Chile mira a la Celac como una instancia decisiva para dialogar con China y la UE

Los “ingleses de Sudamérica”. Así suelen ser llamados los chilenos, tanto de manera positiva por ciertos paralelos con costumbres británicas -como la puntualidad-, pero también despectivamente, por el supuesto trato frío y lejano, al ser un país que está aislado del continente por la Cordillera de los Andes, el desierto y el océano Pacífico. De alguna manera, la posición de Chile respecto a algunos organismos regionales ha sido esa, como “buenos ingleses”.

Chile forma parte de diversos bloques sudamericanos y latinoamericanos, como el Mercosur, la Unasur y la Alianza del Pacífico. Y desde su creación en 2010, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Al mismo tiempo, Chile ha observado con gran distancia los organismos que tienen que ver con la Alba. Esto ha ocurrido tanto con los gobiernos de la centroizquierdista Concertación (ahora Nueva Mayoría) y más con la administración centroderechista de Sebastián Piñera (2010-2014).

Precisamente durante la gestión de Piñera, Chile decidió apostar más por la Alianza del Pacífico, que también integran Perú, Colombia y México, instancia que es percibida como un organismo clave para impulsar las economías regionales y que de alguna manera se contrapone al liderazgo de Brasil. En ese sentido, Piñera observó a la Celac más bien como un bloque político.

Durante la cumbre de la Celac en Chile en 2013, el gobierno estuvo sumamente complicado por tener que traspasarle el mando del bloque regional a Raúl Castro. En ese momento, Chile fue presidente pro témpore del organismo.

Pero, además, las complicaciones para el país tuvieron que ver con los impasses diplomáticos con Perú y Bolivia, por asuntos limítrofes que generaron las respectivas demandas en La Haya.

De todos modos, para Chile ha sido sumamente importante la Celac para discutir como bloque acuerdos e intercambios tanto con China como con la Unión Europea (UE).

Sociedad civil

A lo largo de su historia reciente, Chile ha sido sede y protagonista en citas relevantes, como las cumbres iberoamericanas de 1996 y 2007; la cumbre de las Américas en 1998, la reunión de la Apec en 2004, pero la dimensión de la Celac-UE, junto con la relevancia de los líderes de todos los países miembros, hacen que este organismo sea de especial interés para el país.

Con el cambio de mando y el regreso de Michelle Bachelet a La Moneda, Chile ha cambiado su enfoque respecto a la Celac. Así, ahora la idea es la Celac para lo político y la Alianza del Pacífico para lo económico. El propio canciller chileno, Heraldo Muñoz, ha dicho que la Celac “debe ser el organismo de concertación política a nivel regional” por excelencia, mientras que la Alianza del Pacífico debe ser usada para la integración económica. Esto se contrapone al propósito de Piñera, que pretendía ampliar las atribuciones de la Alianza del Pacífico.

En ese sentido, el gobierno de Bachelet valora una instancia como la Celac y en 2018 Chile será sede del foro Celac-China. El gigante asiático es el primer socio comercial de Chile.

En el gobierno saben que la Celac es una instancia decisiva para tratar con China. Si en 2000 el comercio entre China y América Latina y el Caribe era de $ 10 mil millones, en 2014 llegó a $ 287 mil millones.

Para la próxima cumbre de Costa Rica, la administración chilena ha preparado una respuesta en caso de que el foro sea aprovechado por Bolivia para insistir en su reivindicación marítima.

A su vez, en el plano social, Esteban Silva, presidente del Movimiento del Socialismo Allendista de Chile, dijo a EL TELÉGRAFO que “la Celac tiene una doble importancia para la sociedad civil. Por un lado, es un proceso de integración que debe vincularse con nuestras culturas y mestizajes reales, originarios y actuales, que se producen por la vía de la inmigración y migraciones, la transferencia del conocimiento y el saber, y los procesos de intercambio económico en los países de América, para construir pertenencias y mirarnos con nuestros propios ojos”.