Cuando Jhony Esteban Carapaz Carapaz ve competir a su primo por televisión, no puede creer que cierto día le dañó la bicicleta. Ahora, con 15 años encima, es una de las promesas de la escuela de ciclismo Richard Carapaz y sueña ser como él.

“¡Vamos, vamos!”, dice el voz alta Santiago Montenegro, entrenador de la escuela, mientras primero Jhony y después Abel Marcillo giran alrededor del velódromo Ciudad de Tulcán.

Las modalidades de pista son parte del aleccionamiento de los 10 chicos que se instruyen con Montenegro; el adiestramiento comenzó hace 14 meses.

Al hacer la convocatoria para arrancar con las clases contaron con 23 discípulos, pero tras seis semanas de evaluaciones, que incluyeron preparación física, pruebas de aptitud y actitud, eligieron a 10 de los aspirantes.

Del análisis de personalidad se encargó el psicólogo Diego Puetate; del aspecto técnico, el profesor Montenegro, su hermano y exponente activo, Jorge Montenegro, y Richard Carapaz.

“A los escogidos les dijimos que si alguno falla le daremos la oportunidad a uno de los otros muchachos, pero hasta ahora no nos han fallado; creemos que no nos equivocamos”, relata el técnico, cuyo salario es costeado por la Federación Deportiva de Carchi.

Pero, además de la disciplina, lo que aumenta la credibilidad en los deportistas es su desempeño en las competencias locales, nacionales e internacionales.

Uno de los triunfos más importantes se lo apuntó Abel Marcillo (15 años), quien en marzo último se consagró campeón prejuvenil de la Vuelta al Putumayo, en Colombia. Otro resultado halagador fue el conseguido por Jhony Carapaz, quien superó la marca nacional prejuvenil de la persecución individual; cronometró 2 minutos, 22 segundos y 17 centésimas (2m22s17c) durante un festival de pista que se realizó en el velódromo José Luis Recalde de Quito.

“Con ese tiempo bajó el récord nacional de 2m22s88c, pero no se homologó porque el certamen no contó con el aval de la Federación Ecuatoriana de Ciclismo (FEC)”, detalla Santiago Montenegro.

En dicha justa, Jhony se colgó cuatro medallas de oro; además de la citada victoria también subió a la grada  más alta del podio en scratch, puntuación y persecución por equipos.

“Gracias a Dios pudimos romper el récord; estoy muy contento, voy a seguir preparándome, pienso que en el campeonato nacional se puede batir esa marca de manera oficial”. La brega ecuatoriana prejuvenil se cumplirá del 11 al 17 de este mes en la capital.

Los chicos que completan el lote de alumnos de la escuela Richard Carapaz son Johan Pantoja (7 años), Xavier Montenegro (8 años), Hanner Tulcán (9 años), Sebastián Hernández (11 años), Patricio Carapaz (14 años)  Jostyn Pozo (15 años), Steven Vela (15 años) y Patricio Aguilar (15 años).

La entidad recibe algunos auspicios, como los $ 28.000 que le entregó el Municipio de Tulcán para adquirir bicicletas, las camisetas del almacén Águila Bike del exciclista Franco Rodríguez o la alimentación que le proporciona el restaurante El Ídolo.

Todos los alumnos residen en La Playa, comunidad de la parroquia El Carmelo (Tulcán), de la que es oriundo Richard; de hecho, además de Jhony, también Patricio Carapaz y Sebastián Hernández son primos del pedalista, que el 12 de mayo pasó a la historia del deporte nacional como el primer ecuatoriano en ganar una fase del Giro de Italia.

Precisamente, la victoria de Richard en la octava etapa del Giro, su segundo lugar en la etapa 19 y su cuarto puesto en la clasificación general, los hacen fantasear con ser los futuros campeones.

Orgullosos dicen que la ubicación de La Playa, a casi 3.000 metros de altura, con temperaturas inferiores a los 10 grados, son factores determinantes en su formación. Allí se alistó Richard hasta marzo, antes de ir a Europa para ganar la Vuelta a Asturias y ser la revelación del Giro.

Jhony cuenta que cuando tenía 8 años, Richard le prestó su bicicleta montañera. En uno de sus paseos se cayó y el vehículo quedó averiado. Se lo llevó a casa y no sabía cómo darle a conocer a su primo la mala noticia.

“No tenía más remedio que confesarlo; no me reclamó, movió algo y los pedales volvieron a moverse. A partir de allí empecé a admirarlo; yo quiero ser así, ganar cosas más importantes”. (I)