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El Telégrafo
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Entrevista / Íñigo Errejón / fundador del partido español podemos

América Latina vuelve a poner la política en la mesa

Foto: Andrés Darquea/El Telégrafo
Foto: Andrés Darquea/El Telégrafo
30 de septiembre de 2014 - 00:00 - Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Cómo percibes el momento que vive la izquierda en América Latina y, en ese marco, cuánto sirve el diálogo con lo que ustedes hacen en España?

América Latina es una región de avanzada en la expansión del horizonte político. Las propuestas conservadoras lograron una cierta hegemonía y sembraron la resignación -el no se puede hacer nada-, excluyendo cada vez más a la comunidad de la posibilidad de que los pueblos impugnen ciertas decisiones diferentes de las que las élites pudieran desear. En ese sentido, América Latina ha vuelto a abrir el horizonte y a demostrar que la política sigue encima de la mesa. En Europa, en cambio, venimos de un proyecto contrario, en donde se ha estrechado el nivel democrático y hay un secuestro de la soberanía popular por parte de las élites financieras no elegidas por nadie. Es fundamental el aprendizaje de los gobiernos progresistas de América Latina.  

En el discurso, ¿cuáles son los puntos de coincidencia entre la casta y la partidocracia de acá?

Muchísimos. Aunque también hay diferencias, una de ellas es que hablamos de estados más consolidados,con mayor capacidad de generar consensos y de garantizar certidumbres. Incluso en un momento como este, de deslegitimación de las élites, hay estabilidad, no provocauna situación de fractura social. Las élites crearon una suerte de acuerdo en el que parecía que no era posible elegir entre cosas diferentes sino que democracia era estar todos de acuerdo, pero de acuerdo con las decisiones que podían afectar la vida de nuestros pueblos y que no las tomaban los representantes electos sino las corporaciones financieras de origen no democrático como las transnacionales o el Banco Central Europeo, que no tiene ningún control sobre los ciudadanos. Denunciamos que existe un proceso de saqueo, una masiva transferencia de riqueza y de poder político a una minoría privilegiada. Ahora el 20% de españoles está bajo el umbral de la pobreza y hay 5,5 millones de desempleados. A ello se suma la corrupción, como un elemento de deslegitimación de las élites, por eso instalamos el término “casta” en el debate, porque en realidad representan a un sector políticocerrado con intereses endogámicos que aunque dicen ser de distintos partidos y en las campañas electorales se pelean, gobiernan juntos para los sectores económicos a los que sirven.

Parecería que la contradicción social en España no es entre izquierda y derecha, sino entre ciudadanía y Estado.

Los partidos del régimen del 78 en España han distribuido las posiciones, colocándose en un cómodo centro y quien quiera proponer algo diferente tendrá que ubicarse a los márgenes de eso. Para nosotros la frontera fundamental es la que divide la posibilidad de avanzar en un esquema democrático u oligárquico. También la que divide a la ciudadanía frente a la casta. La gente quizá no siempre se ubica en ese régimen metafórico de izquierda y derecha, pero es una mayoría social que podría convertirse en mayoría política para recuperar la soberanía popular y hacer políticas económicas que permitan al grueso de la población salir de la crisis y no profundizarla, justo cuandola banca reconoció haber ganado el 19% más que el año pasado. Las élites están muy cómodas hablando de izquierda y derecha, para nosotros hay un pueblo que debe construir y desalojar del poder a esa casta que usurpa las instituciones y la democracia.

Analizando lo que ocurre con Podemos, hay quienes opinan que beneficia más al PP antes que al PSOE. ¿Cómo se desmarcan de eso y se consolidan como una opción diferente?

El Partido Socialista y el Partido Popular, en las elecciones pasadas, perdieron 2,5 millones de votos cada uno. Creían que jugaban solos a ver cuál caía más despacio, cuando la realidad es que mientras ellos caen hay una fuerza ciudadana que emerge... De lo que se trata es de crear un partido transversal que se nutre de gente que viene de posiciones muy diferentes.
La última encuesta que salió en España, sobre la intención de voto de Podemos, decía que el 17% viene de antiguos votantes del Partido Popular y el 24% del PSOE, entonces no estamos haciendo una expansión del trocito del tablero del margen izquierdo. 

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