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Maitena se ríe de lo que lloramos las mujeres

Maitena se ríe de lo que lloramos las mujeres
09 de marzo de 2015 - 00:00 - Karla Morales

Ese es el trabajo de Maitena, una exdibujante de cómics eróticos, que supo convertirse, gracias a sus trazos y al conocimiento de la intimidad femenina, en una de las más reconocidas exponentes del humor gráfico latinoamericano. Con un estilo punk y una apariencia física que tira abajo todos los estereotipos que tenemos de caricaturista, esta rubia -de la mejor versión posh spice- tiene a su haber un sinnúmero de columnas publicadas en diarios, varios reconocimientos a sus trabajos, más de 12 libros a la venta y miles de lectores en el continente.

Por el lápiz de Maitena desfilamos todas las mujeres. Sus caricaturas son como un taller en donde los más típicos pensamientos femeninos adquieren forma: los complejos, el peso, el amor, la celulitis, la familia, la moda, los estudios, el trabajo, las vacaciones, las dietas, las bodas, la maternidad, la vejez, el botox, el sexo, y los hombres.

Antes de vender tantos libros y poder darse el lujo de encerrarse en Uruguay al pie del mar para dibujar, Maitena trabajó como ilustradora -de esas que sorprenden al jefe- de manuales escolares, tuvo un kiosco, un restaurante, hizo guiones para televisión y colaboró con la revista barcelonesa Makoki (ahora un superviviente del stock polvoriento de algunas librerías). Aquí me detengo. Paremos con Maitena porque Makoki requiere atención. Es un referente imprescindible en la historia del cómic.

Makoki es la revista que guarda las raíces del conocimiento colectivo de la población juvenil -mayormente española- de hace varios años, de esa que encontraba su lugar en torno a lo que podía llamarse el underground de la época. Y es que Makoki no tenía nada que ver con la ‘onda fresa’ del momento y mucho menos con lo correcto. Al contrario, su estilo cafre permitía que lo tabú (como sexo, putas, droga y realidad social) hallara su espacio y seguidores -o detractores- en libertad. En su entorno, el Barcelona del 89, Makoki fue pionera. Allí Maitena plasmó sus cómics eróticos, a la vez que los demás ‘sons of Makoki’ abrían “una ventana a la realidad paralela que se escurría entre los adolescentes de hace 20 años”. Volvamos al humor con lápiz de mujer. Volvamos a Maitena.

Su apellido es Burundarena, es bonaerense, de la generación del 62. Su estilo es el del caricaturista básico: trabaja con 6 viñetas y procura crear personajes en los que primen, como rasgo característico, sus emociones. Es evidente que Maitena tiene pocas colegas, y la razón la da ella misma: “Tiene que ver, como casi todo, con los mandatos culturales, con lo que se espera de las mujeres y con lo que se espera de los hombres. Tradicionalmente la mujer no ha sido educada para el humor. Porque el humor es zafado, irónico, transgresor, y estas no son características de lo que se supone femenino, de lo que se espera de una buena chica. Una buena chica se supone que debe ser recatada, discreta, dulce... y eso es todo lo contrario de lo que se necesita para hacer humor...”.

Sus mujeres dicen y piensan sin poses. Quizás porque Maitena prefiere no pensar en los lectores ni echarle mucha cabeza a lo que dirán sus personajes. Le basta con dibujar como si se tratase de un ejercicio inconsciente en donde lo que grafica es el resultado puro de lo que ve y siente. Sin mucho análisis ni preocupaciones de caer en clichés. Maitena sabe que al humor no puede, ni debe, tratárselo como un asunto serio, es lo que nos permite burlarnos de la realidad, aunque sea dolorosa.

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