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"Me encanta estar otra vez en acción, con la gente"

Rocío González de Moreno, esposa de Lenín Moreno, candidato a la Presidencia.
Rocío González de Moreno, esposa de Lenín Moreno, candidato a la Presidencia.
Foto: John Guevara / EL TELÉGRAFO
19 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Séptimo Día

Rocío González de Moreno está comprometida con la misión Las Manuelas; la siente propia y la une más a su esposo, Lenín Moreno, candidato a la Presidencia de la República por el movimiento Alianza PAIS.

Siempre quiso que la misión, una de las propuestas de Moreno, no esté dirigida únicamente a las personas con discapacidad, sino también a las madres (desde la gestación) y a los ancianos.

En varias ocasiones ha reiterado su deseo de unir a los ciudadanos en lugar de confrontarlos. Dice que la campaña de su esposo pone énfasis en lo social, porque “realmente la misión Manuela Espejo ya unió al Ecuador”.

Además, recalca, que “el programa Manuela Espejo fue un ejemplo para el mundo, una misión que ahora es el punto de partida para nuevos programas sociales orientados a grupos prioritarios”.

¿Siempre tuvieron Lenín Moreno y usted ese interés social por las personas con alguna discapacidad o fue a raíz del accidente que sufrió su esposo que surgió la motivación de buscar el bienestar y la superación de los demás?

En realidad, nos motivó más, pero, a lo largo de nuestra vida, siempre estuvimos muy vinculados a temas sociales y de acompañamiento a ancianos y niños. Este interés por las personas más vulnerables fue lo que también les inculcamos a nuestras hijas, porque todas lo han compartido.

Una de ellas es apasionada por los niños y, desde pequeña, ha ido a la Fundación de Adopción de nuestros niños a jugar con ellos. Es algo que para nosotros como familia siempre fue importante y se va dando de manera natural, nada forzada.

A la otra le gusta visitar los ancianatos y está pendiente de las personas mayores. Lógicamente cuando ocurrió el accidente en 1998 fue un momento muy duro para nosotros y un año después enfrentamos, al igual que muchos ecuatorianos, la crisis de 1999. Fueron momentos durísimos para todo el país.

¿Cómo enfrentó estas dificultades?

Recuerdo que trabajé el doble, porque Lenín tuvo una recuperación muy difícil con muchos dolores, aunque nunca perdió el optimismo; siempre fue positivo. Nosotros —como todos los ecuatorianos— también supimos salir adelante con la empresa que él había fundado muchísimos años antes.

¿Cuál era la actividad de la empresa que fundó Lenín Moreno?

El eje giraba en torno a un tema que también ha sido fundamental para nosotros: la promoción del país. Es un asunto que siempre ha sido de nuestro interés, tal es así, que justamente por eso Lenín Moreno fue el primer director ejecutivo de la Federación Nacional de Cámaras de Turismo de Ecuador. Si mal no recuerdo, desde 1996 Lenín incursionó en este campo. Como él, yo también me interesé por este tema, promocionando al Ecuador, creando la Cámara de Turismo de Pichincha, apoyando esto. Nosotros lo hacemos desde el área editorial; yo me especializo, principalmente, en publicar guías turísticas y folletos de nuestro país.

¿En qué sector del país se ha sentido más conmovida. Hay una región, en particular, en la que haya identificado mayores necesidades?

Pienso que lo que estamos haciendo es repontenciando lo que ya se hizo durante este tiempo en el Ecuador y lo que se continúa realizando. En estos momentos, tenemos la satisfacción y la alegría de volver a visitarlos, a escucharlos, porque al aproximarnos más, es posible conocer mejor las necesidades de las familias ecuatorianas.

De las visitas y acercamientos, ¿cuáles son las necesidades más acuciantes?

Hay varias y van surgiendo en los recorridos, como la vivienda digna. Se les va a entregar una casita a las personas con discapacidad y son las primeras que las recibirán, porque tenemos que consentirlas, apoyarlas. Son seres humanos que nos enseñan muchísimo todos los días. Cuando los visitamos, se aprende bastante y, al mismo tiempo, son capaces de darnos mucho amor. Cuando los conocemos nos sentimos más unidos a ellos.

