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El Telégrafo
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En el proyecto participan una Biblioteca Escolar, alumnos de sexto grado del mismo barrio y residentes de un hogar de ancianos

¿Cómo construir una sociedad intergeneracional?

Julio Álvarez es un adulto mayor que se dedicó a coleccionar libros. La lectura le acompaña y le ha permitido no solo incrementar sus conocimientos sino superar situaciones de crisis propias de la vejez. Él considera fabuloso aplicar un proyecto similar al de Argentina.
Julio Álvarez es un adulto mayor que se dedicó a coleccionar libros. La lectura le acompaña y le ha permitido no solo incrementar sus conocimientos sino superar situaciones de crisis propias de la vejez. Él considera fabuloso aplicar un proyecto similar al de Argentina.
Fernando Sandoval / El Telégrafo
02 de enero de 2016 - 00:00 - Palabra Mayor

‘Grandes y chicos construyendo la cultura’ es un programa intergeneracional desarrollado en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) que apuesta por la promoción de la lectura en base a la relación entre distintas generaciones.

En este proyecto participan la Biblioteca Escolar María Elena Walsh, ubicada en la Escuela 3 del Barrio de Monserrat, alumnos de sexto grado de Enseñanza Primaria del mismo barrio y los residentes de un Hogar de ancianos, coordinado por medio del Programa de Atención Médica Integral para Adultos Mayores (PAMI).

La iniciativa se desarrolla durante siete reuniones, de frecuencia semanal, en las que se estimula el conocimiento mutuo de los participantes, se lee un texto como disparador al intercambio, se realizan salidas y se crea una producción colectiva, representativa del significado de esta experiencia para todos los participantes.

El libro, un puente intergeneracional

Que la lectura sea el puente que una a los niños con los adultos mayores fue la meta que se planteó un grupo de profesionales que trabajan en bibliotecas escolares de Argentina.

Para ellos, la promoción de la lectura y la difusión del libro no es lo único que pueden hacer. La intención es buscar un beneficio social extra. Así, una escuela pública y un hogar de ancianos de Buenos Aires han llevado a cabo un proyecto conjunto y han comprobado que leer en compañía tiende sólidos puentes afectivos. Esta historia cuenta cómo la promoción de la lectura, con un objetivo social sumamente destacado, permitió construir vínculos entre ciudadanos de diferentes generaciones.

Un hogar de ancianos, coordinado por el Programa de Atención Médica Integral para Adultos Mayores y la Biblioteca Escolar María Elena Walsh, ubicada en la Escuela 3 del Barrio de Monserrat, en Buenos Aires, trabajan juntos en un proyecto que intenta, por medio de la lectura, acercar a dos generaciones, sensibilizándolas para así lograr entenderse como seres sociales y necesarios para la comunidad.

Una de las consecuencias de la postmodernidad es la profundización de la fragmentación social, proceso que deteriora los vínculos interpersonales e impacta negativamente sobre los más vulnerables: adultos mayores, jóvenes y niños, quienes sufren la exclusión.

El programa intergeneracional ‘Grandes y chicos construyendo la cultura’ propone generar espacios de encuentro entre adultos mayores, niños y jóvenes, con el fin de renovar y fortalecer los vínculos entre ellos, creando un puente generacional que fortalezca la identidad social de una comunidad.

El avance de la población de 65 años o más y la modificación de la relación con los demás segmentos de edad, especialmente el infantil y el juvenil, son el origen de importantes repercusiones sociales, ya que “la dimensión intergeneracional no está devaluada ni es incompatible con la construcción del individualismo o la independencia residencial” (Attias-Donfut y Segalen).

El adulto mayor, transmisor de saberes, tradiciones y costumbres

A principios del siglo XX tan solo 50 de cada 20 argentinos tenían 65 años o más, lo que convertía la vejez en un hecho singular. En la actualidad, sin embargo, encontramos que más del 10% de la población de esa nación se encuentra por encima de esta edad, progresión cuantitativa que ha motivado profundos cambios a nivel cualitativo. Aun así, persisten prejuicios y estereotipos negativos hacia la vejez.

Actualmente se intenta revertir estos procesos, mediante el establecimiento de estrategias de inclusión comunitaria, enfocando la problemática de una manera integral. En este marco y en relación con el programa que se presenta, la finalidad es fortalecer el rol del adulto mayor en su calidad de transmisor de saberes, tradiciones y costumbres.

En lo particular, se considera la importancia del fortalecimiento de este rol, ya que la población de adultos mayores que se encuentra viviendo dentro de las residencias propias en muchos casos carece de redes de apoyo, lo que dificulta que sus saberes, tradiciones y costumbres puedan ser transmitidos y aprendidos por otros.

