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Sociedad
La silla de ruedas es una oportunidad de vida para canes con discapacidad
Hace 3 años, Kissy, la mascota de Gonzalo Albán Salazar, un técnico en computación de Quito, fue atropellada por un vehículo, lo que le provocó una fractura de columna vertebral con ruptura de médula que la dejó imposibilitada de caminar.
Al consultar varios veterinarios, la solución sugerida fue que le practicaran la eutanasia para que el can no sufriera. Sin embargo, Gonzalo no lo aceptó.
Él tenía conocimientos de que habían sillas de ruedas especialmente fabricadas para animales con discapacidad, pero el costo de las pocas que importan algunas personas al Ecuador era elevado: hasta $ 500.
El dueño de Kissy investigó en internet y allí aprendió —de manera artesanal— a confeccionar estos aparatos.
“Ella no sufre, no siente dolor y se desenvuelve como cualquier perrita normal. Eso me impulsó para ayudar a otros animalitos y enseñarle a la gente que hay una segunda oportunidad, que ellos pueden salir adelante sin importar la discapacidad que tengan”.
Gonzalo ha rescatado 17 perros: 2 de ellos también con discapacidad. Desde hace 3 años ha ayudado a unos 50 canes con sillas de ruedas, prótesis y otros implementos.
Por ejemplo, fabricó un aro que va sujeto con un arnés, que es de mayor tamaño que la cabeza de un perro y se lo coloca a aquellos que han perdido la visión para que no tropiecen con obstáculos en su camino.
“Ellos son capaces de continuar con una vida normal y feliz. En muchas ocasiones cuando salgo con mi perrito en silla de ruedas, la reacción de la gente es de lástima; algunos se me acercan a decirme que lo tengo sufriendo que ya ‘lo duerma’. Mi objetivo es demostrar que es todo lo contrario”.
Este animalista, que rescata perros abandonados por cuenta propia, resalta que los canes no tienen el problema de los seres humanos ante una incapacidad. “Ellos no están conscientes de que tienen una discapacidad y continúan con su vida”.
Carreras atléticas
A través de carreras atléticas, Esteban Ruiz Mejía, también de Quito, ayuda a los animales que tienen complicaciones en su movilidad.
Él es quien dirige el Proyecto Animalista Naciones 7K Ecuador, que en octubre pasado cumplió un año. A finales de julio, organizó una competencia de 7 kilómetros, en la cual participaron 400 personas entre ecuatorianos, venezolanos, brasileños, alemanes, ingleses y estadounidenses.
“Lo más importante fue organizar el tema de la carrera, en la cual trabajamos con 2 organizaciones animalistas: Catman y Dogin, y Manada Quiteña. Esto sirve para ayudar con las necesidades de refugio, comida, equipos”.
Ruiz resalta que con este precedente ya quedó definida la segunda competencia atlética que se efectuará en mayo de 2017, y que servirá para apoyar a animales con algún tipo de impedimento físico.
“La parte simbólica de la próxima competencia es que los últimos 500 metros van a participar perritos con discapacidad, en sus sillas de ruedas”.
Proyecto navideño
Tanto Ruiz como Albán trabajan para ejecutar un proyecto navideño que es la construcción de 40 sillas de ruedas que serán entregadas a familias de escasos recursos y que tienen mascotas con discapacidad.
Esteban recuerda que desde muy pequeño ya rescataba animales abandonados; siempre lo hizo con un grupo de amigos y por su cuenta. Hace un año quiso oficializar esta ayuda y hacer un poco más.
Él es dueño de Muñeca, una perrita de 13 años que está muy delicada de salud. “Ella fue rescatada, está muy enfermita y por eso estas actividades son como un homenaje que le estoy haciendo”.
El líder de este proyecto aclara que la idea básica no es construir un refugio sino concienciar a las personas que pueden adoptar, que no deben comprar mascotas y que esterilicen a las que ya tienen.
Para Rosa Barrera, voluntaria y quien ayuda en la parte logística al proyecto, más allá del amor hacia estos animales está el respeto por ellos y que “todo ser vivo merece”.
Ella comenta que siempre ha seguido la labor que hacen Esteban y Gonzalo, y reitera que las actividades que realizan están encaminadas a que la gente haga conciencia de que un animalito discapacitado puede tener una vida normal sin importar su origen o su raza. (I)