que casi vuelven loca a esta ‘destacada’ danzarina, que terminó cayéndose porque su compañero de baile no supo agarrarla bien. Todo esto como parte del show que Michy armó en homenaje al músico guayaquileño.

Quino Orrantia, del desaparecido grupo Clip, también se sumó a esta causa y revivió los noventa con éxitos como ‘Pienso en ti’ y ‘No cuesta nada soñar’. Ambos temas fueron coreados de principio a fin por el público asistente.

Max Andrade y Roy Maruri también hicieron de las suyas en esta noche solidaria. El primero de ellos cantó en solitario el tema ‘Ojalá’, del cubano Silvio Rodríguez; después subió el hijo de Gustavo Maruri para interpretar ‘Yolanda’, de Pablo Milanés, haciendo que el público los acompañe cantando y con las luces de las pantallas de sus teléfonos celulares.

Y como es costumbre en la Peña de Roy y Max, estos dos carismáticos músicos regalaron su humor y buena vibra entre pequeños diálogos al son de temas como ‘Juana la cubana’, ‘Macumba’, ‘Noa Noa’, entre otras. ‘Locos de amor’ y ‘Échame a mí la culpa’ también formaron parte de su repertorio.

Manuel Pérez Sosa, conocido como Mañuco, causó un alboroto en el teatro. Este personaje interpretado por Lucho Mueckay robó carcajadas ‘a diestra y siniestra’. Contó sus peripecias al viajar en una buseta dentro de Guayaquil o cuando de joven se iba a pasear por Posorja.

También recordó sus años mozos cuando enamoraba a sus chicas con sus bailes de salón y se dio tiempo de leer epístolas que parecían haber sido escritas por Medardo Ángel Silva. Mañuco se quejó por los maltratos que ha sufrido por parte de médicos inescrupulosos que casi terminan con su vida, haciendo que su próstata se inflame. En fin, una serie de situaciones que solo se disfrutan con el fino humor que Mueckay acostumbra a dar en cada presentación.

Más tarde fue el turno de la cantante Giselle Villagómez, quien subió al escenario ataviada con un conjunto negro de dos piezas, en medio de los aplausos del público que recordó con ella los éxitos que la consagraron en la década del 70, como ‘El Cardenal’. Y aunque en su actuación hubo pequeños problemas de sonido, esto no fue impedimento para que la llamada ‘Faraona de la ola’ cautive con su potente voz y ‘devore’ al público con su carisma, humor y toques de sensualidad que la han ubicado como una de las intérpretes más destacadas del medio artístico guayaquileño.

Cerca de la medianoche, Héctor Napolitano y Mauren Garcerant -cantante y organizadora del evento- cerraron este show benéfico a favor de un artista que por años se ha ganado el respeto y cariño de sus compañeros del medio y, sobre todo, el amor de un público que espera verlo pronto en un escenario dando lo mejor de sí junto a los chicos de La Sonora Ñacancera.