Partamos de este dato casi desconocido en nuestra propia historia sobre Vicente Rocafuerte. “El 18 de septiembre de 1834, Rocafuerte fue designado Jefe Supremo por Guayaquil hasta la reunión del Congreso, que se concretó el 22 de junio de 1835, en Ambato. Fue excomulgado por excluir al clero de esta convocatoria. Lejos de amedrentarse, condenó al destierro a miembros de la iglesia”.

Vicente Rocafuerte, según su genealogía publicada en Los Orígenes de los Ecuatorianos (Mauricio Alvarado Dávila), tuvo 15 hermanos y hermanas. Entre ellos, Josefa Rosa Nicolasa, casada con el coronel Jacinto Bejarano, caballero de la Orden de Santiago.

Se desposó luego con el Mariscal José La Mar y Cortázar, presidente de la República del Perú; Francisca, casada el 8 de diciembre de 1804, en la catedral de Guayaquil con el coronel Luis Rico (gobernador interino de Guayaquil en 1809).

Petra, María Diego del Rosario, Felipe Antonio, María Tomasa, Francisco José y José Francisco. Un hermanastro se llamó Pedro Telmo Rocafuerte y Sáenz.

En total son 16 los hijos del capitán español Juan Antonio Rocafuerte que se casó justamente con Gertrudis Sáenz, antes de enrolarse con la dama guayaquileña. (Datos del guayaquileño Alberto Cordero Aroca en una biografía de Vicente Rocafuerte, señalan que tuvo 20 hermanos, de los cuales sobrevivieron Vicente y 5 hermanas, como ya dijimos).

Vicente Rocafuerte Bejarano, que también fue presidente, tuvo 2 cuñados que manejaron los destinos políticos de pueblos que se configuraron en repúblicas.

El general José Domingo La Mar y Cortázar, casado con Josefa Rocafuerte: y el militar Gabino Gaínza y Fernández de Medrano, casado con su hermana Gregoria. Sabemos que La Mar, nacido en Cuenca del actual Ecuador fue presidente del Perú entre 1827 y 1829.

A Gabino Gaínza se lo conoce como militar y político guatemalteco de origen español. Es un nombre más distante en nuestros escasos conocimientos de historia hispanoamericana: nació en Guipúzcoa (1750), en el país vasco, y murió en México en 1829.

Como muchos de los personajes de la época, primero se identifica como realista y luego pasa a ser el independentista de Guatemala, aunque los datos dicen ser el “Proclamador de la Independencia de Centroamérica”.

En medio de una novelesca situación, los historiadores dicen que “siendo Jefe Político Superior de la Provincia de Guatemala, (le tocó) proclamar la independencia y convertirse en Presidente de una Junta Provisional Consultiva con delegados de Chiapas, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica”.

Como militar había sido destinado a América e intervino en la guerra de Independencia Norteamericana, contra los ingleses. Luego de algunos episodios en Cuba, entre los que estaba su liberación, se dice que iba a casarse secretamente con una dama de la nobleza lugareña, se lo llevaron a España. “En 1784 fue destinado al Perú con los regimientos que iban a reforzar la guarnición después de la rebelión de Túpac Amaru, que contribuyó a sofocar”. Un dato anecdótico: “En 1.796 fue denunciado a la inquisición del Cusco por tener en su casa libros como ‘Pan y Toros’ de Jovellanos”.

El mismo autor señala que “el 25 de octubre, a los 46 años de edad, contrajo matrimonio en la Iglesia Matriz de Guayaquil con Gregoria Rocafuerte y Bejarano, de solo 20, estableciéndose en el puerto. Con el paso del tiempo nacerán seis hijos, una de ellas, Pepita Gaínza, será la novia platónica del General Sucre”.

Gaínza tiene que ver mucho con la historia de Chile, pues luchó como militar realista en 1814 por designación del Virrey Abascal, con fuerzas estacionadas en Chillán.

Entre triunfos y derrotas en territorios chilenos, Gaínza fue acomodándose a sentimientos independentistas y oportunistas.

Sospechado de estos acuerdos, se menciona que “Gaínza fue procesado en Lima por sus tratos con los insurgentes. Indultado, fue destinado a Guatemala como subinspector general del ejército.

Nombrado capitán general de Guatemala, en 1821 se unió a los patriotas, proclamó la independencia del país y se convirtió en su primer jefe de Estado. Aunque desconoció la autoridad de la Corona, guardó una teórica lealtad a España. A requerimiento de Agustín de Iturbide, Gaínza aceptó la unión de Guatemala con el Imperio mexicano.

En 1822, sin embargo, fue depuesto por Iturbide de la presidencia en la diputación provincial, que había sido creada a instancias de Gaínza con el fin de institucionalizar la subordinación guatemalteca al Imperio. Iturbide, que no confiaba en Gaínza, hizo que se instalase en México, donde falleció”.

Nuestro investigador Rodolfo Pérez Pimentel, nos relata los detalles de su biografía en Centroamérica, luego de un paso fugaz por Quito a órdenes de Nueva Granada.

“Semanas después los revolucionarios guatemaltecos agitaron las provincias. Julio y agosto fueron meses álgidos y el 15 de septiembre el Cabildo de Guatemala promovió una asonada. Gaínza fue llevado al balcón y obligado a  proclamar la independencia de esa audiencia, que entonces comprendía desde Guatemala (norte) hasta Costa Rica (sur).

El Cabildo acordó que Gaínza continúe con sus poderes “hasta tanto se estructure el nuevo estado de cosas”. Pregunta: ¿cómo podemos acabar de entender nuestras independencias? Están claros los acomodos a las nuevas circunstancias histórico-políticas, respaldado por el poder de las armas.

VIUDA DE GAÍNZA NUNCA RECIBIÓ LOS 10 MIL PESOS

El 14 de enero de 1822 llegó a Guatemala, con mucha pompa, Gregoria Rocafuerte de Gaínza, acompañada de sus hijos. Al día siguiente, el Oydor Mariano Beltranena, movido por el Marqués de Aycinema y su tío, armaron otra algazara. Gaínza fue apresado y firmó el acta de adhesión de Centroamérica al Imperio Mexicano de Agustín de Itúrbide.

Tratando de agradarle, Itúrbide lo nombró Caballero Gran Cruz de la Imperial Orden de Nuestra Señora de Guadalupe. En junio le confirió el grado de Teniente General. El 6 de noviembre de 1822, Gaínza arribó a México y tras la caída del imperio murió en 1829, pobre y olvidado.

Su viuda regresó a Guayaquil con un acuerdo del cabildo de Guatemala que le concedía a su marido, desde 1821 y de por vida, una pensión militar de 10 mil pesos anuales. ¡Lástima que jamás se efectivizaron!