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Taxonomía de Bloom en la era digital

Taxonomía de Bloom en la era digital
El Telégrafo
22 de noviembre de 2020 - 08:00 - Fausto Segovia Baus

El invento es de los griegos. Ellos eran expertos en clasificar a los objetos. La taxonomía es la ciencia que estudia los principios, métodos y fines de la clasificación. Este término se utiliza en biología para referirse a una clasificación ordenada y jerarquizada de los seres vivos, y en educación para ordenar y diseñar los objetivos del aprendizaje.

Un poco de historia

En 1956, Benjamín Bloom, psicólogo educativo de la Universidad de Chicago, creó la taxonomía de los objetivos educativos. Él propuso una clasificación que, hoy por hoy, constituye un referente en el ámbito pedagógico. La idea de Bloom fue estructurar y comprender el proceso de aprendizaje en tres dominios: cognitivo –procesar información, conocimiento y habilidades mentales; afectivo – actitudes y sentimientos; y psicomotor – habilidades manipulativas, manuales o físicas. Todos los pedagogos del mundo conocen y aplican esta estrategia, alimentada en la actualidad por las plataformas digitales.
Desde 1956 ha corrido mucha agua bajo el puente. La famosa taxonomía de Bloom ha sido revisada y corregida, y su actualización ha revolucionado la educación porque sus impactos han sido significativos en los currículos escolares de todo el mundo, amplificados en los medios digitales.

En el año 2001, Loris Anderson, antiguo estudiante de Bloom, publicó la taxonomía revisada de Bloom, que incluyó dos cambios fundamentales: la utilización de verbos en lugar de sustantivos, y la modificación de la secuencia de objetivos.

El principio básico

La taxonomía de Bloom sirve, fundamentalmente, para enseñar a pensar a los estudiantes. Para ello los docentes –y no docentes- deben seguir un proceso que no es memorístico sino secuenciado, que categoriza y ordena las habilidades del pensamiento y sus objetivos, denominadas con toda propiedad competencias. Este proceso es muy simple y advierte los siguientes pasos: recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear.

En 1956, Benjamín Bloom, psicólogo educativo de la Universidad de Chicago, creó la taxonomía de los objetivos educativos. Él propuso una clasificación que, hoy por hoy, constituye un referente en el ámbito pedagógico.

El principio básico responde a un presupuesto lógico: usted no puede entender un concepto si primero no lo recuerda. Y también: usted no puede aplicar conocimientos y conceptos si no los entiende. En ese sentido, Bloom propuso dos tipos de habilidades de pensamiento –hoy llamadas competencias-: de orden inferior y de orden superior, que se presentan en orden ascendente, de inferior a superior.

Las habilidades de pensamiento (crítico) integran:

-    Recordar – Reconocer listar, describir, identificar, recuperar, denominar, localizar, encontrar.
-    Entender – Interpretar, resumir, inferir, parafrasear, clasificar, comparar, explicar, ejemplificar.
-    Aplicar – Implementar, desempeñar, usar, ejecutar.
-    Analizar – Comparar, organizar, de construir, atribuir, delinear, encontrar, estructurar, integrar.
-    Evaluar – Revisar, formular hipótesis, criticar, experimentar, juzgar, probar, detectar, monitorear.
-    Crear – Diseñar, construir, planear, producir, idear, trazar, elaborar.



La era digital

A partir del siglo XXI y aún antes, los aprendizajes salieron progresivamente de las aulas de clase. Las nuevas tecnologías irrumpieron en la educación, de manera especial en las metodologías de enseñanza y aprendizaje. En este contexto, nació la conectividad; es decir, la red y sus aplicaciones para lograr un verdadero milagro: la colaboración en plataformas digitales, cuya herramienta es la Internet. Había nacido la era digital.

El sistema colaborativo, entonces, comenzó a facilitar el proceso de aplicación de la taxonomía de Boom, con herramientas innovadoras, complementadas con otras estrategias conocidas, desarrollas por la UNESCO, a través de varios científicos dirigidos por Jacques Delors, que situó cuatro pilares del aprendizaje: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Surgieron así algunas aplicaciones interesantes: wikis, blogs, redes sociales y sistemas de administración del aprendizaje, como Moodle y E-learning.

El docente del siglo XXI tiene como misión ya no transmitir contenidos sino construir procesos de aprendizaje (aprender a aprender), donde los estudiantes son los ejes del sistema, sobre la base de recordar conocimientos y comprenderlos para usar y aplicar estas habilidades y competencias en la vida; analizar y evaluar procesos, identificar resultados y consecuencias, crear e innovar.

El próximo domingo se publicarán algunos links básicos para aplicar la taxonomía de Bloom digital. (I)






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