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Las descargas de aguas residuales aún envenenan el estero Salado

Las descargas de aguas residuales aún envenenan el estero Salado
Foto: William Orellana / El Telégrafo
20 de marzo de 2016 - 00:00 - Jimmy Tapia

Martha de la Cruz vive desde hace medio siglo junto al Estero Salado. Esto es en la calle 23, entre Augusto González y Rosendo Avilés (Suburbio de Guayaquil).  A sus 73 años ella mantiene vivo un recuerdo: “Allí aprendí a nadar”.

Su vecina Gladys Romero, antigua también en el barrio,  apenada cuenta que a ella le daba miedo meterse, pero que le gustaba ver a las personas pescando y bañándose. “Venían de otros lados”, relata.

¿Hoy se meterían al estuario? Frunciendo el ceño responden: “Nooo”. El líquido, en ese sector popular de la urbe, tiene mal olor y un color oscuro. Ellas conocen que en el estuario caen las aguas residuales de las casas del sector.

Sus viviendas de cemento son dos de las que carecen de alcantarillado sanitario en el barrio. “Tenemos un tubo que desfoga allí”, cuenta De la Cruz. “Ninguna autoridad viene a resolver esto. Trabajadores de Interagua (concesionaria del servicio) visita el sector de vez en cuando, pero lo hace para ver si  estamos robando agua”.

Los últimos estudios del Ministerio del Ambiente (MAE), de 2015, revelan que la contaminación del estero no ha parado, pese a las gestiones gubernamentales. La entidad hizo investigación en ductos cajones, donde descubrió la presencia de heces que sobrepasan los valores establecidos en la norma ambiental.

“Además se pudo visualizar alto contenido de cloruro, que es un indicativo de contaminación por aguas servidas, ya que el agua contaminada con letrinas posee abundante cloruro”.

Los ductos monitoreados están próximos a los esteros Las Ranas y Palanqueado. (Ver infografía)

 El vecino Walter Segura, de la 21 y El Oro, recuerda que la polución comenzó hace 40 años. En esa zona -añade- hay gases que producen dolor de cabeza. “Antes se observaban jaibas, ahora existen moscas nomás”. En el sitio, donde aún hay casas de caña en las riberas, existe una rústica tabla para lanzarse clavados, pero luce abandonada.

La investigación del MAE también mostró que 54 de 60 puntos a lo largo del estuario se encuentran fuera del límite máximo permitido para realizar actividades recreativas: “Es decir que esta agua del estero no es apta para buceos, natación ni baños medicinales”.

Pobreza y contaminación: un escenario repetitivo   

Elizabeth Sánchez, de 54 años, reside cerca del estero Puerto Lisa, en la 19 y El Oro. Su inmueble es de caña y no tiene ningún servicio básico (luz, agua ni alcantarillado). Su sector es uno de los más empobrecidos en las riberas.

En un letrero reza que esa área es “Reserva de Producción de Fauna Manglares El Salado”. Pero allí predominan las frágiles construcciones de caña, basura flotante y el color verde del líquido. Ella es viuda y está allí -cuenta- porque no tiene dónde más vivir. “Me hice de marido y tuve que buscar un lugar”.

Elizabeth confiesa que le gustaría una reubicación. Ella ha escuchado que la van a retirar por construcciones en ese barrio y ante esa posibilidad no ha hecho mejoras en la infraestructura. Pero otras edificaciones sí.

Al pie del letrero, el pasado martes, había un montículo de cascajo. El material había sido colocado junto a una de las casas. Otros vecinos pusieron sacos, que forman una especie de barreras para protegerse de las inundaciones.   

En ese punto termina un ramal de Puerto Lisa, que con el tiempo se ha vuelto más angosto. Ya nadie realiza actividad en sus aguas.

Actualmente, 29 sitios del cauce no cumplen con el criterio de calidad de agua para la preservación de la vida acuática y silvestre. “Se visualiza que el parámetro que más incide es la materia flotante, que se encuentra presente en los tramos A, B, Palanqueado, Puerto Lisa, Las Ranas, Santa Ana, Puerto Hondo y Cobina”, indica la cartera de Ambiente.  

Por otra parte -señala el documento- hay poco oxígeno disuelto en el agua, en los tramos A, B, C, D, Las Ranas, Cobina y Puerto Hondo.  “Esto quiere decir que en esos sectores existe la probabilidad de que no se observe vida acuática”.

Los hedores del estero Salado, por la contaminación, son similares en el norte de la ciudad y en el Suburbio. La gráfica pertenece al sector de Urdesa. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo

Las zonas residenciales también provocan polución

Urdesa, en el norte de Guayaquil, es uno de los sitios más contaminados. Esto ocurre a pesar de que existe el 100% de cobertura de alcantarillado. “Hay valores que superan más de 100 veces el límite permitido por la legislación”, según el monitoreo del año pasado.

De acuerdo con este resultado, se produce polución desde los canales de aguas lluvias y desde los ductos. En un recorrido por Urdesa y Kennedy se constató que los hedores son semejantes a los de las áreas periféricas de la urbe.  

El biólogo Luis Arreaga, quien además es consultor ambiental, observó el año pasado que el rescate del estero Salado solo era posible eliminando todas las descargas y los asentamientos que están en las riberas. En un reportaje sobre las acciones que se estaban ejecutando en la ciudad consideró que los malecones eran un cinturón que evitaba el problema.

¿Por qué aún hay descargas de aguas sucias al estero?

La Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Emapag) e Interagua en un comunicado emitido hace poco contabilizaron 40.000 viviendas, en el área de influencia del estero, que carecían del servicio, debido a que no habían  cumplido con su obligación de conectarse a la red pública “por no poder sufragar los costos de dichas conexiones”.  

El mes pasado, en cambio, dijo que 1.500 predios de 6 sectores de la urbe no tenían el servicio, porque el Gobierno había notificado a los dueños que iban a ser desalojados. (I)

Los hedores del estero Salado, por la contaminación, son similares en el norte de la ciudad y en el Suburbio. La gráfica pertenece al sector de la19 y El Oro. Foto: William Orellana / El Telégrafo

La cantidad de desechos sólidos arrojados al agua se incrementó 

La cantidad de basura recolectada en el estero Salado, en el último año, pasó de 20 toneladas (t) diarias a 30, es decir, hubo un incremento de 50%, según cifras de la empresa Visolit.

Esta compañía privada, que fue contratada por el Municipio de Guayaquil, está a cargo de la limpieza de 10 tramos del estuario: desde el puente de la calle Aguirre hasta el ramal que pasa por la av. Juan Tanca Marengo.

Por su parte, el Ministerio del Ambiente (MAE), en su rendición de cuentas de 2014, informó que se extrajeron 503,7 toneladas de los esteros Lagarto, El Muerto, Cobina y Santa Ana.  

En esas zonas se controlaron las fuentes de contaminación y la recolección de desechos. (I)

Un vecino de la 16 y la F, en el Suburbio, puede pescar tilapia tras la rehabilitación del lugar. En el sitio el Gobierno Nacional construyó un malecón y realizó reubicaciones. Foto: William Orellana / El Telégrafo

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