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Estado, sociedad y familia deben unirse para esta labor ante el envejecimiento poblacional

Cuidado de los adultos mayores demanda corresponsabilidad

Asilar a un adulto mayor porque no existe un familiar que se encargue de su cuidado se ha vuelto común. Foto: John Guevara / El Telégrafo
Asilar a un adulto mayor porque no existe un familiar que se encargue de su cuidado se ha vuelto común. Foto: John Guevara / El Telégrafo
08 de junio de 2015 - 00:00 - Palabra Mayor

Los seres humanos necesitamos del cuidado y afecto de otros, en especial del grupo familiar. Cuidar y ser cuidados recorrerá nuestras vidas y más cuando llegamos a la vejez.

Para los adultos mayores estas relaciones tan significativas permiten satisfacer necesidades materiales, instrumentales y afectivas fundamentales para garantizar su calidad de vida. Pero, en la práctica no siempre sucede así.      

Apenas el 30% de este grupo poblacional cuenta con la asistencia de una persona para su cuidado, por lo general hijos e hijas, esposos o esposas, nietos o nietas. En el caso de las mujeres mayores de 80 años que cuentan con asistencia para su cuidado, el porcentaje alcanza apenas el 36,5 de la población nacional, según la Encuesta de Salud, Bienestar y Envejecimiento -SABE I, 2009.

Las mujeres, los adultos mayores residentes del área urbana y los mayores de 80 años, son quienes presentan más requerimientos de ayuda y cuidado, de acuerdo a la Agenda de Igualdad para los Adultos Mayores 2012-2013, elaborada por el Ministerio de Inclusión Económica  y  Social (MIES).

La necesidad de cuidado y asistencia a las personas adultas mayores, señala la Agenda, representa un mecanismo indispensable para evitar situaciones catastróficas como las caídas, que constituyen la primera causa de muerte accidental en mayores de 65 años.

Aunque para niños, jóvenes y adultos actividades cotidianas como bañarse, comer, usar el servicio higiénico, levantarse de la cama o acostarse; moverse de un lugar a otro y vestirse, sean fáciles, en 2009 más de 100.000 personas adultas mayores en Ecuador no podían hacerlas sin la ayuda de otra persona.

Ecuador está en plena fase de transición demográfica. Si en 2010 las personas adultas mayores representaban el 7% de la población total, en 2050 serán el 18%. Sin duda, el envejecimiento poblacional es uno de los fenómenos de mayor impacto de nuestra época que ocasionará un aumento de personas de 65 y más años de edad y paralelamente el aumento de los índices de enfermedades.

Al abordar el tema del envejecimiento poblacional, necesariamente surgen varias interrogantes: ¿Quién o quiénes son responsables del cuidado de los adultos mayores? ¿Cómo garantizar el buen vivir que señala la Constitución para este grupo etario? ¿Es posible una vejez con plenitud y derechos? ¿Qué sucederá con los futuros adultos mayores, que cada vez serán más?

Culturalmente, el cuidado de los adultos mayores está muy ligado a la familia, sin embargo, en los últimos tiempos sucede un fenómeno particular: el rol de la familia como sostén principal en el cuidado y la atención también está cambiando. Las transformaciones sociales, sobre todo en las últimas décadas, han ocasionado la disminución en la red de apoyo socio-familiar con las personas de más edad.

Al hablar de cambios sociales nos referimos, por ejemplo, al paso de la familia tipo patriarcal en la que convivían más de 2 generaciones por otra de ‘tipo nuclear’, con menos posibilidad de atención a sus miembros y con pocos hijos. Otra transformación es la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, que determina la readecuación de las funciones de cuidado entre hombres y mujeres.

Frente a esta nueva realidad social para los adultos mayores toma mayor fuerza una palabra clave: corresponsabilidad, entre familias, estado y comunidad.  

La misma Agenda del MIES señala que al ser el envejecimiento un proceso multidimensional -que tiene incidencia en la persona, familia y comunidad–, implica acciones integrales, solidarias, que contribuyan a revalorizar el rol de los adultos mayores en la sociedad. Esto significa un desafío para el Estado, sector privado, organizaciones sociales y ciudadanos en general.

En este sentido el MIES atiende a los adultos mayores de forma directa con 14 centros gerontológicos directos de atención diurna, domiciliar y de espacios alternativos. Mediante 437 convenios en 2015, con municipios, GAD, organizaciones de la sociedad civil, religiosas o universidades, ampliará la cobertura a 75.914 adultos con una inversión de 19’964.487 dólares.   

No obstante, desde el lado de la sociedad y la familia, la responsabilidad del cuidado de los adultos mayores no es asumida en su totalidad. Adultos mayores en situación de abandono, a pesar de contar con hijos que trabajan; asilados en contra de su voluntad por sus familiares o recluidos en sus propios domicilios, son algunos ejemplos.

La corresponsabilidad, entonces, empieza por el cuidado.

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