“Me encomendé a la Virgen del Carmen, porque estaba sola en el primer parto de mi hija. Gracias a Dios, mi niña nació sin novedad y desde ahí aprendí a ser partera tradicional”, cuenta Nemencia Mercado, quien a sus 66 años, aún es partera en la provincia de Esmeraldas. Con un certificado de titulación otorgado por el Ministerio de Salud Pública (MSP) y los 29 años de experiencia que la acreditan en este oficio, atiende a mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto, desde una perspectiva humana y basándose en la medicina tradicional y ancestral.

La capacitación del MSP inició con las afroesmeraldeñas, pero también se integró a la etnia Awá, detalló Dalia Cedeño, directora del hospital fiscomisional Divina Providencia, de San Lorenzo del Pailón.

Doña Nemencia, relata que ahora tiene conocimientos de la medicina moderna que antes no; que aprendió a esterilizar su material como parte de las medidas de prevención y con ello evita infecciones que arriesguen la salud de las mujeres o de los recién nacidos. “Soy muy conocida y si usted pregunta en cualquier barrio de San Lorenzo por doña Nemencia, le informarán de algún parto en casa que he realizado”, dice orgullosa.

Con la credencial del MSP asiste los partos que llegan al hospital Divina Providencia y a particulares con un costo de $ 50. Para ello, el hospital cuenta con una sala adecuada para atender partos de forma ancestral. Una de las pacientes atendidas, en abril pasado, por una partera acreditada, fue Lucrecia Saltos, habitante de la zona rural de Carondelet.

María Tenorio, partera nativa de la comunidad El Pan, también participó en el curso del MSP, donde aprendió procedimientos médicos para el parto y posparto. “Una partera cuida el embarazo y el desarrollo del bebé hasta el alumbramiento, también hace masajes, baños y orienta sobre la nutrición de la madre”, indicó Tenorio.

Este servicio lo realiza desde los 6 meses de embarazo ya sea a domicilio o en casas de parto, en caso de sangrado de la paciente, inmediatamente la transfiere al Hospital San Lorenzo. Estos saberes ancestrales ahora son compartidos con los pediatras y ginecoobstetras de esta casa de salud, manifestó Cedeño. Por esta razón, se lo está equipando como hospital de segundo nivel y al momento cuenta con medicina interna, cirugía y pediatría.

Las parteras son capacitadas durante un año y medio, tiempo en el que comparten con los médicos y enfermeras. En este cantón fronterizo con Colombia, se atendieron, el año pasado, 303 mujeres embarazadas, identificando a 50 mujeres sin atención integral diferenciada.

Además, unas 83 madres de parroquias rurales recibieron asistencia en ginecología, medicina familia, ecografía y psicología, informó Yisley Medina, directora técnica del centro básico tipo C. Según Felipe Cuajivoi, promotor de salud comunitaria awá, los habitantes de esta etnia, ubicada entre San Lorenzo y Nariño (Colombia), son reservados al recibir asesoramiento sobre la medicina moderna.

De acuerdo con sus costumbres ancestrales, los padres y abuelos son los principales en atender un parto en su comunidad. Una de sus creencias es ubicar a la parturienta amarrada en un madero (posadera resbalosa), para que salga más rápido el recién nacido. En las 6 comunidades que participaron, 53 voluntarios recibieron la capacitación, 23 se graduaron y 5 están contratados en hospitales cercanos para la atención de partos y la asistencia a la mujer. (I)