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Es considerado el artífice de la entrada de españa en la otan y la unión europea

Juan Carlos fue el monarca que escogió y educó Franco

El rey de España, Juan Carlos, asiste a una reunión en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid. Foto: AFP
El rey de España, Juan Carlos, asiste a una reunión en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid. Foto: AFP
08 de junio de 2014 - 00:00 - Tristan Ustyanowski

Juan Carlos nació en 1938 en Roma, donde toda la familia real española se encontraba exiliada. Tras la proclamación de la Segunda República, en abril de 1931, el rey Alfonso XIII, abuelo del actual monarca, huyó a Italia para ser acogido por el régimen de Mussolini.  

Sin estar implicada directamente, la Casa Real desmontó su adhesión a la sublevación militar que llevó a la guerra civil y la victoria del general Francisco Franco. Los monárquicos vieron la llegada de los conservadores al poder como una ocasión para retomar su influencia. Sin embargo, los primeros años de la dictadura no dejaron espacio a la monarquía. El caudillo se quedó  gobernando solo.

Juan de Borbón, conde de Barcelona y padre de Juan Carlos, fue uno de los personajes clave en este período. Tras la muerte de Alfonso XIII era el principal aspirante al trono. Durante el pronunciamiento contra la República quiso varias veces juntarse a las tropas golpistas, lo que Franco rechazó. Al comienzo de la dictadura, Juan de Borbón se convirtió en el ‘concurrente’ del caudillo. La ideología falangista que dominaba entonces el régimen no planteaba una restauración sino fundar un ‘Estado nuevo’ encarnado por el centralismo, el tradicionalismo y el autoritarismo.

Durante la II Guerra Mundial se crisparon las relaciones entre ambos. El conde de Barcelona criticó la posición proalemana de Franco, quien ayudó directamente al Eje -bando conformado por Alemania, Italia y Japón que luchaba contra los aliados- con el envío de la División Azul (combatientes voluntarios españoles) al frente oriental.

Juan de Borbón trató de valorizar su legitimidad institucional frente a la dictadura, una voluntad que se tradujo en el Manifiesto de Lausana, de marzo 1945 donde los monárquicos rechazaron el régimen franquista y reivindicaron la monarquía constitucional como alternativa.

Una oposición que no tuvo éxito alguno y que dejó al pretendiente al trono definitivamente apartado del poder. La ausencia de apoyo de las potencias internacionales y las divisiones políticas de la propia Casa Real entre ‘juanistas’ y colaboradores del régimen anularon cualquier posibilidad de cambio.

Terminada la guerra, se planteó cuánto iba a durar el régimen franquista. Franco consiguió mantenerse en el poder gracias al papel estratégico de la Península Ibérica en un contexto de guerra fría emergente. Con un anticomunismo exacerbado y Estados Unidos como nuevo aliado, el caudillo entró a zona de confort y se dedicó a perpetuar su sistema.

Así se dictó en 1947 la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, una de las 8 Leyes Fundamentales del franquismo. La norma confirmaba la omnipotencia de Franco en las estructuras estatales y estipulaba que “en cualquier momento podía proponer a las Cortes la persona que debía ser llamada en su día a sucederle, a título de Rey o de Regente”.

Se definió el país como un sistema monárquico, pero no se nombró a un heredero. Desde ese momento y hasta la muerte de Franco España era un reino sin rey.

En el manifiesto de Estoril, el Conde de Barcelona denunció la ilegitimidad de la Ley de Sucesión porque alteraba la naturaleza de la monarquía y no se había consultado al heredero del trono.

Un año después hubo un acercamiento entre los monárquicos exiliados y el régimen. Los 2 enemigos, don Juan de Borbón y Franco se reunieron durante el verano de 1948 para intentar establecer un diálogo. El caudillo concedió poco al conde, lo más notable fue su permiso para que su hijo Juan Carlos pueda educarse en España, pero bajo la tutela y supervisión de Franco.

A los 10 años de edad, Juan Carlos puso su primer pie en suelo español. Tras obtener su bachillerato en 1954 siguió una intensa formación militar en diferentes academias del país. En 1961 se casó con la princesa Sofía de Grecia y a pesar de la opinión desfavorable de su padre, el matrimonio se celebró en Madrid.

