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Hacer sombreros de este material es una ocupación campesina

La paja toquilla cambió la economía del sector, su auge y crisis

La materia prima para la elaboración del sombrero de paja toquilla provenía de la Costa, en especial de Manglaralto y del cantón manabita Montecristi. Foto: Archivo
La materia prima para la elaboración del sombrero de paja toquilla provenía de la Costa, en especial de Manglaralto y del cantón manabita Montecristi. Foto: Archivo
15 de febrero de 2015 - 00:00 - Gabriela Neira Escudero, Cátedra Abierta de Historia Universidad de Cuenca

El siglo XX trajo consigo tendencias de transformación muy importantes para las ciudades ecuatorianas. La urbanización, el crecimiento poblacional, la dotación de servicios e integración al mercado mundial por la exportación de sombreros de paja toquilla generaron particulares y complejas dinámicas en las relaciones sociales, políticas y económicas de Cuenca y la provincia del Azuay, que deben ser estudiadas desde el desarrollo regional de la Sierra sur.

Los sombreros de paja toquilla, equivocadamente conocidos como Panama Hats, son de origen ecuatoriano y constituyen sin duda un ícono cultural, así como un producto mercantil de importancia. La Unesco declaró al tejido del sombrero de paja toquilla como Patrimonio Intangible de la Humanidad, el 5 de diciembre de 2012, hecho que evidencia el arte de su elaboración y la trascendencia de su uso.

Dos emprendedores iniciaron el traslado de la materia prima proveniente del litoral: Manuel Alfaro, en 1835, y Bartolomé Serrano, de Azogues, en 1845, en Cuenca y Azogues respectivamente. Empero, su comercialización de manera masiva debió esperar la apertura del canal de Panamá, a inicios del siglo XX.

Para analizar la situación de auge y caída de la producción toquillera en la región de la Sierra sur del Ecuador en las primeras décadas del siglo XX, es necesario ubicar esta producción, que corresponde a muchos espacios de nuestro país, aunque su tejido y comercialización se localizaron en nuestra región.

La materia prima para el sombrero provenía de la Costa ecuatoriana: principalmente desde Manglaralto, según Monsalve Pozo, y Montecristi. La palma tratada era llevada a Guayaquil para su posterior traslado hacia Cuenca, Azogues y demás cantones y poblaciones aledañas donde se tejían mayormente los sombreros.

Monsalve Pozo identifica a Cuenca, Azogues, Biblián, Loyola, Gualaceo, Chordeleg, Sigsig y otros espacios aledaños. Vale la pena hacer una importante distinción, en la provincia del Azuay el tejido es mayoritariamente femenino, lo realizan mujeres campesinas y de clase baja de las áreas urbanas; mientras que en la provincia del Cañar el tejido lo realizan mujeres y varones, particularmente en Azogues, Biblián y Loyola, según menciona Monsalve Pozo. También nos dice que en temporadas muy específicas y por la subida de los precios del sombrero, el número de tejedores crecía incluso entre personas de clases altas que prestaban sus manos para el tejido.

En zonas rurales el tejido es complementario de la actividad agrícola, durante el tiempo libre de las actividades agrícolas, muchas mujeres campesinas actúan como prestamanos para el desarrollo del tejido, mientras que en espacios más urbanos muchas mujeres dedican su tiempo de manera exclusiva al tejido de sombreros. Por lo anterior Monsalve Pozo concluye “que la industria del sombrero de paja toquilla es una manufactura casera, que pertenece al tipo de economía familiar abierta para el mercado externo”.

Esta actividad constituyó la base fundamental en el desarrollo económico de Cuenca en la primera mitad del siglo XX, junto con otros productos, como el alcohol, posibilitó un proceso de embellecimiento, modernización y significativo crecimiento de la ciudad, a la vez que fue, muchas de las veces, un sistema de explotación a gran escala en el cual las tejedoras y tejedores, percibían cantidades irrisorias por un trabajo extenuante y obligatorio, frente a las ganancias de intermediarios y casas exportadoras.

En las décadas de 1940 y 1950 existieron 10 casas de comercialización grandes (5 de ellas pertenecientes a familias de origen extranjero, principalmente judío) y 8 casa de exportación pequeñas.

Durante los primeros años de la década de 1950, la exportación del sombrero de paja toquilla sufrió una repentina caída que marcó un período de crisis importante, los datos de las exportaciones cayeron drásticamente generando una baja significativa en la economía local y el desarrollo que había experimentado la región se vio disminuido por esta baja en las exportaciones. Sin embargo, el tejido no ha terminado, incluso en la actualidad los sombreros se siguen confeccionando en las zonas rurales y urbanas de las provincias del sur del país.

Número de Tejedores de Azuay y Cañar: en 1950 hubo 26.635 (5.967 urbanos y 20.668 rurales); en 1953, un total de 18 mil (5.500 urbanos y 12.500 rurales); en 1954, 14.850 (urbanos, 5.266 y rurales 9.584), según Lucas Achig.

En 1952 aparece la primera intención de un giro de la producción con el aparecimiento del Instituto de Reconversión Económico de Azuay y Cañar, con la idea de solventar la inevitable crisis que supuso para la región tan importante baja en las exportaciones de los sombreros de toquilla, a lo que se debía sumar una baja considerable en la producción y distribución del aguardiente.

En 1958 aparece el CREA, como continuación de la anterior y con los fines de planificación y desarrollo. Entre sus propuestas estaban: el incentivo de las actividades económicas nuevas y tradicionales en las distintas provincias; colonizaciones dirigidas; planes de desarrollo; la generación de granjas para el adelanto agrario y ganadero, entre otras.

Estas políticas colectivas regionales de planificación y desarrollo económico iniciadas con el Instituto de Recuperación Económica de las provincias Azuayas (1952-1958) y más adelante con el CREA (1958-2009), procuraron mediar en la pérdida significativa del mercado externo, dichos organismos contaron con fondos provenientes de organizaciones no gubernamentales extranjeras. La crisis de los primeros años de la década de 1950 plasmó la creación de organismos de planificación y desarrollo a nivel regional con el fin de dar impulso a las actividades económicas deprimidas y diversificar otras posibilidades de producción, así como el acompañamiento de otros procesos.

LA NECESIDAD DE COMPRENDER UN PROCESO

Las condiciones económicas y sociales del crecimiento urbano desde 1930 y 1950 reconfiguraron las dinámicas de Cuenca, la provincia del Azuay y la Sierra Sur, generando nuevos elementos identitarios que marcaron diferencias con otras regiones.

El tejido de los sombreros es una ocupación campesina permanente, en ocasiones fue la única forma de acceder a la moneda en un medio en el cual todavía dominaba el trueque. En la primera mitad del siglo XX, como hoy, esta labor estuvo relacionada con la población campesina, como una actividad complementaria.

En la historia las y los tejedores de sombrero, campesinos y obreros que se encontraban completamente dispersos, eran los menos favorecidos económicamente.

Pero, ¿qué significó en el desarrollo de la región durante este período? ¿Qué instituciones gubernamentales se fundaron? ¿Quiénes son los rostros y las manos detrás de este importante producto de exportación?

¿Sabemos el valor simbólico que tiene? ¿Lo usamos con orgullo? Es cierto: la crisis también permitió visualizar nuevas oportunidades, aunque no sin esfuerzo y sacrificio.

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