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Quito construirá 10 plantas para limpiar cauces

En el barrio El Calzado es evidente la contaminación en las aguas del río Machángara, que recorre Quito de sur a norte.
En el barrio El Calzado es evidente la contaminación en las aguas del río Machángara, que recorre Quito de sur a norte.
Foto: Jhon Guevara / EL TELÉGRAFO
06 de septiembre de 2019 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

El río Machángara tiene, en la actualidad, poco del río de menta al que cantaba el poeta quiteño Jorge Carrera Andrade en el siglo XX.

El principal cauce natural capitalino, de alrededor de 22 kilómetros entre el sur y norte de la urbe, luce contaminado, ha perdido la fauna acuática y en los puntos que  hay viviendas cercanas, sus habitantes perciben un olor nauseabundo por la contaminación del agua.

Soraya Maldonado, moradora del barrio Monjas (centro-este), asegura que la cercanía del río “es una maldición a ciertas horas del día, especialmente al caer la tarde”.

La tecnóloga dental sostiene que al acercarse la noche se sienten olores desagradables, sobre todo en días con mucho sol, como los de la actual época seca.

De acuerdo con datos del Cabildo, el 80% de la contaminación del río es a causa de las aguas servidas de origen doméstico y el 20% es por lo industrial.

En sus orígenes, en el sur de la urbe, el afluente recibe el agua de  cuatro quebradas: Ortega,  Río Grande, Caupicho y Calicanto.

Para limpiar las aguas de estos cauces naturales e inyectar líquido limpio (aunque no potable), en el Machángara opera desde febrero de 2017 una planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) en Quitumbe.

La infraestructura fue construida con una inversión de $ 13 millones y beneficia, de acuerdo con los cálculos del gobierno local, a más de 75.000 habitantes del sur de la ciudad.

La primera fase de descontaminación del agua es el proceso denominado pretratamiento, mediante el cual se retiran los sólidos gruesos y finos, también elementos flotantes, aceites, grasas y arenas del líquido.

El siguiente paso es el tratamiento biológico al que se conoce como lodos activados con aireación extendida. En esta etapa se inyecta aire para favorecer el crecimiento de bacterias, las cuales degradan la materia orgánica, que reduce considerablemente -el  90%- la carga contaminante.

Previamente a la descarga a ríos y quebradas, el agua pasa por el llamado tratamiento terciario. Este consiste en la microfiltración y posterior desinfección con el uso de rayos ultravioleta. 

Todos estos procesos físicos y biológicos dan como resultado la recuperación del agua, que puede ser utilizada exclusivamente para actividades de riego y conservación de la vida acuática y silvestre.

Las dos próximas fases
La operación de la PTAR de Quitumbe es la primera parte  de un plan global de descontaminación de ríos planificado en la capital hace varios años.

El 19 de agosto pasado el alcalde Jorge Yunda inició  la construcción del emisario La Tola-El Batán, parte del programa de descontaminación de cauces.

El acto se realizó en el sector Monjas-Orquídeas, cerca de la vivienda de Soraya Maldonado, quien espera que la obra termine con el problema que vive casi a diario.

La intervención del Machángara consiste, en esta parte, en edificar un acueducto a lo largo de seis kilómetros.

Esto evitará que aguas contaminadas desemboquen en el río, para tratarlas, generar electricidad y luego verter en el principal cauce capitalino agua descontaminada.

La energía que producirán las dos hidroeléctricas de esta fase alimentará al Metro, según la planificación.

En estos trabajos el Municipio prevé una inversión de $ 63 millones, con los que además del proceso de limpieza del líquido, se construirán parques lineales en la parte superior del acueducto.

El emisario Tola-Batán se considera la primera parte de la tercera fase de la limpieza de los cauces de Quito, cuyo elemento principal será la planta de tratamiento de Vindobona, que se construirá en la parroquia San Antonio de Pichincha, en el norte de la capital.

La segunda fase del proyecto lo constituye la construcción de nueve PTAR en las parroquias rurales El Quinche, Checa, Yaruquí, La Merced, Píntag y Tababela.

Carlos Uriarte, gerente de la Empresa Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (EPMAPS), señala que para la conclusión del proyecto de descontaminación de cauces se requieren $ 930 millones.

Los $ 63 millones para el emisario Tola-Batán provienen de recursos propios de la EPMAPS. (I)  

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