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En ecuador, el 53% de personas mayores de 60 años son mujeres y el 47% hombres

La doble carga de ser mujer y llegar a vieja

Las adultas mayores de las zonas rurales sufren aún más por la carga del trabajo en el hogar y el cuidado de sus esposos. A esa dura realidad se suma el abandono de los hijos. FOTO: CORTESÍA DE KLEVER PAREDES.
Las adultas mayores de las zonas rurales sufren aún más por la carga del trabajo en el hogar y el cuidado de sus esposos. A esa dura realidad se suma el abandono de los hijos. FOTO: CORTESÍA DE KLEVER PAREDES.
05 de abril de 2014 - 00:00 - Kléver Paredes - [email protected]

Hace poco se celebró en Ecuador y a nivel mundial el Día Internacional de la Mujer. La fecha tiene como bandera de lucha la justicia, la igualdad de oportunidades, la participación en la vida económica, social y política, derechos -se entiende- para las mujeres de todas las edades.

Sin duda, ellas han logrado importantes avances en distintos ámbitos. En Ecuador, su inclusión en el campo laboral y político es evidente. Esta reflexión se orienta a determinar si la participación de las mujeres continúa siendo notoria cuando se trata de adultas mayores.

DATOS

Mujeres son el 54,9% de la población mayor en América Latina.

CEPAL indicó que la población de 60 años y más equivale al 9,9% de la población total de la región. Las mujeres representan el 54,9% de la población adulta mayor; los hombres, el 45,1%.

En 2010, las adultas mayores constituían el 10,7% de la población femenina.

Los países en los que el porcentaje de mujeres mayores superaba el 10% de la población femenina eran Uruguay (21,2%), Cuba (18,1%), Argentina (16,7%), Chile (14,5%) y Brasil, (11%).

La población de edad avanzada experimenta a su vez un notable proceso de envejecimiento interno: tres de cada diez mujeres mayores latinoamericanas tenían 75 años o más en 2010.

En Uruguay, el 40,6% de las mujeres mayores tenía 75 años o más en 2010; en Argentina la cifra alcanzaba el 35,9%; en Cuba, el 33,5%; y en Chile, el 32,1%.

El escritor alemán Johann Wolfgang Goethe decía que “volverse viejo era volverse invisible para la sociedad”. Más aún, al ser mujer y llegar a vieja, sin una situación económica estable y vivir en una sociedad marcada por los prejuicios, los estereotipos y el machismo, la invisibilidad es más grave.

Al igual que en otros países, en Ecuador todavía persisten ciertos moldes culturales que encasillan a las mujeres como las responsables del cuidado de la familia y las someten al ámbito privado. Es común que a lo largo de su vida, muchas veces, hayan sido sometidas a las decisiones de sus padres, de sus esposos, hermanos y, finalmente, en la edad mayor, de sus hijos.

Abuelas responsables del cuidado de nietos o mujeres mayores a cargo de sus maridos jubilados (en algunos casos también enfermos) son roles preasignados por la familia y la sociedad.

Es común que en programas para jubilados como el ‘60 y Piquito’ del Municipio de Quito, las mujeres dejen de asistir por cumplir con las responsabilidades que las familias les atribuyen.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) determinó en varias investigaciones que por una cuestión cultural patriarcal “la mujer tiene que ser la cuidadora y está tan naturalizado que cuando una mujer mayor no puede o no quiere es juzgada cruelmente: ‘no se ocupa’, ‘no me ayuda’”. Estas quejas son comunes por parte de los esposos, acostumbrados a que la mujer se encargue de las labores de la casa y de su atención personal. En algunos casos, eso también conlleva al maltrato psicológico y físico.

De igual manera, la CEPAL enfatizó que la mujer mayor sigue brindando un apoyo incondicional a su familia y a sus hijos. A veces ese apoyo radica en asumir su cuidado, pero en otras ocasiones también son un soporte financiero que, incluso, puede ponerlas en riesgo de perder hasta sus viviendas.

Las mujeres adultas mayores tienen derecho a decidir cómo quieren vivir, con quién compartir, qué hacer de su tiempo. Los derechos no terminan con la edad.

Ricardo Iacub, doctor en psicología, especialista argentino en Mediana Edad y Vejez, considera que las “injusticias” por género persisten en las adultas mayores como una realidad social negativa. No obstante, hay un momento donde muchas logran independencia en su vejez. Dicen “por primera vez en la vida puedo vivir para mí”, y esa es una experiencia más femenina que masculina. Son generaciones de mujeres que estuvieron muy limitadas al ámbito privado, al cuidado de los padres, del marido, de los hijos y suele ocurrir que, a partir de la viudez, aparece un margen de autonomía que no se imaginaban. Empiezan a vivir con mayor disfrute.

De ahí la importancia del empoderamiento de la mujer adulta. Es importante que la sociedad, los hijos, la familia, entiendan que eso no significa fracturar las relaciones familiares, sino canales de diálogo y comprensión.

La mayoría son mujeres

En Ecuador, según el Censo de Población y Vivienda realizado en 2010, las mujeres representan el 53% de la población mayor de 60 años, mientras que los hombres llegan al 47%.

Las mujeres no solo que son más en el país sino que además su esperanza de vida es mayor en relación a los hombres.

Para el periodo 2010–2015 la esperanza de vida al nacer en Ecuador, según datos de la CEPAL, llegará a los 75,6 años de edad: 72,7 para los hombres y 78,7 para las mujeres. Una mejora extraordinaria si se compara con los datos de mediados del siglo anterior, cuando los ecuatorianos esperaban vivir tan solo 48,3 años. En seis décadas este indicador de las condiciones de la vida de la población aumentó en cerca de 30 años.

A futuro las proyecciones señalan para las mujeres un promedio de expectativa de vida de 83,5 años y para los hombres de 77,6 años.

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