Reinterpretan la música y los cantos propios de cada una de las comunidades de Cotacachi. Se trata de un grupo de jóvenes que tiene por objetivo no perder su cultura. Humazapas es un colectivo conformado por alrededor de 45 personas, entre danzantes, músicos, cantantes y actores. El término kichwa significa cabezones o despeinados, pero también es una peluca hecha con rabo de vaca que usan los danzantes Abagos de la comunidad de Chilcapamba, en Cotacachi. Jesús Bonilla, de 21 años, oriundo de Turuco y estudiante de producción musical, explica que este colectivo es el resultado de un trabajo anterior que empezó con Waruntzy, un grupo de amigos que desde hace 4 años busca inculcar a los más pequeños la música tradicional de Imbabura. Después de formar a varios músicos, crearon el colectivo Humazapas, que desde hace año y medio investiga los ritmos tradicionales de cada comunidad para llevarlos a un escenario, pese a que la idea inicial del grupo Waruntzy era tocar solo en calles y plazas. Una vez formado Humazapas, Waruntzy no se eliminó, sino que se convirtió en una escuela de enseñanza y formación de nuevos músicos donde niños y adolescentes de las comunidades de Cotacachi aprenden a elaborar y tocar instrumentos propios de su localidad. Actualmente 4 integrantes de Humazapas dan clases gratuitas en el Museo de las Culturas de Cotacachi. Hasta el momento, cuentan con alrededor de 30 niños quienes asisten a clases todos los domingos de 10:00 a 12:00. Con la iniciativa de enseñar a los niños la música de sus comunidades, pudieron descubrir nuevos talentos. “Eran nuestros vecinos y nunca supimos que eran músicos, nosotros, que somos propios de Cotacachi, no teníamos idea de que había tanta riqueza musical y artística en las comunidades”, comenta Bonilla. Con el proyecto lograron visibilizar estos talentos. Hoy buscan formarlos musicalmente para que después sirvan a la misma comunidad. Mientras que con Humazapas, según Tamia Andrango, danzante de 22 años, buscan llevar al escenario la música más tradicional y pura de las comunidades que encontraron en sus investigaciones, de ahí que no mezclan ritmos ni innovan los instrumentos. “Este es un trabajo necesario para las comunidades. Se trabaja para revalorizar, recuperar y reconocer la música que existe pero que no ha sido visibilizada”, comenta Ciclali Andrango, representante del colectivo, y agrega que el objetivo es no perder esta riqueza cultural. La investigación de los integrantes de Humazapas inicia con el reconocimiento de los músicos, pasa por un momento de convivencia con ellos, y a partir de eso se crean las obras que son reinterpretaciones de la música y cantos propios de cada comunidad. La música es individual en cada sector, no existen grupos musicales, solo hay músicos que han permanecido en la clandestinidad y por separado. Al unificar la información, los músicos del colectivo, que tocan instrumentos como arpas, violines, guitarras, guitarrones y el rondín, recrean la música propia de cada lugar y la llevan a escenarios. “Ese es nuestro trabajo, reaprender y después crear este tipo ensamble de música”, dice Bonilla. En el escenario también se presentan obras teatrales de las tradiciones indígenas como la presentación del matrimonio o el wawa wañuy que es la muerte de un niño.“Empezamos en Imbabura pero queremos reposicionar la música y tradiciones del país”, dice Bonilla. (I)