El día para Belen Perugachi, una líder indígena kichwa de 16 años, comienza a las cuatro de la mañana, cuando todavía está oscuro y hace frío. Desde que inició el confinamiento por la pandemia del covid-19, Belén tiene más responsabilidades en casa con su familia. Una de las actividades diarias que no puede faltar es ordeñar las vacas junto con su abuela Aida, su mamá Magaly y su tío Gilson. Belen es miembro de la comunidad de Paquiestancia, que pertenece al Pueblo Kayambi, una de las 14 nacionalidades indígenas de Ecuador. El pueblo está ubicado cerca del Volcán Cayambe, también conocido como Mama Kayambi, que representa el poder, el respeto y la fuerza de la figura femenina en su cultura. Mientras hace la fila para entregar los 20 litros de leche en el centro de acopio, se escuchan los murmullos de los vecinos que comparten la misma preocupación que su familia. Ha llegado la notificación de que la empresa de leche pagará el 30 por ciento menos por el litro de leche, perjudicando a la mayoría de las familias de la comunidad que viven de esta actividad. La pandemia por covid-19 ha afectado la economía en todo el mundo, y para la gente de Paquiestancia no es la excepción. Las familias viven de la agricultura y la ganadería, y usualmente venden sus productos en la feria de Cayambe, un pueblo más grande ubicado cerca de la comunidad. Con el confinamiento la feria cerró y esto afectó a muchas familias. Para enfrentar este reto, Belen, junto con el grupo de jóvenes del cual forma parte, comenzó en mayo una iniciativa para establecer una pequeña feria en Paquiestancia, donde las mujeres pudieran vender sus productos. Este mercado devolvió la esperanza a 15 mujeres que participan en este espacio. El grupo juvenil de Paquiestancia surgió en mayo con la idea de liderar iniciativas para el beneficio de la comunidad y para aumentar la participación de los y las adolescentes en la toma de decisiones. “Queríamos ser escuchados y tenidos en cuenta”, explica Belen. Es viernes en la mañana, y después de ordeñar las vacas, Belen alimenta a los animales en su casa, luego ayuda a su hermana pequeña, Vicky (8 años), con las tareas de su escuela. En la tarde se dirige a las montañas de la Mama Kayambi, donde recoge agua sagrada del río que usará en la ceremonia de purificación. La ceremonia de purificación es otra actividad vinculada al trabajo del grupo juvenil. Esta celebración es un ritual indígena que poco a poco está desapareciendo y que los y las adolescentes quieren recuperar, al igual que otras tradiciones ancestrales.“En esta ocasión yo lideraré la ceremonia en la que participarán casi 50 personas. Le pediremos a las montañas sagradas que nos traigan prosperidad en la feria”, comenta Belen. Esta adolescente kichwa sobresale por su personalidad serena y su liderazgo heredado de los referentes femeninos en su familia. “Belen obtuvo su nobleza del ejemplo de su abuela, una mujer trabajadora, generosa y con un gran corazón”, revela Magaly, su madre, quien se dedica a la enseñanza como docente, y es la encargada de apoyar y motivar a su hija en todos sus proyectos. Día de feria y ceremonia El sábado, después de realizar las actividades de la feria, la gente comienza a llegar al lugar sagrado donde se llevará a cabo la ceremonia. Allí está Belen con su traje tradicional de color rojo, conocido como Centro. Cada vez que lo usa, ella se siente orgullosa de sus orígenes. “Muchas adolescentes como yo sufrimos de bullying en el colegio solamente por usar nuestro Centro. Nosotras lo tomamos como una broma, pero en el fondo sabemos que no lo es”, comenta Belen. La ceremonia finaliza luego de una hora de adoración a la Pachamama (madre naturaleza). Al final, todas las personas comparten un plato de comida y celebran este nuevo espacio para compartir. “Estamos viendo cómo los adultos están escuchando las ideas de los adolescentes y están participando en nuestras actividades”, menciona la joven líder. El día para Belen finaliza trabajando con sus amigos en el huerto comunitario. Otra iniciativa del grupo juvenil que busca donar comida a las familias más necesitadas en Paquiestancia. Liderazgo desde temprana edad Hace cuatro años, en 2016, cuando Belen tenía 12, fue invitada a participar en el grupo de niñas, niños y adolescentes de Pueblo Kayambi. Este espacio es una iniciativa apoyada por UNICEF Ecuador para incentivar el empoderamiento, la participación y la expresión de los miembros más jóvenes de las comunidades. En este grupo, más de 30 niñas, niños y adolescentes hablan sobre los problemas y soluciones de sus comunidades y aprenden sobre sus tradiciones y derechos. Desde ese entonces, Belen participa en talleres, llamados caravanas, en los que se visitan a niños y niñas en comunidades remotas para enseñarles sobre participación, derechos de niños y niñas, educación sexual y el valor de las adolescentes y las mujeres en la sociedad. “Yo quiero que todos los niños y niñas de los pueblos indígenas se sientan orgullosos de sus orígenes y conserven sus tradiciones”, dice ella. {unitegallery belen} “Me gusta promover la oralidad en los niños y adolescentes. En el pasado, yo era muy tímida y me asustaba hablar en público o expresarme si algo me molestaba. Hoy, me siento libre de pararme en frente y dar mi opinión. Quiero eso para todos los niños”, dice Belen con orgullo. En diciembre, Belen ganó las elecciones para la Vicepresidencia del Consejo de Protección de Derechos de la Municipalidad de Cayambe. Es la primera vez que una adolescente mujer está en esta posición. “Es una gran responsabilidad. Estamos abogando para reducir el embarazo adolescente a través de la educación sexual en las escuelas”, menciona Belen, quien conoce que, en Ecuador, 40 niñas entre los 10 y 14 años dan a luz cada semana. Otro logro significativo para Belen fue ir a Chile en 2018 para participar en un encuentro de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Esta experiencia marcó su vida porque representó a las niñas de las comunidades indígenas de Ecuador. “Tuve la oportunidad de enviar un mensaje a los niños y niñas indígenas como yo en América Latina. Les dije que defendieran sus derechos y que se sintieran orgullosos de sus tradiciones”, recuerda la adolescente. Belén también fue invitada este año a participar en Nueva York en el 75 aniversario de las Naciones Unidas, pero el evento fue cancelado debido a la pandemia. Con tan solo 16 años, Belén es reconocida como una joven líder con un gran futuro por delante. En diez años, se ve a sí misma como una abogada que defiende los derechos de las comunidades indígenas en Ecuador. “Imagino un mundo con respeto por las diferentes culturas, con respeto para todas las mujeres y los hombres. Quiero que las personas de las zonas rurales puedan tener las mismas oportunidades que las de las ciudades”, concluye Belén. (I)