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Las organizaciones de adultos mayores reclaman por más acceso a la salud y sistemas de prevención

El 60% de la población de América tiene un peso por encima de lo recomendado

En el Hospital Universitario de Guayaquil se realizó una casa abierta sobre la diabetes.
En el Hospital Universitario de Guayaquil se realizó una casa abierta sobre la diabetes.
William Orellana / El Telégrafo
09 de abril de 2016 - 00:00 - Palabra Mayor

El Informe Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la diabetes destaca el rápido crecimiento de este problema de salud y recomienda medidas urgentes, en especial para los adultos mayores. Este grupo etario, en más de 52 países de todas las regiones del mundo, reclamó su derecho universal a la salud, en especial a la prevención y control de esta enfermedad, una de las principales causas de mortalidad.

Una gran proporción de los casos de diabetes son prevenibles. Algunas medidas simples relacionadas con el modo de vida se han revelado eficaces para prevenir o retrasar la aparición de la diabetes de tipo 2. El mantenimiento del peso normal, la realización de actividad física periódica y una dieta sana y vida activa pueden reducir el riesgo de diabetes.

En América, más del 60% de la población tiene un peso por encima de lo recomendado, en gran parte resultado de cambios en el estilo de vida sedentario relacionados con el desarrollo y la globalización.

Al menos 9% de los adultos de todo el mundo tiene diabetes y cerca de 1,5 millones personas mueren como resultado de esta condición. Más del 80% de las muertes resultado de la diabetes ocurrieron en países de bajos y medianos ingresos. La diabetes tipo 2 es más frecuente en la población adulta mayor. El grado en el que éstas se ven afectadas es todavía incierto. “Muchos de los datos sobre la diabetes, ignoran o invisibilizan a las personas mayores”, según información de Toby Porter, director ejecutivo de HelpAge International, organización que trabaja por los derechos de los adultos mayores.

En septiembre 2015, los Estados miembros de las Naciones Unidas acordaron los nuevos objetivos de desarrollo sostenible, ODS comprometiéndose a “garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos en todas las edades. Las metas incluyen el objetivo de reducir la mortalidad por enfermedades no transmisibles. Para que los países puedan monitorear el progreso de estos compromisos, se necesita disponer de datos e información específica sobre la diabetes y otras enfermedades no transmisibles”, señala HelpAge.

En América Latina y el Caribe, líderes de asociaciones de adultos mayores y organizaciones afines de 11 países desarrollan diferentes acciones de incidencia y sensibilización para hacer escuchar sus propuestas y demandas relacionadas con el tema de salud.

¿Qué debemos hacer para prevenir esta enfermedad? Un diagnóstico oportuno es crucial para la prevención de problemas crónicos de salud. “El ejercicio regular y una dieta saludable baja en azúcar y sal, pueden ayudar a controlar y reducir los síntomas, y el riesgo de desarrollar diabetes”.

Los síntomas pueden tardar en presentarse y cuando lo hacen, la gente a menudo desconoce las implicaciones o tiene dificultades en el acceso a la salud. La prevención, detección y el control de la diabetes requieren servicios de atención de salud universalmente accesibles, centrados en el paciente e integrados a la atención primaria de salud, junto con la atención de otros problemas de salud.

La actitud de la persona es crucial en el cuidado de su propia salud. El acceso a la información sobre factores de riesgo puede ayudar a prevenir o retrasar la diabetes. Se necesita incrementar los conocimientos y la conciencia de la población, y apoyar las iniciativas de promoción de la salud y de autocuidado, así como los grupos de autoayuda.

Según las estimaciones, 422 millones de adultos en todo el mundo tenían diabetes en 2014, frente a los 108 millones de 1980. La prevalencia mundial (normalizada por edades) de la diabetes casi se ha duplicado desde ese año, pues ha pasado del 4,7% al 8,5% en la población adulta.

Ello supone también un incremento en los factores de riesgo conexos, como el sobrepeso o la obesidad. En la última década, la prevalencia de la diabetes ha aumentado más deprisa en los países de ingresos bajos y medianos que en los de ingresos altos.

En 2012, la diabetes provocó 1,5 millones de muertes. Un nivel de glucosa en la sangre superior al deseable provocó otros 2,2 millones de muertes, al incrementar los riesgos de enfermedades cardiovasculares y de otro tipo. El 43% de estos 3,7 millones de muertes ocurren en personas con menos de 70 años.

El porcentaje de muertes atribuibles a una glucemia elevada o la diabetes en menores de 70 años es superior en los países de ingresos bajos y medianos que en los de ingresos altos. Puesto que se requieren sofisticadas pruebas de laboratorio para distinguir entre la diabetes de tipo 1 (que exige inyecciones de insulina para la supervivencia del paciente) y la diabetes de tipo 2 (en la que el organismo no puede utilizar adecuadamente la insulina que produce), no se dispone de estimaciones mundiales separadas sobre la prevalencia de la diabetes de tipo 1 y de tipo 2.

