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La Plazoleta México es la oficina de los lustrabotas en Puyo

La Plazoleta México es la oficina de los lustrabotas en Puyo
07 de abril de 2013 - 00:00

Segundo Caizaguano tiene 50 años e inicia  su jornada  todos los días a las 05:00. Primero ayuda a su esposa en la preparación del desayuno y juntos arreglan su pequeño domicilio ubicado en el barrio La Isla. Pero  antes de que salga el sol, se dirige  rumbo a la Plazoleta México, ubicada en el centro de la ciudad de Puyo.

A un costado de las dependencias municipales esta su negocio, en el que da brillo a los zapatos de los oficinistas de la urbe amazónica.  Su caminar es pausado debido a una operación en una de sus piernas, por lo que llegar a su puesto de trabajo le toma algún tiempo.

Tras su arribo,  escoba en mano limpia toda el área donde cumplirá su labor; ubica una silla para el cliente y otra para él, revisa todos sus materiales  (bacerola, tintas de colores, cepillo y franelas).

De pronto, se da cuenta de que  uno de los materiales que usa se ha terminado y no cuenta con dinero suficiente para reponerlo. Pero se da modos y antes de las 08:00 ya tiene dos clientes y otros más esperan su turno para que  su calzado reluzca.

Transcurre el tiempo y sus compañeros de trabajo se van multiplicando. El portal que  antes lucía casi desolado, alrededor de las 08:00 da alojamiento a  seis personas que cumplen igual trabajo que Segundo. Se trata de dos mujeres y cuatro hombres, los que conforman la Asociación 24 de Mayo.

Una de esas mujeres es Blanca Caranqui, quien con gran orgullo indica que lleva limpiando zapatos en el lugar desde hace cinco años, y a pesar del poco dinero que gana diariamente, ayuda a su esposo a suplir las necesidades de su hogar y de los estudios de sus hijos.

Como ama de casa, desde muy temprano debe también preparar a sus hijos para que acudan a estudiar y despide a su esposo que  todos los días va cumplir su trabajo de albañilería. Cuenta que las cosas no son fáciles, que en ocasiones el clima les juega una mala pasada y los clientes no acuden como en otras ocasiones.

Blanca y Segundo son los más antiguos en ese trabajo y cuentan que, por lo general, ganan  hasta un máximo de 10 dólares en todo el día. El costo oficial impuesto por ellos mismos es de 50 centavos por cada par de zapatos. Para ellos no existe fin de semana ni vacaciones y sus labores culminan antes de las 18:00. “Si un día no trabajamos, nos quedamos sin comer”, dicen.

Para poder sostener su sitio de trabajo, del que en alguna ocasión pretendieron desalojarlos, se han organizado y establecieron su Asociación, la cual está legalizada ante el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). Actualmente, Caizaguano es el Presidente.

Según recuerda Segundo, los betuneros están en ese sitio desde hace más de 25 años. “Algunos creen que se gana buena plata y al ver que no es así se van”, manifiesta.

  Pero allí las necesidades son muchas. El dirigente cuenta que para su trabajo necesitan otras sillas, otros cajones pues los que poseen ahora están viejos. “Necesitamos pintura y otras cosas. Esto fue regalado por el anterior Alcalde”, añade Blanca.

El costo de  nuevas sillas, equipadas con parasol, cajas  de tinta y adicionales, podrían alcanzar un costo  de 100 dólares para cada uno. Algo, por ahora, inalcanzable.

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