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El Prado progresó gracias a la fábrica de textiles

En la actualidad esta barriada es un sitio tranquilo para vivir. El comercio se mantiene en la zona y los vecinos tienen conexión con el resto de habitantes de la ‘sultana de los Andes’. Foto: Elizabeth Maggi.
En la actualidad esta barriada es un sitio tranquilo para vivir. El comercio se mantiene en la zona y los vecinos tienen conexión con el resto de habitantes de la ‘sultana de los Andes’. Foto: Elizabeth Maggi.
25 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Riobamba es considerada la ciudad de las primicias debido a que desde este lugar se iniciaron empresas y barrios que destacaron a través del tiempo.

Entre estas resalta la fábrica El Prado, considerada única en el Ecuador por hacer tejidos de lana y algodón de la mejor calidad, una materia prima tan cotizada que sus bodegas siempre permanecían vacías debido a la gran demanda.

En la urbanización El Prado, ubicada en las calles Nueva York, Febres-Cordero y Luz Eliza Borja, todavía se mantienen algunas edificaciones de lo que fue esta factoría. Muchos habitantes aún recuerdan el gran portón que se ubicaba en el ingreso de esta industria que abarcaba casi 10 cuadras.

Fue fundada en 1918 por Carlos Cordovez que no solo convirtió este lugar en un centro fabril, también lo convirtió en el sitio de mayor acceso al arte y al deporte.

Por esa causa, la fábrica El Prado contaba con su propio equipo deportivo de fútbol. Sus jugadores participaron en campeonatos y fueron ganadores de una copa de plata.

Según el libro La Provincia de Chimborazo en 1942, esta infraestructura estuvo avaluada en 2 millones de sucres y tenía bajo su cargo a unos 500 empleados.

Se dedicaba a la fabricación de telas de algodón, pañolones, camisetas, géneros blancos hilados, franelas, guingas, alfombras, toallas, rodapiés, ponchos, casinetes y manteles. Contaba con sucursales en las ciudades de Ambato, Babahoyo, Guaranda y Cuenca.

Además, exportaba a otros países y no era raro encontrar anuncios en periódicos como el América Libre Guayaquil sobre la forma de pago que se debía realizar para adquirir las telas.

Gladys Asqui, de 70 años, todavía recuerda la suavidad de las telas que eran comercializadas en los almacenes céntricos de Riobamba.

“Eran muy elegantes. Había casimires que eran muy solicitados, mi madre siempre solía comprarlos porque según decía eran muy fáciles para confeccionar”, dijo Asqui.

En la actualidad solo se encuentran 5 construcciones que conservan la arquitectura de ese tiempo. Sin embargo, la mayoría de los habitantes de la urbanización El Prado conserva con mucha facilidad las memorias de cómo era la industria antes de ser vendida.

Mauricio Vela, que tiene una barbería donde fueron las oficinas principales de la fábrica, explica que fue uno de los primeros en adquirir un terreno cuando su dueño decidió lotizar.

“Mis padres adquirieron un terreno en 200 sucres, pero nosotros todavía conservamos la división que existía entre la oficina principal y la trastienda. Era muy grande y la maquinaria solía ser de grandes proporciones, ya no existe nada de eso ahora”, señaló Vela.

En ese tiempo, el barrio era reconocido en la ciudad por el comercio, ya que allí aún se asientan mercados, locales comerciales e instituciones educativas. Además, la historia que se desató en esta localidad es todavía motivo de conversación para las personas de la tercera edad.

Mario Vimos, de 75 años, considera que es un privilegio vivir en un sector que tiene mucha relevancia para Riobamba y el país, ya que la empresa movió los sentimientos de ascenso en los trabajadores y los vecinos del Prado.

“Fue en este lugar que Riobamba progresó. Es cierto que después la empresa cerró, pero muchos emprendieron negocios afines que siguieron trayendo progreso a esta localidad. Pienso que hasta el día de hoy la historia no se ha perdido”, aseguró Vimos.

La fábrica El Prado se suma a la lista de primicias que posee la ‘sultana de los Andes’. Esto tiene que ver con el progreso y apogeo económico de 1920.

Datos

A principios del siglo XX (1916), el español Francisco Dalmau adquirió los terrenos de la finca El Prado para la instalación de una fábrica de tejidos de lana y algodón.

Para entonces anuncia ya la llegada de las maquinarias. El 20 de agosto de 1917 se constituyó en sociedad, la cual fue presidida por Isidoro Cordovez.

En diciembre de ese año, Dalmau se instaló en Ambato. Dos años después se realizó la primera huelga femenina por los bajos sueldos y el temor del reemplazo de la mano de obra. En 1970, la fábrica se cerró definitivamente por diversas dificultades económicas.

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