La mayoría de las personas afectadas tienen diabetes de tipo 2, que solía ser exclusiva de adultos, pero que ahora también se da en niños. Todos los tipos de diabetes pueden provocar complicaciones en muchas partes del organismo e incrementar el riesgo general de muerte prematura. Entre las posibles complicaciones se incluyen: ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, amputación de piernas, pérdida de visión y daños neurológicos.

Durante el embarazo, si la diabetes no se controla de forma adecuada, aumenta el riesgo de muerte fetal y otras complicaciones. La diabetes y sus complicaciones conllevan pérdidas económicas para las personas que la padecen y sus familias, así como para los sistemas de salud y las economías nacionales. (I)

Políticas nacionales

Países pobres no pueden detectar a tiempo la diabetes

La capacidad nacional de prevención y control de la diabetes, evaluada en la encuesta sobre la capacidad de los países en materia de enfermedades no transmisibles de 2015, varía enormemente según la región y el nivel de ingresos de Ecuador. La mayoría de los países indican que cuentan con políticas nacionales contra la diabetes y para reducir los principales factores de riesgo, y directrices nacionales o protocolos para mejorar la gestión de la diabetes. En algunas regiones y entre los países de ingresos más bajos, sin embargo, tales políticas y directrices carecen de financiación y su aplicación es deficiente.

Por lo general, el personal médico que ofrece atención primaria de salud en los países de ingresos bajos no tiene acceso a las tecnologías básicas necesarias para ayudar a las personas con diabetes a gestionar debidamente su enfermedad. Solo uno de cada 3 países de ingresos bajos y medianos indica que los centros de atención primaria de salud disponen por lo general de las tecnologías más básicas para el diagnóstico y la gestión de la diabetes.

En los últimos 5 años muchos países han efectuado encuestas poblacionales sobre la prevalencia de la inactividad física y del sobrepeso y la obesidad, pero menos de la mitad han incluido en las encuestas la medición de la glucemia.

La falta de acceso a insulina a precios asequibles sigue siendo un importante obstáculo a la introducción de tratamientos adecuados y conlleva complicaciones innecesarias y muertes prematuras. Se dispone de insulina y de hipoglucemiantes orales de forma generalizada tan solo en una minoría de países de ingresos bajos. Es más, en los países pobres con frecuencia no se dispone de los medicamentos esenciales para controlar la diabetes. (I)

¿Cómo prevenir la diabetes?

Los controles periódicos son la clave

La diabetes de tipo 1 no puede prevenirse con los conocimientos actuales. Existen enfoques efectivos para prevenir la diabetes de tipo 2, así como las complicaciones y la muerte prematura que pueden derivarse de todos los tipos de diabetes. Entre tales enfoques cabe citar las políticas y prácticas aplicables a todas las poblaciones y en entornos específicos (escuelas, hogar, lugar de trabajo) que contribuyen a la buena salud de todos, independientemente de si tienen o no diabetes, como practicar ejercicio físico con regularidad, mantener una alimentación sana, evitar fumar y controlar la tensión arterial y los lípidos.

Adoptar una perspectiva que contemple todo el curso de vida es fundamental para prevenir la diabetes de tipo 2, como lo es para muchas afecciones de salud. Las primeras etapas de la vida, cuando se forman los hábitos alimentarios y de práctica de actividad física y puede programarse la regulación a largo plazo del equilibrio energético, ofrecen una oportunidad inmejorable de intervención para mitigar el riesgo de obesidad y de diabetes de tipo 2 en etapas posteriores.

No hay intervenciones o políticas que por sí solas puedan garantizar que ello ocurra. Es fundamental adoptar un enfoque pangubernamental y pansocial, en el que todos los sectores tengan en cuenta de forma sistemática las repercusiones que tienen en la salud las políticas comerciales, agrícolas, económicas, de transporte, educativas y urbanísticas, y reconocer que la salud se potencia o se socava como resultado de las políticas aplicadas en esos y otros ámbitos.

El punto de partida para vivir bien con diabetes es un diagnóstico precoz: cuanto más tiempo se tarda en diagnosticar la diabetes, peores pueden ser las consecuencias para la salud. Por tanto, en los entornos de atención primaria de salud debería ser fácil acceder a medios de diagnóstico básicos, como los análisis de sangre para determinar la glucemia. Es necesario establecer sistemas para la derivación del paciente desde el facultativo al especialista y viceversa, puesto que los pacientes necesitarán evaluación o tratamiento periódicos especializados en caso de complicaciones.

Entre las intervenciones cabe citar el control de la glucemia, mediante una combinación de dieta, actividad física y, de ser necesario, medicación; control de la tensión arterial y los lípidos para reducir el riesgo cardiovascular y otras complicaciones; y, exámenes periódicos para detectar daños oculares, renales y en los pies para facilitar la introducción temprana de tratamiento. La gestión de la diabetes puede reforzarse mediante normas y protocolos. Las iniciativas para mejorar la capacidad de diagnóstico y tratamiento de la diabetes deberían aplicarse en el contexto de la gestión integrada de las enfermedades. (O)

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