En los últimos dos meses, el mayor movimiento interno de población se dio en República Democrática del Congo, país de África central. Allí los enfrentamientos entre grupos armados y militares forzaron a más de 480.000 personas a dejar sus casas. El 23 de marzo, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, llamó a una tregua mundial pero con poco impacto, deplora Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para Refugiados. “En Siria todavía hay cierta tregua en Idlib entre el gobierno de Asad y los grupos armados presentes en esta provincia. En cambio en Yemen, donde la alianza encabezada por Arabia Saudita declaró un cese de fuego, la guerra ha continuado”, detalla Egeland a RFI. En Colombia también “el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) dijo que iba a cesar las hostilidades por un mes. Pero parece que el conflicto reanudó”. Y en Chad, Niger, Afganistán, República Centroafricana, Siria, Somalia y Birmania miles de personas también han sido desplazadas. “Esto no solo daña a quienes se ven obligados a huir, sino que socava seriamente nuestros esfuerzos conjuntos para combatir el virus”, añadió Egeland. Ante esta situación, el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados urge a los países del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a “dejar de pelearse como niños” y a hacer presión de forma unánime para instaurar un alto el fuego global para proteger a todas las comunidades frente a la covid-19. “Estos beligerantes, crueles e irresponsables reciben apoyo de los diferentes actores regionales, internacionales, de países vecinos, y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tiene como papel acompañar procesos de paz, ceses de fuego y negociaciones”, subraya Egeland. “Sin embargo, estos países están en una discusión inútil sobre la Organización Mundial de la Salud y sobre quién es responsable de la pandemia”, critica. Mientras tanto, las guerras siguen su curso. (I)