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Las parroquias rurales del Distrito tienen un sinfín de ofertas para los aventureros

En la laguna Secas se puede realizar pesca deportiva, viajar en bote y luego degustar en la comunidad del mismo nombre del sabor de los pescados atrapados. Foto: Andrés Darquea.
En la laguna Secas se puede realizar pesca deportiva, viajar en bote y luego degustar en la comunidad del mismo nombre del sabor de los pescados atrapados. Foto: Andrés Darquea.
15 de junio de 2014 - 00:00 - Pamela Fuentes

Quienes conocen por primera vez alguna de las 33 parroquias rurales del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) aseguran que sus mayores encantos son su gente y las antiguas costumbres que conservan.

Cada uno de esos sectores cuenta con atractivos específicos y conocerlos significa acercarse a una parte importante de la historia y la geografía quiteñas.

Adicionalmente, el Cabildo promueve desde hace 4 años proyectos de turismo comunitario en cada una de esas áreas con el fin de incrementar el número de visitantes y generar alternativas económicas limpias entre sus habitantes. Y con ese cometido, continuamente se promociona nuevas rutas.

Uno de esos recorridos tiene como escenario las parroquias Minas, Puéllaro, Atahualpa, Chavezpamba y Perucho, ubicadas en la zona norcentral del cantón, y que conforman la llamada Ruta Escondida. El nombre alude a lo poco conocidos que son todavía esos apacibles lugares.

La visita a montañas, cascadas, lagunas y bosques forman parte de los encantos que ofrece este sector. Además, su oferta gastronómica es variada e incluye platos como la fritada, seco de gallina, locro de papas, entre otros.

Un espacio similar es el que forman la parroquia Píntag y sus lagunas (suroriente). El volcán Antisana sirve como telón de fondo de este recorrido que empieza en el parque central del poblado. Luego se debe tomar la vía que conduce a la reserva ecológica Antisana.

En este punto, el paisaje propio del páramo andino acompaña al visitante. La primera parada es la laguna de Secas, en la cual se puede practicar pesca deportiva así como observar un sinnúmero de especies nativas de aves como cóndores y patos, así como mamíferos tales como el lobo, el puma, venados, conejos, zorrillos, etc.

Las lagunas Muertepungo (puerta de la muerte) y La Mica son la segunda parada. En la primera se puede realizar cabalgatas y senderismo. El segundo espejo de agua está incrustado en las faldas del Antisana y es el principal reservorio que abastece al sur de Quito.

Para cambiar del clima frío de la alta montaña por uno algo más cálido, el aventurero puede optar por la ruta de Quindes y Orquídeas que se desarrolla en las reservas Pahuma, Yanacocha y Bellavista (noroccidente).

Estas áreas se hallan a una hora de la ciudad, incrustadas en medio del bosque subtropical. Su biodiversidad es variada y está compuesta por 270 especies de orquídeas, 9 de las cuales son endémicas. La zona también es el hogar de alrededor de 500 especies aves. Es posible conocer a algunos de estos animales y plantas en los recorridos que se ofrecen por cascadas y senderos de montaña del lugar.

Además de visitar las reservas, también se puede conocer la ruta de la cascada La Piragua, que se encuentra en el kilómetro 54 de la vía Calacalí-La Independencia.

La precipitación de agua se ubica en una quebrada alargada y ancha. En las paredes se puede apreciar una vegetación exuberante. El acceso está ubicado sobre las rocas que forman el lecho del río Alambi. Durante el trayecto es posible observar cultivos de caña de azúcar y plátano.

La ruta Nono-Alaspungo, también en el noroccidente, es una de las preferidas por los amantes del ciclismo de montaña y actividades al aire libre como el trekking, cabalgatas y la observación de aves. Los recorridos se realizan en los macizos del Rucu Pichincha, a los que se accede por caminos de tierra ubicados en medio de vegetación típica de la Sierra.

Desde Alaspungo se puede seguir el camino de Los Coluncos, antigua vía utilizada por el pueblo yumbo para desplazarse desde Tulipe hacia distintos puntos de la Sierra. Guías locales dirigen estos recorridos que toman alrededor de 4 horas.

Un sitio más cercano es la parroquia de Lloa, donde todos sus moradores se han unido para promover el turismo comunitario en el sector.

Lloa combina ruralidad, gastronomía, costumbres ancestrales, encantos naturales, actividades productivas y, sobre todo, la actitud de su gente, para ofrecer a los visitantes una variedad de actividades recreativas.
Como parte de ello, se puede ascender buena parte de los de los 4.784 metros sobre el nivel del mar del volcán Pichincha.

Ese camino está rodeado por vegetación propia del páramo andino. Ya de regreso, en uno de los restaurantes de la parroquia se puede degustar comida típica de la zona como choclos con queso, habas, caldo de gallina, fritada, entre otros. La particularidad de esta oferta es que toda se prepara con leña.

Otra ruta es la del Pululahua, a no más de 30 minutos de la ciudad. Esta ofrece descensos vertiginosos y largas subidas, ideal para ciclistas de las modalidades downhill, cross country y marathon.

La ruta comienza en la plaza Central de la parroquia Calacalí y culmina en ese mismo sitio. Parte de la ruta está formada por carretera asfaltada, en donde se recomienda ir con precaución y preferentemente en grupo.

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