Aimara Rodríguez, el tesón puesto a prueba
Para la cubana Aimara Rodríguez Fernández, salir de su país era una asignatura pendiente si quería mejorar su estatus económico. En la parte académica le había ido bien. Logró un Phd con mucho esfuerzo. Había impartido clases en la Universidad de su natal Ciego de Ávila y estaba a cargo de la secretaría general de la institución. A los 30 años ya había recorrido las sendas de la docencia y poseía el máximo grado de formación profesional. “Todo con mucho esfuerzo” aclara esta socióloga que ahora dirige la Universidad Laica Vicente Rocafuerte.
Cuenta que desde niña le gustaron los números y que hasta la secundaria participaba en concursos de matemáticas. “Tenía vocación porque mi madre es economista. Aunque ella quería que sea médica yo nunca lo vi como una alternativa porque creo que no tengo vocación para ello”.
Si hay algo que destaca en Aimara Rodríguez es que siempre luchó por conseguir sus metas. Se graduó de socióloga en el 2001 y al año siguiente se postuló para hacer un Phd. No fue sencillo cumplir ese objetivo. Primero tuvo que pasar una estricta etapa de selección ya que se trataba de un convenio entre las universidades de Ciego de Ávila y Cien Fuegos de Cuba y la de Granada de España. Luego quedó embarazada de su hija Daniela. Pero no se amilanó con nada. Su madre, Marisela fue su apoyo en todo momento. “Ella nunca dejó que me dé por vencida. El proceso fue largo porque tenía que combinar los estudios con el trabajo y las actividades del hogar”. En el 2008 nació Alexandra su segunda hija eso la impulsó a terminar sus estudios de posgrado. El camino se puso muy duro, asegura. “Me separé del padre de mis hijas, pero el deseo de triunfar me invadía a cada instante y en 2010 logré titularme”.
De la mano de la conquista académica llegaron nuevas responsabilidades que las asumió con mucho entusiasmo y profesionalismo. Pasaron cinco años y en 2015 se dio cuenta de que necesitaba crecer económicamente. Aunque de pequeña nunca imaginó salir de Cuba y dejar a su familia. Ahora era una alternativa para darle un mejor estilo de vida a su prole. Ecuador se convirtió en una opción por el libre visado. Llegó primero a Quito por unas amistades pero cuatro días después arribó a Guayaquil. Su meta era trabajar en una universidad; aunque por el poco dinero que poseía también buscaba en anuncios clasificados. Llegó a la Universidad Laica por recomendación de una amiga. “Agarré un bus y caminé. Me entrevisté con Rolando Villavicencio quien era el decano de la Facultad de Ciencias Sociales. Una semana después me aceptaron como docente. Al año y medio, por mi hoja de vida y mi deseo de servir me postularon de candidata a rectora gané las elecciones y aquí estoy sirviendo a la comunidad laica y al país. “Yo siempre le pongo ganas a todo”. (I)