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4,5 millones de europeos están ‘sin techo’

4,5 millones de europeos están ‘sin techo’
11 de mayo de 2014 - 00:00 - Tristan Ustyanowski

La repartición de las tierras en Europa es un indicativo de las fuertes desigualdades sociales entre los ciudadanos. En las grandes ciudades, donde reside la mayoría de la población, la especulación inmobiliaria se hizo fuerte y los precios subieron de manera irracional.  Las clases populares y medias tuvieron que salir de las zonas cotizadas por los promotores porque no alcanzaban a pagar su vivienda.

Las políticas de urbanización de las últimas décadas omitieron franjas enteras de la población y las ciudades importantes se han transformado en espacios reservados para quienes tienen los ingresos más altos.

Existen diferencias amplias entre cada país, pero se puede, por ejemplo, destacar a París y Londres como las capitales más caras de la Unión Europea (UE), con un costo medio por metro cuadrado entre €8.000  y €10.000. Precios evidentemente no costeables para los ciudadanos más modestos y quienes estudian. De hecho, ser estudiante y alojarse en esas ciudades es una tarea complicada porque, igual que el de las otras viviendas, el arriendo de las pequeñas superficies es muy alto.

La intensificación de las desigualdades abasteció el carburante necesario para el motor de la especulación. Vistas como poco arriesgadas, las inversiones inmobiliarias se hacen masivamente con la perspectiva de generar grandes beneficios al corto plazo.

En Europa habría 11 millones de viviendas vacías, mientras que 4,5 millones de personas están ‘sin techo’. Francia cuenta con 2,4 millones de alojamientos desocupados en tanto que, según la Fundación Abbé Pierre, 3,5 millones de ciudadanos están mal alojados o sin casa.  Solo en París tiene 7% del conjunto de sus viviendas vacías. 

Frente a este fenómeno el poder público se encontró ineficiente. En el caso de Francia, la antigua Ministra de vivienda desarrolló un proyecto de ley que debía permitir la requisición de los espacios vacíos como lo pedían las asociaciones. Los dueños de esas viviendas reaccionaron poniendo sus bienes en alquiler o en venta y la ley tuvo un impacto débil.  Globalmente, la ‘política de la ciudad’ impartida desde hace 10 años es un fracaso y la ‘fractura social’ no se ha reducido. A pesar de miles de millones invertidos, las ‘zonas urbanas sensibles’ francesas tienen una tasa de desempleo que se encuentra al doble del nivel nacional y una tasa de pobreza a más del 30% de la población. 

En el imaginario colectivo, tener vivienda propia es un factor de inclusión social, de seguridad y de éxito. Por lo tanto, la crisis de los créditos que estalló en 2007 y que puso en marcha la crisis mundial, desmontó esta idea a miles de ciudadanos europeos.  Se trató ahí de la explosión de la burbuja inmobiliaria construida durante los años precedentes en Estados Unidos y algunos países de Europa.

España, el más vulnerable

En 2007 en la Unión Europea, el 65% de los ciudadanos son los propietarios de su hogar con diferencias notables entre cada país. En Alemania donde la gente prefiere el alquiler, se encuentra solo el 46% de familias propietarias y de hecho el país sufrió menos la crisis inmobiliaria y  la especulación hasta hoy. 

España, que tenía 83% de propietarios, ha sido la primera víctima de la explosión de la burbuja. El país desarrolló una economía ampliamente orientada hacia lo inmobiliario y con lo que se podría llamar la ‘locura de la construcción’ más de 8 millones de viviendas surgieron entre 1991 y 2007.

Las políticas incitaron a cada ciudadano a comprar su propio hogar a través de créditos fáciles de obtener, los precios subieron fuertemente (176% en Madrid entre 1996 y 2003) y España se volvió el ‘paraíso’ de los especuladores que consiguieron sacar muchos beneficios, incluso en plena crisis.

Son obviamente los ciudadanos quienes pagan el precio de este quiebre inmobiliario y de la toma de riesgos de los dirigentes quienes, entre otras cosas, desregularon el mercado de la vivienda.  

A partir de 2008 numerosos españoles no aguantaron más el costo de sus hipotecas. Según la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), se estima que el número de desahucios entre 2008 y 2012 llegó a los 362 mil.

El tema de la pérdida de hogares en España se ha convertido en un fuerte debate social. Los ciudadanos se movilizan masivamente para impedir los desahucios, denunciar el engaño de los políticos y de las entidades financieras. Más allá de la mala gestión a nivel nacional, la crisis española develó también una Europa que no consigue proteger a los ciudadanos más vulnerables y sus derechos primarios, como  tener una vivienda.

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Las tierras agrícolas

Fuera de las ciudades, la desigualdad de acceso a los bienes está también presente.  
Históricamente,  varios países tuvieron importantes reformas agrarias como Francia poco después de la revolución, también Irlanda, Rumania, Finlandia y los países bálticos a lo largo del siglo XX.

España hizo reformas importantes en los años 1930 que se derogaron después del golpe franquista. Fue a partir del año 1980 que se desarrollaron nuevos proyectos de redistribución  a nivel de las comunidades autónomas. Así se crearon ‘Bancos de Tierra’ en varias regiones que permiten distribuir tierras a las familias sin ingresos. Muchas veces se trata de explotar las tierras públicas. El mecanismo se encontró más eficiente en el norte del país, pero se puso también en marcha en el sur donde las condiciones de los trabajadores son más precarias y donde los movimientos de agricultores ocuparon tierras para reclamar una reforma agraria.

Antes de la caída del bloque socialista, los países de Europa central y del este que estaban bajo la influencia de la Unión Soviética, dominaban las cooperativas en el mundo campesino, los kolkhozs.
Luego de la emancipación de esos países y de la desaparición de la Rusia bolchevique, las tierras empezaron a estar privatizadas. Se constituyeron grupos de propietarios que compraron masivamente los terrenos frente a los campesinos desarmados que no conocían para nada las reglas del mercado.

Hoy en día, la carrera por la tierra es más actual que nunca. Según el Transnational Institute  la mitad de las tierras en la Unión Europea pertenece al 3% de los grandes propietarios. De hecho, después de la última crisis, la tierra se considera como un valor ‘refugio’ y las grandes fortunas van comprando todo lo que pueden.  Como por ejemplo en Bélgica el caso de la Familia Frère, la más rica del país, que ha comprado hasta ahora más de mil hectáreas. Esta especulación que sirve para “diversificar” el capital de los más potentes hace subir el precio de la tierra en todo el continente y pone en peligro la existencia misma de los pequeños propietarios.

Desde que entró en la UE en 2007, el valor de la tierra se multiplicó por 3 en Rumania. El país se convirtió en el nuevo ‘el dorado’ de los inversores extranjeros. Se estima que entre 700 mil y 800 mil hectáreas han sido vendidas.

Si se hace tan fácil comprar a gran escala tierras así es porque la legislación lo permite. Rumania liberalizó el acceso a sus tierras desde enero de este año y la Unión Europea financia a los grandes propietarios a través de la Política Agrícola Común (PAC), un sistema desigual que afecta a numerosos ciudadanos.

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