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Energía, producción y sociedad

Energía, producción y sociedad
17 de septiembre de 2016 - 00:00 - Karla Arias, máster en Gobernanza Energética y Analista Técnica del Instituto Nacional de Eficiencia Energética y Energías Renovables (INER)

Durante años en Ecuador se ha afianzado un modelo exportador de productos sin valor agregado, que ha generado vulnerabilidad ante variaciones en los precios de mercados internacionales. En este sentido, el plan nacional para el Buen Vivir establece directrices que promueven el desarrollo de la industria nacional, lo cual incentiva la producción de bienes con valor agregado y por ende el cambio de la matriz productiva.

Considerando este antecedente, es importante mencionar que un requisito clave para promover cualquier proceso de industrialización es el acceso a la energía. Además existe una relación proporcional entre desarrollo social y económico y consumo energético, por lo que es un objetivo global fomentar la búsqueda de la seguridad energética. Es por ello que el proceso de cambio de la matriz productiva debe ir acompañado de la diversificación de la matriz energética para asegurar su abastecimiento.

La matriz productiva es entendida como el conjunto de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades de una sociedad; así como también a todos los procesos utilizados para este fin y las interacciones sociales vinculadas, es decir, no se limita estrictamente a temas técnicos o económicos.

El modelo de producción ecuatoriana ha traído consigo el incremento del endeudamiento, fluctuación cambiaria, concentración de la riqueza, pérdida de competitividad, entre otras situaciones. Debido a esto, Ecuador está en condiciones de intercambio desfavorables, pues vende productos primarios baratos y compra productos de alta tecnificación más costosos, lo que incentiva la explotación de recursos naturales para mantener el patrón de consumo.  
Una vez identificado el problema, se tomaron diversas medidas a lo largo de las últimas décadas que no dieron los resultados esperados. Por esto fue necesario transformar las estructuras económicas, iniciando el cambio de la matriz productiva en Ecuador. Este cambio contempla una diversificación de la oferta de productos y servicios, la promoción de cadenas productivas con ventajas competitivas que beneficien a los diferentes agentes económicos para sustituir estratégicamente importaciones e impulsar exportaciones, promoviendo la transición del país de una economía basada en recursos primarios a una economía pospetrolera que oferte productos con valor agregado.

En el ámbito energético el patrón de especialización primario-exportador ha sido notorio, con la exportación de bienes primarios (petróleo) y la importación de bienes con valor agregado (derivados de petróleo), dando paso a los problemas que fueron mencionados anteriormente. Esto dio lugar a la necesidad de implementar una política de diversificación de la matriz energética que se basa en incrementar la producción de energía de fuentes renovables (hidroelectricidad), promover la producción y procesamiento interno de petróleo y gas natural y establecer una gestión adecuada de la demanda de energía. En cuanto a la demanda de energía, se busca incrementar el acceso a los servicios energéticos, promover el ahorro y el uso eficiente de energía, fomentar la sustitución progresiva hacia la electrificación en el sector transporte, industria y residencial.

Este rediseño busca por el lado de la oferta favorecer la migración de combustibles fósiles a electricidad y por el lado de la demanda impulsar políticas de eficiencia energética para promover un consumo racional de energía, lo que ha dado paso a la construcción de nuevas centrales hidroeléctricas (Coca Codo Sinclair, Sopladora, Toachi-Pilatón, Delsitanisagua, Minas-San Francisco, y otros), que permitirían alcanzar un 90% de generación de energía eléctrica. Se espera la inserción paulatina de tecnología que permita el uso de fuentes renovables no convencionales como eólica, solar, biomasa y geotermia aportando a la generación de electricidad sostenible a largo plazo.  

Para dar un salto significativo hacia un modelo pospetrolero se requieren cambios estructurales en el ámbito productivo y energético para que el proceso pueda ser sostenible a largo plazo. La transformación productiva tiene que darse tanto del lado de la oferta como de la demanda, se debe forjar un patrón de consumo acorde al modelo planteado. La relación entre desarrollo y consumo energético se da por dos vías: la primera, el incremento de la demanda en el sector industrial; la segunda, el incremento del consumo en los otros sectores de la economía por la mejora en los ingresos y la calidad de vida. Por tanto, asegurar el abastecimiento de energía es fundamental para la transformación productiva y social del país. (O)

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