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Los nexos de Montesinos hacen tambalear al gobierno de Humala

Los  nexos de Montesinos hacen tambalear al gobierno de Humala
20 de noviembre de 2013 - 00:00

La madrugada del domingo 29 de octubre de 2000, en la Capitanía del Puerto peruano del Callao quedó constancia de la partida del velero Karisma. Su capitán, Florencio Antón Paiva, declaró en esa ocasión que la única tripulante de la nave era Alicia Carranza, su acompañante, de acuerdo a él, en un viaje deportivo a fin de participar en una regata en Salinas, Ecuador. Lo que Antón Paiva jamás dijo es que en ese mismo velero huiría escondido el, hasta entonces, hombre fuerte del gobierno de Fujimori: Vladimiro Montesinos.

Con su escape, Montesinos, conocido en los círculos fujimoristas como el ‘Doc’, echaba abajo toda la red de influencia y poder que, durante una década, fue construida como base del sometimiento al mandato estatal.

Un desfile de rostros, apellidos, nombres, cuentas bancarias, videos y audios siguió al desmantelamiento de estos nexos, acto que terminó con el propio Montesinos tras las rejas y con varios de sus asesores, especialistas, policías y militares, prófugos de por vida del Perú.

Ahora, después de casi trece años de ese episodio, su nombre vuelve a ser epicentro del misterio: la tarde del miércoles 13 de noviembre el portal del diario El Comercio, de Perú, abrió debate al publicar la noticia titulada ‘Policía Nacional del Perú protege a un operador de Vladimiro Montesinos’.

En ella se denunciaba a Óscar López Meneses, exoperador del ‘Doc’, por recibir, hasta la semana pasada, protección policial del Estado peruano en los alrededores de su casa.  En la denuncia se detallaba cómo, durante varios meses, un equipo de investigación periodística logró captar la constante vigilancia sobre esta casa y se relacionaba la misma con un servicio ‘especial’ que López Meneses estaría brindando al actual gobierno de Ollanta Humala: coordinar su estrategia político-policial, incluyendo en ella seguimientos e intercepciones telefónicas a políticos y periodistas contrarios a este régimen.

Esa acusación para Óscar López Meneses no sería nada nuevo: en 2012 fue juzgado por peculado, intercepción de llamadas, posesión ilegal de armas, en el tiempo en que fue asesor directo de Vladimiro Montesinos, razón por la que fue condenado a cuatro años de prisión, sanción que no ha sido cumplida todavía.

Con esos antecedentes, la mirada de los medios de comunicación no tuvo otro destino que desvestir, literalmente, la vida de López Meneses, quien estuvo casado con Maribel Malca, hija del exministro de Defensa de Fujimori, Víctor Malca Villanueva, prófugo de la justicia hasta el momento.

Por esa vía, López Meneses logró ponerse en contacto con el ‘Doc’, para ser el encargado de coordinar con los congresistas fujimoristas, así como para captar los votos de congresistas de oposición. Tras la caída del régimen, sus propiedades fueron intervenidas, encontrándose en una de ellas una gran cantidad de armamento que, se supone, servía para dar seguridad a Montesinos, así como un teléfono encriptado por medio del cual se mantenía en contacto con el tripulante del velero Karisma.

En cuestión de horas, la noticia había estallado. Una serie de dimes y diretes minaron la tranquilidad en el Palacio de Gobierno, que fue escenario de la tensión en las relaciones entre los altos mandos de la Policía Nacional de Perú y los representantes políticos del humalismo. Wilfredo Pedraza, hasta entonces ministro del Interior, había señalado que una investigación profunda mostraría quién fue el que ordenó dichas medidas de seguridad para la casa de López Meneses, acción que no logró llevar adelante, pues a pocas horas de haber salido a flote la noticia, su renuncia fue requerida por el propio Humala. Con él, sus asesores y contactos directos con el mando policial se vinieron abajo.

Con ese clima adverso llegó lo que faltaba: el propio López Meneses, un hombre con una condena pendiente por cumplir, se paseaba ante los medios de comunicación desmintiendo su relación con el régimen, apuntando que la seguridad policial se encontraba ahí, debido a que unas cuadras más delante de su casa se encuentra la escuela donde estudia el hijo menor del presidente Humala. Sin embargo, y ante la insistencia de los periodistas, López Meneses ha aceptado conocer al primer mandatario, diciendo que, en la candidatura de 2006, la gente de Humala lo buscó para que diera algunas ideas sobre el aspecto político del país.

Esas declaraciones pusieron sobre el tapete de debate la figura del exhombre cercano a Montesinos. Daniel Abutagas, legislador oficialista, salió al paso a desmentir tal cercanía entre Humala y López Meneses, refiriendo la ilegitimidad de sus declaraciones, relacionándolas con falacias e intentos desmedidos de la oposición para preparar terreno para un golpe de Estado contra el actual presidente del Perú.  

Humala, quien, de acuerdo a las últimas encuestas sostiene un 61% de rechazo popular, es reconocido por guardar silencio ante las reiteradas críticas de la oposición, pero irrumpió a fines de la semana pasada para negar las declaraciones de López Meneses y acusarlo de ‘delincuente’ y de ‘basura’.

Como un dato adicional, ya en la desbandada mediática del tema, las voces que hablan de posibles salidas irregulares de Vladimiro Montesinos de su cárcel, ubicada en la Base Naval del Callao, han sido el colofón de la tormenta política. Algo que, de confirmarse, echaría abajo más cabezas y agravaría la desmedida crisis que ya se vive en el vecino país.

De esta forma, un clima enrarecido se ha posesionado de las relaciones políticas en la capital peruana, donde la sombra de la época dominada por el fujimorismo ha vuelto a ponerse de manifiesto, no solo por las dos entrevistas concedidas desde la cárcel por el exgobernante de origen japonés, sino por eventos como este, que vinculan a figuras de su mandato con nexos firmes y vigentes con organismos de control estatal, como la Policía y el Ejército. Una historia en la que, al parecer, hay mucha tela por cortar.

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