Con esos antecedentes y pese a que algunos familiares de Franco querían ser su sucesor, Juan Carlos acabó como rey de España. En julio de 1969, las cortes ratificaron la elección del príncipe.  

Carrero Blanco, segundo hombre de la dictadura y redactor de la Ley de Sucesión, comentó a Juan Carlos, antes de su nombramiento, que podría “ser rey de España, pero de la España del movimiento nacional, católico, anticomunista y antiliberal”. Bajo esta óptica, el príncipe juró fidelidad a las Leyes Fundamentales del franquismo. Se convirtió entonces en un actor importante. En los momentos en los que Franco no podía ejercer como Jefe del Estado él lo hacía.

Cuando murió el dictador, el 20 de noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey por las Cortes 2 días después. Se inició entonces la larga y compleja transición que creó el sistema vigente hoy en España.  

Al comienzo no se plantearon reformas políticas radicales. La presión de la oposición antifranquista y de los ciudadanos influyó considerablemente la orientación de este proceso.  El rey consultó con partidos políticos y actores sobre la perspectiva de organizar elecciones generales en 1977.

A pesar de la histórica apertura política, esas elecciones fueron marcadas por la ausencia de numerosos partidos que estaban vetados. Las votaciones dieron la victoria a Adolfo Suárez, un liberal nombrado anteriormente por el monarca para llevar a cabo las reformas. Eso abrió la vía a la redacción de una nueva constitución.  

Una nueva Ley Suprema aprobada por las cortes, donde muchos franquistas fueron despedidos por el rey pero donde todavía quedaban  varios nostálgicos del régimen. Fue una constitución que abrió el sistema, pero que mantuvo el aparato franquista.

La transición española se basó en la Ley de Amnistía de 1977. La norma otorgó clemencia a los presos políticos y olvido a quienes perpetuaron crímenes durante la guerra civil y la dictadura.

Todavía en España se encuentran nuevas fosas comunes y no se han resuelto miles de casos de desapariciones. Es una amnesia criticada por la ciudadanía y por las instituciones internacionales, y en eso se critica a Juan Carlos, porque nunca tuvo un gesto hacia las víctimas.  

El proceso de legitimación del rey y de la monarquía tuvo lugar durante la década del 80. La primera gran crisis que afrontó el rey fue el intento de golpe de Estado por parte de unos militares nostálgicos de Franco.

Juan Carlos se impuso como el defensor del orden constitucional y contribuyó al fracaso de la asonada. Con el prestigio ganado, llevó a España a la Comunidad Económica Europea (CEE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1986.

Pero el rey perdió su aura incuestionable durante los últimos años. En plena crisis económica se fue a cazar elefantes en Botsuana con fondos públicos. Su hija, la infanta Cristina y su yerno están implicados en malversación de fondos.

La imagen de la Casa Real está afectada y la Monarquía se volvió para muchos  una institución opaca. El New York Times reveló en 2012 que la fortuna personal del monarca se elevaría a $ 2.300 millones.

Juan Carlos deja su trono a su hijo Felipe para impulsar el ‘renuevo’. Pese a la renovada imagen del príncipe, ciudadanos salieron a las calles para exigir el derecho “a elegir si queremos o no un rey que nos impuso el dictador”. Según las ultimas encuestas, la mayoría de españoles está a favor de un referendo para decidir el futuro de la monarquía. La aspiración republicana está más fuerte que nunca.

DATOS

Una corona de plata sobredorada de aproximadamente un kilogramo y un bastón de mando convertido en cetro y recubierto de una filigrana y esmaltes verdeazulados serán las joyas reales que acompañarán a Felipe VI de España en su proclamación, como lo hicieron con su padre el rey Juan Carlos I.

El Príncipe de Asturias será proclamado rey de España el próximo día 19 de junio, después de que su padre, Juan Carlos I anunció el pasado lunes su abdicación. La tradición española es que la corona se entrega al rey, pero no la lleva en la cabeza.

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