¿Qué otras vivencias ha experimentado a través de la brigada Las Manuelas?

Todas las mujeres sensibles de Ecuador debemos llamarnos Manuela. Es importante señalar que vamos a empezar por el tema de la discapacidad, volviendo a visitar a los hogares. Al momento, estamos tomando los datos; tenemos un folleto que llenan todas las brigadistas. Esta información se envía después a una central de datos para procesarlas.

¿Qué respuesta han tenido?

Realmente la campaña con las cartillas ha tenido una respuesta espectacular. Sobre todo en las mujeres, porque todas quieren unirse a esta iniciativa y sumar esfuerzos. Estamos abriendo nuevos frentes, porque hay mujeres que quieren acompañarnos y apoyarnos. Es algo que nos llena de emoción. Precisamente, de eso se trataba, de la unión y de sacar a flote esa sensibilidad que tenemos las damas. Con esto no quiero decir que los hombres no tengan sentimientos, pero nosotras estamos más conectadas. En los hogares, la mujer es la que organiza y la que está pendiente de muchas tareas y del cuidado de los niños.

¿A los niños también apuntan los esfuerzos de este trabajo?

Sí, justamente, por los niños estamos trabajando; de hecho, es uno de los temas más importantes para poder erradicar definitivamente el consumo de drogas, por ejemplo. Haremos una campaña nacional de información y acompañamiento con las familias y en las escuelas. Hay que continuar promoviendo una educación en valores, en prevención, mediante el impulso al deporte, al quehacer cultural. Se nos están acercando personas expertas en temas de deportes, cultura para brindarnos su apoyo. Si conseguimos llevar adelante estas campañas habrá menos niños consumiendo drogas, un vicio que destruye su vida y la de sus familias.

Usted visitó hace un par de semanas Monte Sinaí, en Guayaquil. Esta labor de acercamiento a la gente, en sectores menos favorecidos, ya la llevó a cabo cuando Lenín se desempeñó como Vicepresidente. ¿Está reviviendo esta tarea?

Sí, así es. Estoy reviviendo lo que ya hicimos en la Vicepresidencia cuando realizábamos las visitas a las personas con discapacidad y organizábamos los festejos para los niños en la época navideña, una tarea en la cual me involucré la mayoría del tiempo. También invertimos nuestro esfuerzo en las ferias lúdicas. Por eso, puedo decir, que ahora me siento nuevamente como en casa. Me encanta estar nuevamente en acción. Aunque también tengo que señalar que no me he olvidado de la gente que visité durante la Vicepresidencia y lo he seguido haciendo personalmente. Nunca olvidaría la satisfacción que produce esta labor social y la posibilidad de sentirme útil. Es una sensación maravillosa. Me siento muy bien realizándolo.

El panorama político actual está muy polarizado y es lo que más critica la oposición. ¿Cómo se podrían resolver estas brechas?

Como lo estamos haciendo en este momento: impulsando una campaña de solidaridad, de amor y de respeto hacia los demás y eso es lo que todas las brigadistas que me acompañan en los recorridos tienen dentro de su corazón. No son necesarias las confrontaciones ni las polémicas. En estos momentos, el combate a la violencia contra la mujer, la lucha por la erradicación del consumo de drogas en los niños y jóvenes son problemáticas sociales que nos unen a todos los ecuatorianos, y no creo que nadie se oponga a este tipo de labor. Hay que pensar en función de país.

¿Cómo encausarían la voluntad política frente a una campaña que está claramente motivada por el odio?

En tiempos de campaña las personas se exaltan un poco, pero hay que dialogar con respeto. No todos tenemos que pensar de la misma forma, pero este valor es lo más importante. Hay que trabajar por los demás; evitar la polémica y pensar en el bien del país.

