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Un selfie podría salvar a una especie

El macaco negro vive en la reserva natural de Tangkoko, en el norte de Salawesi. Sus enemigos más grandes son sus compatriotas, que se alimentan de su carne con demanda mayor en fiestas.
El macaco negro vive en la reserva natural de Tangkoko, en el norte de Salawesi. Sus enemigos más grandes son sus compatriotas, que se alimentan de su carne con demanda mayor en fiestas.
Foto: Getty Images
17 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Actualidad

En 2011, David Slater viajó a Indonesia para fotografiar una de las siete especies de macacos que se encuentran en peligro de extinción en ese país y de las 25 que lo están en el mundo. Tras 2 días de recorridos en el territorio se dio cuenta de que a la especie le gustaba tocar sus cosas, así que dejó la cámara en su trípode en medio de la vegetación que habitan los macacos negros de cresta punk y ojos de color ámbar, en la isla Sulawesi. De pronto, un macaco, renombrado como Naruto, como el manga de Masashi Kishimoto, se acercó al objeto, sonrió y se fotografió. Naruto se sacó un selfie e hizo historia.

Para el fotógrafo, aquel clic del macaco “no fue algo fortuito, sino que hizo falta mucha perseverancia”.

¿En realidad un macaco se fotografió a sí mismo? La misma pregunta se hizo el mundo entero. Los primatólogos dicen que sí. Lo demuestran en su hábitat. En un reportaje de 2015, en National Geographic, los científicos intentan explicarlo desde la observación. El ingeniero Antje Engelhardt señala a Álex, un macaco que se monta en el lomo de Naruto para evitar una pelea con Charlie, el macho alfa de la tribu, luego de que este le arrebatara un higo que estaba por comer. “Álex desvía su frustración con  un animal menos poderoso”, dice el experto.

El selfie de Naruto, además de las dudas sobre la posibilidad de que un mono se tomara una fotografía, como cualquier humano de este siglo, puso en discusión la potestad del derecho del animal, luego de que el fotógrafo reclamara la propiedad de la fotografía que fue descargada más de 50 millones de veces en internet y publicada en diarios alrededor del mundo.

La organización PETA -Personas por el Trato Ético de los Animales- y el portal Wikipedia le negaron la propiedad al fotógrafo desde el inicio, pues el autor de la foto no es Slater, sino Naruto y por ende los derechos no son del fotógrafo. La situación empeoró cuando el fotógrafo publicó un libro con sus obras y con los autorretratos del macaco. Entonces PETA demandó a Slater a nombre del macaco.

La organización exigía que el mono fuera el dueño de los derechos y se ofreció como administrador de los fondos recaudados por la imagen del animal, de manera que estos ingresos se aplicarían en las campañas de protección de los primates.

Entonces empezó un litigio que duró 2 largos años y dejó en la bancarrota al fotógrafo hasta esta semana, cuando planteaba incursionar en el trabajo de ‘paseador de perros’. El martes 12 de septiembre, los jueces de un tribunal en San Francisco (EE.UU.) desestimaron la apelación interpuesta por la organización activista PETA en nombre del mono. Argumentaron que la protección de los derechos de autor no podían ser aplicados a un mono.

Aun así, el fotógrafo y PETA cerraron un acuerdo ante el tribunal para que el 25% de los derechos del selfie que se hizo Naruto en Sulawesi sirvan para proteger su hábitat. Naruto es propietario de solo una parte de los derechos de autor de la foto.

“PETA y David Slater están de acuerdo en que este caso plantea cuestiones innovadoras sobre la expansión de los derechos legales para los animales, un objetivo que ambos apoyan y por el que seguirán trabajando”, dice un comunicado tras el cierre del juicio.

Para PETA, este acuerdo “representa un punto de no retorno en la expansión de los derechos de los animales no humanos, un objetivo por el que continuaremos luchando”.

Una especie en peligro

Durante los 2 años que PETA y el fotógrafo David Slater buscaron un acuerdo por los derechos de un selfie nada cambió respecto a la situación de riesgo en la que se encuentran los primates. El macaco negro es una de las 7 especies que evolucionó en Sulawesi y una de las 25 que están en un crítico estado de extinción en el mundo.

En los últimos años han sido cazados por su carne, tomados por mascotas y hasta atrapados por granjeros para aprovechar parcelas de su territorio. De acuerdo al dato de los conservacionistas entre 2009 y 2010 se localizaron 2.000 macacos negros en su área reservada y desde entonces el número ha bajado. Sin embargo, no se tiene claro cuántos de estos sobreviven en el norte de Sulawesi.

La amenaza más grande para los macacos negros es que sus compatriotas de Sulawesi se han alimentado de su carne por siglos. La libra cuesta alrededor de $ 2 -considerando que un macaco adulto pesa entre 18 y 23 libras-. La demanda sube en días de fiesta.

Al entrar en Tompasobaru, a 6 horas de la reserva natural de Tangkoko, en el norte de Sulawesi se distingue por las alfombras de la carne de macaco clavadas delante de las casas, secándose en lonas al sol. Pero en el mercado abierto de la ciudad, se venden junto a pescado seco y pollo.

Para la fundación Macaca Nigra Project, fundada en 2006, en la investigación de esta especie, la protección de estos primates es fundamental para entender su evolución, pues además se conoce muy poco de su naturaleza.

Esta organización considera que más allá de los acuerdos políticos a los que podrían llegar para proteger la especie, la clave está en convencer a la comunidad de su importancia en el mundo para su conservación.

¿Cómo entender el mundo animal?

La performer y activista mexicana-argentina Liliana Felipe dijo hace 3 semanas en su primer concierto en Ecuador que esta es la era de la liberación animal. Hoy en día cada vez hay más pruebas de que la percepción que tienen los humanos respecto a la inteligencia y el pensamiento de otros seres vivos ha cambiado.

El primatólogo Frans de Waal en su último libro ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? reitera que durante mucho tiempo se han medido las capacidades animales según los estándares humanos, de tal manera que se ignora la inmensa variación en las maneras de percibir el mundo.

En su libro, publicado en 2016, De Waal cita el caso de una orangutana a la que le encantaba adornarse delante del espejo. El autor se pregunta: “¿Habrá alguna especie aparte de la nuestra proclive a hacerse selfies?”. El autorretrato de Naruto es una respuesta.  

El primatólogo considera que para experimentar respecto a la cognición animal hay que centrarse en la neurología. Solo así es posible identificar dónde ocurren las cosas en el cerebro y “cuanta más evidencia haya de mecanismos neuronales compartidos, más respaldo tiene el concepto de continuidad de la conciencia en el reino animal”, sostiene en su libro.

De Waal considera que “en vez de convertir a la humanidad en la medida de todas las cosas, tenemos que evaluar a las otras especies por lo que son ellas mismas”.

Con el litigio, el fotógrafo reconoció que el caso de Naruto y su selfie es una clara muestra de que él y los otros macacos son muy inteligentes, complejos, y que merecen tener legalmente su propiedad intelectual y derechos. (I)

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