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Juan Manuel Correa venció la depresión y vuelve a soñar en grande

Juan Manuel Correa venció la depresión y vuelve a soñar en grande
Cortesía
06 de febrero de 2021 - 12:05 - Lautaro Andrade

“Voy a estar piloteando al 100% antes de caminar al 100%”. Con una sonrisa en su rostro y mirada decidida, Juan Manuel Correa brinda detalles de su retorno al automovilismo mundial, luego de superar una rehabilitación de año y medio de las secuelas que le dejó el casi fatal accidente en la pista del Spa Francorchamps, en Bélgica.

En agosto de 2019 su vida cambió en fracción de segundos. El choque automovilístico en la F2 le destrozó la pierna derecha. Su pronóstico era reservado y crítico. Por eso es milagroso que el joven quiteño volviera a caminar y que, para mayor sorpresa, anunciara su regreso a las competencias.

Correa aún necesita de muletas y un bastón para movilizarse. En las próximas semanas comenzará las pruebas de la F3 con la escudería ART GP. El piloto tiene previsto treparse al carro con sus muletas y manejar a altas velocidades como si nada hubiese pasado. “Es irónico”, dice entre risas.

En su pierna derecha cargó por más de un año una placa metálica de 15 libras. En diciembre de 2020 se la quitaron y volvió a experimentar momentos que hace mucho no sentía. Algunos tan cotidianos como utilizar pantalones o calzoncillos normales. “Me siento desnudo sin la placa”, bromea.

Su perseverancia y constancia harán que pilotee como lo hacía en 2019, cuando empezaba a llamar la atención del mundo motor y se preveía como un futuro piloto de F1. Para manejar un coche de carreras necesita empujar el freno con su pie izquierdo (en perfecto estado), mientras que el derecho le sirve para acelerar, lo cual es suave y sencillo.

La idea es evitar a toda costa lesiones en los entrenamientos, que se podrían generar por movimientos bruscos o indebidos, y por montar bicicleta de ruta. Por lo demás no hay riesgos. Repetir un accidente de la magnitud del ocurrido el 31 de agosto de 2019 es bastante improbable. Son situaciones que ocurren una vez cada 10 o 15 años.

Llegar a este punto en el que decidió continuar con su carrera es el resultado de un largo camino. Correa anunció que correrá en la F3 durante el 2021 porque es un calendario más corto. Así recuperará el ritmo físico y técnico perdido en extensas jornadas de pasar postrado en una cama de hospital. En 2022 aspira ingresar de nuevo a la F2 y en un futuro cercano alcanzar la meta de la F1.  

En agosto de este año cumplirá 22, una edad que le permite soñar aún con ser el primer ecuatoriano en lo más alto del automovilismo. Su historia está por comenzar.

Tiempo perdido

Correa pensó que la pandemia del covid-19 sería su aliada para ganar el tiempo que iba a perder durante la rehabilitación. Sin embargo, la temporada simplemente se aplazó y sus colegas acabaron el 2020 con todas las carreras previstas.

Tuvo que afrontar más de 20 operaciones por negarse a la amputación reconstructiva de su pierna derecha. El precio era aguantar fuertes dolores y pasar entre dos y tres años de recuperación para caminar sin ayuda. Lo está logrando en menos tiempo.

Si bien no compitió durante el año pasado, el tiempo que el mundo estuvo confinado le ayudó a aceptar que sus compañeros correrían sin él. “Fue una pequeña ayuda psicológica en mis momentos más duros, antes de volver a estar positivo”, comenta.

La depresión lo capturó en los primeros meses post accidente. Cada vez que le mencionaban temas sobre automovilismo le provocaban nauseas. Otro dolor más agudo que las punzadas en sus extremidades era reconocer que Anthoine Hubert, su amigo, había fallecido en el accidente.

El tiempo en hospitales de Londres y Miami fue complicado para un joven de su edad. Por dos semanas estuvo con un coma inducido. Esto significa que a su cuerpo le suministran drogas para mantenerlo en ese estado.

“Una vez que te despiertan tu cuerpo se vuelve adicto. Te dan escalofríos, ves cosas, hasta fantasmas. Fue el periodo más largo de mi vida y el más miedoso. No se lo deseo ni a mi peor enemigo”, sentencia.

En esas jornadas que su mente divagaba en busca de respuestas sobre su futuro saltaban ideas de todo tipo. “He vivido una vida bastante feliz y decente. Me despedí de mis padres porque lo acepté, me iba a morir”, recuerda. Su frase impacta por el tono en que lo dice, porque es la memoria fresca de un joven que aceptó el destino. Pero no era su tiempo aún.

Al final se sorprendió a sí mismo. Su único medio de supervivencia fue mirar hacia el futuro. El pasado, el accidente, Hubert, el dolor; todo ello quedó atrás. Si quería recuperarse tenía que sacar los pensamientos negativos de su mente. Esa fue su salida.

Y aunque meditó sobre su futuro, nada lo llenaba tanto como pensar en subirse de nuevo a un auto de carreras, largar la línea de salida y cumplir su sueño pendiente de la F1. “Mucha gente cercana me preguntó si valía la pena volver, que me lo pensara bien. Otros no tan cercanos me motivaban a retornar a las pistas. Es fácil hacerlo cuando no se conoce el sufrimiento que está por detrás”, puntualiza.  

Un legado que no se olvida

La decisión está tomada. Juan Manuel Correa vestirá una nueva indumentaria y se colocará el casco de piloto. En él habrá algo particular, y es que en la parte superior del casco pegará una calcomanía con el logo conmemorativo de Anthoine Hubert.

“Quiero marcar este periodo de mi vida y nunca olvidarme de lo que aprendí y de lo que sufrí. A veces queremos olvidarnos de los días malos pero es de donde más creces”, analiza. La memoria del piloto fallecido en el Spa Francorchamps lo acompañará por siempre. El ecuatoriano no descarta tatuárselo para inmortalizar su recuerdo.

Correa se ha convertido en un ejemplo de carne y hueso sobre el poder de la mente. En esas noches oscuras que lo agotaban y se sentía a punto de decaer, al día siguiente lo iluminaba un halo de esperanza para continuar, para pelear.

“Si estas en una situación difícil lo peor que puedes hacer es ponerte en una bolita de negación y sentirte mal. El pasado es pasado y lo que pasó, pasó. Lo mejor es seguir intentándolo”, concluye. (I)

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