Cuando Lenín Moreno se desempeñó como vicepresidente, ustedes sacrificaron la vida en familia. Ahora, seguramente, tendrán que hacerlo otra vez. Sabemos que será difícil. Como familia, a veces, quisiéramos más privacidad, más tiempo para nosotros, porque —como todos los ecuatorianos— tenemos muchos proyectos, pero ahora la vida nos ha puesto en este lugar. Si el pueblo ecuatoriano así lo decide, cumpliremos los compromisos con mucha responsabilidad. Hay que ser positivos, proactivos y, sobre todo, solidarios.

Los políticos y, por supuesto, sus familias están expuestos, con frecuencia, a campañas sucias que merman su imagen y afectan la vida familiar. ¿Cómo piensan enfrentarlas y procesarlas si esto sucediera? Nosotros, como le digo, hacemos obras con amor, y al dedicarnos a lo que nos compete, con la responsabilidad que asumimos, no hay espacio para ese tipo de campañas sucias. El amor destierra ese afán de dañar al otro. No creo que haya nadie  que pueda estar en contra de querer trabajar por los demás, en temas que son tan sensibles para el Ecuador.

Uno de esos temas es la batalla contra el feminicidio...

Sí, es muy importante enfocarse también en este tema. Esto significa: ¡Ni una menos! En ese sentido, se  abarcan varias aristas, es decir, desterrar la violencia de palabra y de obra. Pongo un ejemplo que no sé si venga bien al caso, pero lo voy a decir: cuando las parejas están en el período de noviazgo, abundan las flores, los mensajes de amor, la comprensión, pero cuando llegan a formalizar la relación y son esposos, prácticamente se acaba todo eso. Hay que eliminar las acciones violentas, las palabras groseras, entonces no se llegará a estas consecuencias tan funestas que todos observamos cuando se violenta a la mujer.

En un encuentro en el cantón Samborondón se abordó la problemática que enfrentan también las mujeres en materia de educación, salud, inserción laboral, lucha contra la violencia y discriminación por género. Hay que avanzar hacia “un país que cuida de sus mujeres” y a liderar una batalla contra las muertes por razones de género”.

¿Cómo piensa lograrlo?

Vamos a trabajar con expertos y con los hombres y las mujeres. Hay que empezar desde la educación que les damos a nuestros hijos y también sensibilizar a los varones para que sepan que nosotras estamos para acompañarlos, para ser parte de una familia, de una amistad y de un romance, pero nunca para recibir maltratos.

En una ocasión, usted dijo que “aquí no habrá una primera dama, sino una mujer que se enlace para ustedes”. ¿Qué opina del papel de primera dama?

Lo vengo diciendo desde hace tiempo, porque eso de categorizar de primera y segunda, no me suena; no me agrada. Soy la esposa de Lenín, lo he acompañado siempre en su labor y estoy dispuesta a seguir haciéndolo, porque estoy encantada de cumplir con este cometido. Concibo esta tarea, sobre todo, con un enlace con la sociedad y las personas menos favorecidas y también en un acompañamiento para ir cumpliendo las promesas y crear una sociedad más equitativa y solidaria.

Graziano Mazón, uno de los fundadores de Maquita Cushunchic, dijo, alguna vez, que mientras más se acercaba a los excluidos, a los olvidados, más fortalecido se sentía para luchar por ellos. ¿Comparte usted este sentimiento?

Sí. Admiro mucho al padre Graziano y espero que ese ejemplo que nos da cada día se pueda difundir por todo el Ecuador para que tengamos una mejor sociedad. (I)

SU VIDA

En el sector turístico

Rocío González de Moreno es una mujer emprendedora que durante mucho tiempo ha estado ligada al área turística. Ha tenido contacto con mujeres artesanas y trabajado en ellas, apoyándolas en diferentes proyectos.

Enfocada en la labor social

La esposa de Lenín Moreno ha realizado visitas a los grupos de atención prioritaria, sobre todo a las personas con discapacidad. En compañía de su comitiva denominada Las Manuelas, Rocío González de Moreno ha recorrido diversas regiones del país para conversar con la gente y conocer sus necesidades.

Foto: Cortesía

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