Tiene 33 años en la docencia, pero está convencida de que cada día aprende algo nuevo en esta profesión.

Desde que ingresó a trabajar como maestra, en 1982, en la unidad educativa en donde ahora es rectora, ha visto pasar a varias generaciones de estudiantes, tomándole el pulso a los cambios que ha experimentado la educación durante más de tres décadas.

Cuenta que, cuando llegó, las aulas de clases tenían entre 40 y 50 alumnos con una educadora y que ahora solo está permitido un máximo de 35 por salón.

“Esto se origina porque los chicos llegan sin una preparación previa desde sus hogares. Antes hubo una responsabilidad compartida. Existía un trabajo en casa que ya no se da hoy por hoy. Una formación en valores que ahora es responsabilidad de los maestros y de la institución”.

Meza asegura que en el pasado había respeto y admiración hacia al maestro, y que, aunque eso no se ha perdido completamente, sí ha disminuido.

Para esta profesora que inspira respeto –no solo del alumnado, sino también de sus colegas– la mayor satisfacción que siente es cuando observa a exalumnos en las calles. “Cuando se acercan a saludarme, siento que lo que se hizo en su momento está rindiendo frutos. En lo personal, no mido el éxito como profesional, sino porque formamos a seres humanos íntegros y con valores morales”.

Para Meza, hasta el primer día de clases ha cambiado dentro de las instituciones educativas. Y hace referencia a ese momento mágico que existía en el estudiantado luego de tres meses de vacaciones.

“Durante ese lapso no había casi ningún tipo de contacto entre los chicos. Siempre se mantuvo esa expectativa de saber quiénes serían sus nuevos compañeros y nuevos maestros. Ese primer día se conversaba mucho de qué se había hecho en vacaciones. Ahora por las redes sociales, aunque no haya contacto físico, ellos están enterados de todo lo que hacen durante ese lapso de tiempo”.

Pero no solo los estudiantes han cambiado. El desarrollo tecnológico también hizo que el maestro evolucione y esté a la par de estos.

La docente asegura que el educando de hace 20 años tenía mejor formación en valores, pero los de ahora son mucho más tecnológicos. “El maestro se enfrenta a estudiantes muy informados. Antes las vertientes de conocimientos se limitaban a los padres en casa y los maestros en las escuelas. Ahora ellos manejan información, ven tutoriales y argumentan. El deber del profesor es acompañarlo en ese aprendizaje. Por eso se demanda de maestros mucho más creativos que deben competir con las tecnologías. Es una necesidad  que el estudiante se interese por la clase que se dicta porque así se mantiene atento y despierto”. (I)