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El Telégrafo
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Los pocos que quedan se han refugiado en santa rosa, san francisco y la concepción

Diciembre revive el arte de los hojalateros de Riobamba

Arcángel Valdivieso elabora máscaras de metal reciclado para los pases del Niño durante este mes.
Arcángel Valdivieso elabora máscaras de metal reciclado para los pases del Niño durante este mes.
Foto: Elizabeth Maggi / para El Telégrafo
10 de diciembre de 2016 - 00:00 - Elizabeth Maggi

Riobamba.-

Una lata de atún en medio de la basura es materia prima que, en las manos de Arcángel Valdivieso, se volverá arte.  La recoge y casi de inmediato diseña en su mente el objeto que fabricará con ella.

Valdivieso, de 44 años, es parte de la cuarta generación de una familia de hojalateros riobambeños. Con las tijeras corta el metal en pedazos y con los dedos repuja, moldea y da forma a una máscara de diablo en miniatura que luego pinta de rojo y negro.

Sabe que esta artesanía es muy requerida en las ferias navideñas y por los extranjeros que visitan la ciudad. Por eso le da un toque extra y le coloca brillos en las orejas puntiagudas. Por esta obra cobrará $ 1.

Su taller funciona en el barrio La Dolorosa, al sur de la ciudad. Según él, las ideas le caen como lluvia mientras las imagina en una mesa de madera en donde traza varios dibujos. Algunos trabajos concluidos están cerca de la ventana.

Diciembre es el mejor mes del año para su oficio. Por eso se provee de varias hojas de tol galvanizado a un costo de $ 12 por plancha. De allí hará máscaras de demonios que serán utilizadas en los tradicionales pases del Niño que se organizan en escuelas e instituciones.

Es un trabajo exigente porque cada pieza se hace a mano con el apoyo de cincel, martillo, compás, punzón, tenazas y otros instrumentos modificados por él. “Este metal era más suave antes pero hoy es industrial y difícil de moldear porque es más grueso. Por eso, aprovecho las latas de aceite o de atún porque son más moldeables”, explica Valdivieso.

Para este artesano los conceptos reciclar y reutilizar son parte fundamental de su oficio. Con los materiales que recupera hace también sonajeros que se venden muy bien para los bailes autóctonos.

Mientras prepara la cabuya para hacer el cabello de una de las máscaras, Arcángel recuerda que a los 12 años su abuelo lo inspiró a continuar con este trabajo. Aprendió mirándolo hacer ollas, sartenes, manillas, portaleches, regaderas, faroles y utensilios de cocina.

“Me cautivo su destreza y yo me lastimé las manos varias veces hasta poder dominar el oficio”, asegura Arcángel.  En la década de los cuarenta, el barrio Santa Rosa era reconocido por albergar a cientos de artesanos entre ellos hojalateros. Hoy solo queda Valdivieso.

De acuerdo con un estudio de la Universidad Nacional de Chimborazo (Unach) realizado con 92 artesanos en Riobamba se determinó que el 3% de ellos se dedica a la hojalatería. “He dicho tantas veces la necesidad de mantener vivo este oficio pero ya me cansé. Las autoridades debería cuidar lo nuestro, algo que nos pertenece”, acotó otro artesano que prefiere no dar su nombre.

Hay otros hojalateros en barrios como San Francisco y La Concepción, pero están disminuyendo a causa de los utensilios de plástico y las nuevas tecnologías.

Las bañeras, cernidores, regaderas, platos, cubiertos y jarros metálicos dejaron de utilizarse. “Recuerdo que cuando se quería comprar ollas para cocinar en leña no había nada mejor que las más pesadas que eran de metal. Se bajaba hasta el mercado y había para escoger. Ahora se volvieron adornos o  para alguna comida en especial”, acotó Elvia Cevallos, moradora del barrio Santa Rosa. (I)

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