Las experiencias intergeneracionales operan como un espacio para desplegar un proyecto de vida que se puede emprender a través de distintas temáticas, estimulando la creatividad en su dimensión cognitiva y la participación en especial en el ámbito social.

Es por ello que el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, a través de la Subgerencia de Atención y la Dependencia de la División de Gestión de Residencias Propias, hace foco en el empoderamiento del adulto mayor y en la promoción de encuentros con niños y jóvenes, en el ámbito escolar, para fortalecer las redes de relación intergeneracional.

Compromiso social y experiencia de crecimiento

El programa consiste en generar vínculos efectivos entre los estudiantes de diferentes centros educativos de Buenos Aires y los adultos mayores. Se trata de lograr sensibilizar a los niños y jóvenes para que asuman el envejecimiento, proceso normal del ser humano, y de motivar al adulto mayor institucionalizado a vivir un rol activo con personas más jóvenes, ajenas a su entorno familiar.

Así también el joven aprenderá a valorar a la persona adulta mayor y lo aceptará como un integrante más de su familia, buscando una mayor conciencia y compromiso social, mediante una experiencia personal de crecimiento, a través del desarrollo de actividades de integración. Se utiliza el ordenador y se hace una introducción a internet, se abren espacios de diálogo y de enseñanzas donde se logren beneficios, como intercambio generacional, expresión de afectuosidad, etc.

En efecto, la interacción entre ambas generaciones propiciará un estímulo para que el adulto mayor se introduzca en el mundo virtual, haciendo uso extensivo de las herramientas a su alcance de que dispone. De esta manera, el adulto mayor entiende al joven, y viceversa, y le transmite valores para desenvolverse en la vida, contribuyendo así a la construcción de una sociedad para todas las edades.

Los participantes son adultos, mayores de 65 años, institucionalizados en la residencia que se sitúa en el Barrio de Monserrat, de Buenos Aires, y alumnos de una escuela pública del mismo barrio. (Red Latinoamericana de Gerontología / Programa de Atención Médica Integral para Adultos Mayores). (I)

El proyecto consiste en siete reuniones durante siete semanas

La meta es sensibilizar a los niños sobre la vejez y su cotidianidad

El programa consiste en 7 reuniones por semana, que duran 3 horas, aproximadamente. La primera se celebra en el aula con los alumnos, las maestras, la bibliotecaria y los profesionales del PAMI. Allí se intenta sensibilizar a los niños sobre el concepto de vejez. Se visualiza una presentación que propicia la reflexión de parte de los alumnos. Se intenta favorecer el debate como disparador analítico de cómo la ancianidad está presente en la vida de las personas.

En la segunda reunión, los niños van a la residencia, donde comparten un desayuno con los ancianos. Todos se presentan y comparten las primeras experiencias de vida. Se trabaja a partir de una técnica lúdica que permita el intercambio y el acercamiento: se dispone para el desayuno una mesa larga con lugares estratégicamente asignados, para propiciar abiertamente la comunicación entre adultos mayores y niños.

Los ancianos están sentados en sillas de por medio para que inevitablemente los niños deban sentarse entre los ancianos. Los coordinadores del proyecto permanecen atentos a los silencios, y cuando estos son detectados, se interviene para que desaparezcan.

Para la tercera reunión, los niños han preparado con antelación un cuestionario para seguir conociendo a los adultos mayores. Preparan preguntas del estilo: ¿cuántos años tienes?, ¿tienes hijos?, ¿de qué trabajabas cuando estabas en actividad?, ¿qué hacías cuando eras chico? Luego de realizar ese cuestionario y entrar en confianza, se introduce en este encuentro la historieta (10 años con Mafalda, de Quino) como elemento de trabajo a partir de la implementación de una dinámica de juego e interacción entre los pequeños y los residentes.

Los adultos mayores leen el texto definido y se conversa en conjunto sobre él, las características del texto y del autor. En la cuarta reunión, los alumnos siguen trabajando la historieta como género literario en la biblioteca, abordado desde el área de Lengua y Ciencias Sociales. Se realiza una salida para visitar el circuito turístico en estrecha relación con el tema abordado en el espacio de la lectura. Por ejemplo, se visita el paseo de la Historieta de Buenos Aires en el barrio de San Telmo.

En la quinta reunión se realiza una salida turística para visitar el Museo del Humor, con estrecha relación al tema abordado en la lectura, y en la sexta, una producción conjunta de un libro gigante con formato de historieta, realizado con fotos de las reuniones, que representa la experiencia de los encuentros compartidos.

La actividad se cierra en la séptima reunión con una celebración, en donde los adultos mayores entregan a los niños la historieta producida en conjunto y los niños hacen lo propio con los adultos mayores.

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